...y la sepulté allí... (Gén. 48:7)
Jacob va camino a su tierra prometida. Raquel está embarazada. Pero en su embarazo hay amenaza de muerte. Y, en el camino a Belén, Raquel da a luz... y muere. Ya no pudo llegar a Belén. Se durmió a medio camino. Jacob tiene que continuar. No hay tiempo para detenerse, así sea la mujer amada la que esté tendida fría como el mármol. Hay que seguir caminando. Le espera la Tierra Prometida a sus ancestros. Y él sabe que fuera de esa Tierra él no tiene vida. Así que hay que hacerle un nudo al corazón, enterrar a su querida Raquel, ponerle, como señal de donde quedó su tumba una pila de piedras, para no olvidar nunca que, pase lo que pase, muera quien muera... tenemos que seguir. Y hoy morirá un año más. Cuando las campanas de los relojes suenen a la media noche, a nuestro medio camino a la Tierra Prometida, otro año morirá. Morirán también recuerdos que laceraron nuestro corazón. Morirán amores que no se consumaron. Morirán dolor...