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Mostrando entradas de febrero, 2021

BASTANTE O ABUNDANTE

  Génesis 33:9-11 “Y dijo Esaú: Ya tengo bastante, hermano mío; quédate para ti lo que es tuyo.  Pero Iaakob insistió y le dijo: Si he hallado favor ante tus ojos acepta mis dádivas… pues Elohim me ha colmado de bienes y los tengo en abundancia…” (La Unidad) Bueno, creo que voy a caer mal si alguien no entiende las formas en que Dios bendice a aquellos que han decidido seguir sus caminos, obedecerlo, honrarlo y tomarlo en cuenta en todos sus actos. Porque no es un secreto que muchos cristianos trabajan duro para lograr hacer “sus cositas” a base de esfuerzo, sudor y lágrimas. Fundan su prosperidad a costa de abandonar muchas veces su descanso, su familia y hasta su salud. Creyendo que trabajar duro hará que prosperen y se llenen de cosas materiales. Si, es cierto que van a la iglesia, cantan sus coritos y hacen sus oraciones pero en su corazón no tienen a Dios en cuenta. Porque depender de Dios es una cosa y creer en Él es otra. Están los otros que en todo dependen de Dios. Le co

DINA Y SU CURIOSIDAD

  Génesis 34:1-2 “Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país.  Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró” Aquí hay mucha tela que cortar.  A veces le echamos la culpa al Señor de lo que nos sucede, pero no nos damos cuenta que somos nosotros mismos quienes nos ponemos en situaciones de peligro.  Como humanos pecadores, nos gusta a veces andar en el filo de la navaja.  Nuestros deseos carnales nos dominan y nos hacen comete hechos que nos dañan, nos duelen y provocamos dolor en las personas que decimos amar. Dos preguntas surgen de este pasaje y de la tragedia que le sucedió a esta muchacha, hija del patriarca Jacob: Primera: ¿Como es que el padre Jacob no controló la conducta de su hija? ¿Por qué no le enseñó el peligro que entrañaba salir de su entorno cultural, social y familiar? ¿Por qué no le enseñó el temor al Dios que adoraba? Y, si lo hizo, ¿Por qué no vi

INGRATITUD

Exodo 32:2 “Y les dijo Aharón: Quiten los aretes de oro que están en las orejas de sus mujeres, de sus hijos y de sus hijas, y tráiganmelos” Es inconcebible como nosotros los padres podemos poner en peligro el sustento de nuestras esposas y de nuestros hijos cuando nos vamos tras el pecado.  El hombre, dice la Biblia, es “como buey que va al matadero” sin darse cuenta que va a ser degollado por sus bajas pasiones y no piensa en las consecuencias de sus actos hasta que ya es muy tarde. En todas partes y en muchos lugares, cada fin de semana se ve a hombres y mujeres disfrutando en los antros de vicios hasta altas horas de la noche sin ponerse a pensar en los que están en casa esperando el pan que les alimente y les nutra.  Sin pensar, lógicamente, en el Pan de Vida que es Jesus.  Eso no entra en su ecuación. Lo que el hombre quiere es vivir el hoy sin pensar en el mañana. Y nuevamente el egoísmo varonil se pone de manifiesto cuando no conocemos la Verdad. Es por eso que vivimos

LO QUE SIEMBRE, ESO SEGARÁ

Génesis 37:32  “…y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no” A ver si con esto aprendemos la lección: Todo lo que sembramos cosechamos.  La ecuación es simple. La historia de Judá es interesante con respecto a su vida familiar. Uno de los hijos de Jacob, cuyo nombre significa “el que confiesa” o “el que alaba”. Esa mezcla de significados tiene mucho que ver con su vida. Les contaré su experiencia, a ver si encontramos alguna similitud con la nuestra: Cuando están en el momento de hacerle daño a su hermano pequeño José, allá en la cisterna, a Judá se le ocurre la brillante idea de matar un cordero, manchar con su sangre las ropas de José y llevarlas a Jacob para hacerle creer que una fiera lo había matado. Usted conoce la historia. Mintió descaradamente. Hizo sufrir a su padre haciéndole creer que su hijo había muerto. No le importó la angustia ni el luto del anciano. Sus palabras fueron

ACERCANDOSE

  Éxodo 3:3-4 “Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” Dios tiene sus caminos tan perfectos que no nos damos cuenta cuando Él quiere hablarnos. Pasamos de largo cuando vemos señales o cuando una palabra penetra nuestro interior y no le prestamos la debida atención. Y entonces decimos: “hoy no me habló el Señor”. Craso error mis hermanos. Dios siempre quiere hablarnos y de hecho, siempre nos habla. En un amanecer, en una salida del sol, en un atardecer o en el canto de un ave, una sonrisa de alguien o una tierna mirada de un ser amado. Es el lenguaje que Dios usa para hacernos saber que él está dispuesto a tener un diálogo con nosotros.  Pero, oh desilusión: estamos tan afanados con las cosas diarias de la vida que no le prestamos atención a su mensaje de amor. Moisés no fue así. Él estuvo atento a s

