¿SABÍA ESTO...?

Y sucederá que si él te dice: "No me iré de tu lado", porque te ama a ti y a tu casa, pues le va bien contigo, entonces tomarás una lezna y horadarás su oreja contra la puerta, y será tu siervo para siempre. Y lo mismo harás a tu sierva. (Deut. 15:16-17)
 
Estamos hablando del año sabático, el año de remisión. La cosa va así:
En el antiguo Israel había una ley para los esclavos. O sea que tener esclavos en aquel tiempo era permitido pero estaba bien legislado por la Palabra de Dios. Aún ellos tenían sus derechos y había que respetarlos porque de lo contrario, el Señor le pediría cuentas al transgresor. Cada siete años el patrón debía dejar ir libres a sus esclavos. Es decir, era el año sabático. Nadie debía continuar atado a nadie. Era año de liberación tanto de deudas, compromisos, votos y esclavitud. Pero estudiemos por un momento cuales eran las responsabilidades del amo: Proveer casa, alimento, vestido, mujer y todo lo necesario para que ese esclavo no tuviera necesidad de nada. ¿A cambio de qué? Total obediencia y disponibilidad para el amo. ¿Recuerda la parábola de Jesús cuando el amo llega tarde a la casa y el siervo le sirve la cena? Aquí tenemos una vislumbre de lo que sucedía en aquellos tiempos. El esclavo era propiedad del señor de la finca. Él corría con todos sus gastos y tenía el deber de velar por su salud y seguridad. Por eso aquel centurión fue y le rogó a Jesús que sanara a su siervo.
Pero llegado el séptimo año, era obligatorio que dejara ir libres a sus siervos. Y aquí empieza un problema... para el siervo por supuesto. ¿Por qué?
Porque, al salir libre ya no tendría quien le proveyera lo necesario para su manutención. Tenía que buscar la forma de proveerse sus propios recursos para vivir. Y esto no se lograba fácilmente. Además de esto, recordemos que por allí andaban los cazadores de hombres, eran los que buscaban vagos y desempleados para venderlos en los mercados de esclavos. Así que irse de la casa del amo el año de remisión tenía sus bemoles... O se quedaba seguro con su patrón quien le proveía de todo... o se iba a la calle a vivir de migajas.
Y es para estos casos que Dios, siempre en su Infinita Misericordia, deja un resquicio para arreglar este problema: Si el esclavo sospecha que no va a poder subsistir solo, sin el cuidado de algún rico, sin la protección de un amo, sin alguien que le diera un techo donde vivir él y su familia a cambio de trabajo, podía pedirle a su amo que le permitiera quedarse para siempre con él. Es decir, quedaría como siervo el resto de su vida a cambio de tener la protección de su señor...Con él estaría seguro y no carecería de nada.
Hoy ya no existe la esclavitud como en aquellos tiempos.
Pero seguimos siendo esclavos. Del sistema o del Señor... Permítame explicarle:
Si aceptamos ser esclavos de Cristo (como se llamaba Pablo), tenemos la certeza que Él correrá con nuestros gastos. Él se hace responsable de cubrir todas nuestras necesidades. Y las de nuestra familia. Como Amo, Él es perfecto. Y justo. No solo nos provee de lo que necesitamos todos los días, sino también nos defiende de nuestros enemigos. Nos cubre con su Protección. Nos asegura nuestro bienestar. Nos garantiza nuestro futuro... Solo hay un requisito: que nos horaden el corazón... con Su Palabra. Que la lezna de Su Palabra traspase nuestro corazón y quedemos sellados como propiedad Suya. A partir de ese momento ya no nos pertenecemos. Pertenecemos al Amo. Todo lo que queramos hacer podemos hacerlo pero con Su Permiso. Si Él dice que sí, hagámoslo. Si Él dice que no, ni lo intentemos. Ese es el trato. Él manda.
Pero está la otra opción. Yo decido si el año de remisión me voy a disfrutar de mi libertad. ¡Malas noticias! Afuera me estará esperando el mercader para apresarme, llevarme al mercado de esclavos para que algún desalmado me compre y me haga servirlo sin ninguna paga, sin ninguna protección, sin ninguna provisión.
Entonces: creo que debo pensar bien a quien quiero servir: A Dios o a las riquezas... O sirvo a Dios o sirvo al diablo. O me hago esclavo de Cristo o me esclavizo a don Sata...¿Sabía esto...?
 

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