LIMPIANDO GAVETAS

Bueno, hoy es el último día del año 2020. Y en cuanto me senté a escribir, lo primero que me vino a la mente es que debo limpiar las gavetas de mi escritorio. Abrí la primera y encontré un montón de papeles que ya no recuerdo por qué los puse allí. En otra tengo unos llaveros que alguien me regaló y que nunca usé, también encontré cables de computadora, cargadores y un sin fin de cosas que ya olvidé para qué sirven… En mi corazón también tengo algunas gavetas que vaciar… Tengo que desocupar espacios en donde guardé amistades que creí que eran sinceras. En algunas gavetas de mi corazón guardé por mucho tiempo la esperanza de que alguien que dijo que me amaba lo demostrara pero no obtuve pruebas de ello. Personas que se cruzaron en mi camino y dejaron algunas huellas de mentiras, traición y dolor. Tengo que sacarlas de los rincones de mi alma porque me estan abultando la existencia y no vale la pena recargar mi vida con esos recuerdos.  Otros que caminaron conmigo por un tiempo hac

ELLA DIJO "SI"

  Génesis 24:58 “Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré” El matrimonio es un paso de fe. Se necesita mucha fe para que la mujer diga “si, si quiero” y de parte del hombre -pero del verdadero hombre-, mucha más fe para creer que podrá soportar los rigores que el matrimonio exige: fidelidad. Esfuerzo. Provisión. Protección. Cuidado y servicio.  Cuando el siervo de Abraham le pidió a la familia que le dieran a la muchacha para llevarla a la casa de su dueño, el hermano Labán y el padre le hacen una única pregunta y ella responde con una única respuesta. “¿Te vas con él?” y ella, sin dudar, respondió: “Si, me voy”.  ¿Sabía ella a qué lugar de la tierra se iba a ir a vivir? ¿Estaba segura de poder vivir fuera del seno materno? ¿Sabría ella que el carácter del esposo iba a ser el correcto? ¿Que iba a ser tratada con la dignidad y el respeto que se merecía? ¿Que iba a tener a su lado a un hombre fiel, fuera de las costumbres “normales” de s

BUSCANDO ESPOSA

  Génesis 24:43-44 “…he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro, y ella me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la mujer que destinó Jehová para el hijo de mi señor” Si los padres de hoy hicieran lo que hizo este siervo de Abraham para buscar esposa para su hijo, “otro gallo nos cantaría” en lo referente a la moral, ética cristiana, educación, principios y espiritualidad. Porque, aunque les duela, mis queridos lectores, los padres hemos descuidado el papel tan importante que debemos jugar en la escogencia de esposas o esposos para nuestros hijos. No prevemos que el matrimonio de nuestros hijos debe perdurar para toda la vida, no solo para algunos meses o si mucho, algunos años y luego el rompimiento. Se nos olvida que Dios aborrece el divorcio, y, aunque hoy está de moda incluso entre los mismos pastores, no debemos caer en e

LOS OJOS

Génesis 24:29-30 “Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a la fuente. Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana…” ¿Quiere usted conocer a alguien por dentro sin necesidad de hacer una disección? Solo vea donde pone sus ojos.  Los ojos son el espejo del alma. Es a través de nuestros ojos que se manifiesta lo que bulle dentro de nosotros.  Odio, rencor, tristeza, dolor o alegría son algunas de las emociones que se reflejan en los ojos de las personas. Y es lo que tenemos dentro del alma.  Hoy, a causa de las mascarillas es difícil ver una sonrisa, a menos que veamos los ojos de quien la lleva puesta. Porque a través de ellos podemos saber si nos están sonriendo o no. Los ojos sonríen cuando el alma ríe. También es cierto que los ojos lloran cuando el alma sufre. Jesus, cuando quería enseñar algo profundo a sus discípulos dice la Escritura: “…y viéndolos a los ojos…” También nos advirtió algo: “…cuiden bien

CORRUPCIÓN

Hubo una vez, en un país remoto un presidente de mucha y alta alcurnia. Fue educado en una de las universidades más famosas del mundo, Harvard, Alma Máter de muchos reyes y príncipes europeos quienes estudiaron en sus aulas. Pues bien, este caballero de algún remoto lugar, logró alcanzar la meta más alta de cualquier político: llegar a ser presidente de una nación. Por su palmarés educativo se esperaba que fuera un modelo de virtud, honradez y alta moral. El día de su investidura presidencial, estuvo rodeado de sus amigos de la Universidad. Príncipes y reyes de otras naciones. Fue una fiesta a todo dar. No se escatimaron gastos para hospedarlos y protegerlos. El país estaba orgulloso de su gobernante que se codeaba con esa clase de personalidades. Pero, ¡oh! desilusión: al poco tiempo de haber entregado el puesto, fue enjuiciado por corrupción.  ¿Cómo una mente tan brillante, con una alta educación, egresado de una de las mejores Universidades del mundo haya fallado tanto en su ho

LA CUEVA

  1 Reyes 19:9 “Allí entró en una cueva y pasó en ella la noche; y he aquí, vino a él la palabra del SEÑOR, y El le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” La cueva era puro dolor: Paredes húmedas por el agua filtrada, oscura, polvo acumulado por doquier por el paso del tiempo, una tristeza que lo cubría todo como una pátina.  Casi podía olerse en los rincones un olor a fracaso, olor a depresión, se pensaría que así debía sentirse una tumba desde adentro.  Porque en las tumbas solo habita la muerte.  Y en aquella cueva también. El hombre que se había refugiado en ella no quería vivir más.  Estaba cansado, agotado por las incertidumbres de su vida. No lograba que el pueblo al que había sido enviado creyera en un Dios Fiel y Poderoso. Habían decidido seguir creyendo en ídolos mudos, sordos e impotentes para atender a sus necesidades. Cansado de luchar contra corriente, se había refugiado en esa cueva a esperar la muerte. Porque muerto de miedo ya estaba. El mensaje que había recibido era clar