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Mostrando entradas de diciembre, 2022

EL NIÑO Y EL VIEJO

Marcos 10:13-14   “Y le traían niños para que los tocara…”   “Dejad que los niños vengan a mí…” Ah, lo niños… ¡Quien comprendiera lo que es ser niño…! Jesus se dio cuenta de algo que no le gustó, cuando sus propios discípulos estaban evitando que los niños se acercaran a su Maestro.  Jesus los regañó duramente porque ellos, los viejos, no querían permitir que Jesus los tocara.  Los “grandes” no querían dejar que los pequeños, los niños, fueran tocados por las santas y preciosas manos de Jesus. ¡Cuánta dureza de corazón!  ¡Cuánta indiferencia hacia los niños!   Es lo mismo que sucede hoy en día en muchas iglesias “formales”, llenas de adultos, llenas de hombres y mujeres maduros, de tan maduros que ya están duros, sus cáscaras religiosas les han quitado la suavidad del alma, la ternura del corazón y la sensibilidad del espíritu. Jesús les regañó porque los adultos no estaban permitiendo que Jesus tocara el alma inocente y pura de los niños. Ellos pretendían que esos niños tu

APRENDAMOS LA LECCIÓN

  2 Crónicas 12:7-8   “Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré, sino que les concederé cierta libertad y mi furor no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a mí y servir a los reinos de los países” Nos quejamos que Dios no nos bendice. Lloramos de dolor e impotencia porque vemos nuestras vidas financieras al borde siempre de la línea roja de la quiebra.  Nos angustiamos cuando vemos que apenas llegaremos a fin de mes sin poder cancelar todos nuestros compromisos. En fin, la angustia y el estrés que todo eso conlleva consume nuestras vidas, nuestra salud y nuestra paz familiar.  Algunos se dan por vencidos y se van al mundo. Otros buscan un traficante humano para que los lleve a otro país en busca de la solución que necesitan para su bienestar familiar. Si, todo por la familia. Todo por sustentar la esposa, los hijos y

¿ESTAS SEGURO?

  Mateo 8:19-20 “Y un escriba se le acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Y Jesús le dijo*: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” La mayoría de las personas que abandonan el Camino, los que dejan la Iglesia, los que se aburren y se cansan de escuchar lo mismo cada semana, ignoran que el Señor les hizo una advertencia como condición para seguirlo. Lo que sucede y es una pena decirlo, es que una buena parte de evangélicos han aceptado al Señor como su Salvador obligados por las circunstancias, por herencia familiar o por alguna necesidad que en el momento de “levantar” la mano estaban atravesando. Es por eso que lo reciben como su Salvador personal, pero no su Señor.  Porque si lo hubieran aceptado como su Señor que es él por antonomasia, nunca se alejarían de su lado, sencillamente porque el verdadero señor de sus vidas, al final, los convence de alejarse del Señor Jesus.  En otr

¿POR QUÉ SE FUERON?

Juan 8:6-8   “Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra” El día está amaneciendo, los primeros rayos de sol están saliendo por el oriente y solo se escucha el leve trinar de los pájaros que están despertando del letargo de su larga noche en los dinteles de las ventanas del Templo. El ambiente está cargado. Se respira algo como plomizo por todo lo que está sucediendo en el patio del Templo. Todos guardan silencio ante el duelo que se está llevando a cabo entre dos fuerzas invisibles: El mal contra el Bien. La ingratitud contra la Bondad. La Ley contra la Gracia. Los fariseos han puesto a Jesus entre la espada y la pared con sus juicios legalistas. Han traído a una mujer encontrada en adulterio. Han madrugado para llevar a cabo sus ingratos planes de avergonzar y acorralar al Mesías

¿QUÉ PODEMOS HACER?

  Mateo 17:16 “Y lo traje a tus discípulos y ellos no pudieron curarlo…” El niño había nacido bien de salud, con todas sus facultades funcionando correctamente. Había ido a la escuela en sus primeros años. Era el amor de sus padres. Ambos lo amaban y lo mimaban con mucha ternura y amor.  Pero de pronto todo cambió. No sabemos qué fue lo que sucedió en su casa o su entorno pero sus vidas dieron un vuelco inesperado. Fue como caer en un precipicio sin fin y la caída había sido como en bucle indetenible.  El niño no volvió a ser el mismo. Una fuerza extraña y poderosa se había adueñado de su cuerpo y su voluntad. Unas veces lo echaba en el agua y otras en el fuego, amenazando con acabar con su tierna vida. Ahora el padre lo lleva a los discípulos de Jesus creyendo lo que todos creen: que así como es el Maestro son los alumnos. Lo lleva para que lo sanen, para que hagan con su hijo lo que ningún médico ha podido hacer.  Este hombre indudablemente ha seguido de cerca las acciones del

¡QUÉ MUJER MÁS VALIOSA!

Génesis 38:14 “…porque veía que Sela había crecido, y ella aún no le había sido dada por mujer” Viuda, hermosa y llena de sufrimientos. La vida se le está pasando, su condición biológica está a punto de expirar y su matriz muy pronto dejará de ser fértil. El hombre que le prometió darle a su último hijo, Sela, no le ha cumplido su promesa. Y ella sabe que tiene que hacer algo. Hacer lo que ninguna mujer se atrevería con tal de lograr su cometido. Ser madre, para ella, era la prioridad número uno. Así tenga que rebajarse al extremo de la condición social. Su suegro, Judá, se ha olvidado o no ha querido exponer a su hijo a la posible muerte si se casa con ella. Y tiene cierta razón: Ya se han muerto dos de sus hijos y no quiere exponer al último que le queda.  Así que le dice, como para tapar el sol con un dedo, que se espere. Que espere que Sela crezca para dárselo por esposo y que le levante posteridad de su linaje. Es la ley del Levirato la que les obliga tanto a Judá como a ella

UN VALIENTE MAS (Otro poco de mi)

  2 Samuel 23:15   “David sintió un gran deseo, y dijo: ¡Quién me diera a beber agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!” No, me cuesta entender como hay cristianos que ignoran el llamado del Señor cuando les quiere enviar a dar su Palabra a quienes les necesiten. O cuando les quiere usar en su Reino. Con mucha pena y con vergüenza debo contarles que he sabido de predicadores que antes de ir a alguna congregación a predicar preguntan cuantas personas se reúnen, cuanto dura el culto y lo mejor, cuanto darán de ofrenda.  Me parece ridículo y aberrante que hagan ese tipo de preguntas cuando en realidad es un honor que Dios quiera usarlos como sus mensajeros para bendecir al pueblo que él desea bendecir. No, no lo entiendo. Pero así es el mundo cristiano. Parece que estoy en contra del evangelio cuando escribo estas cosas que permanecen ocultas para la mayoría de las personas que asisten a las iglesias y que estoy desprestigiando la fe y el evangelio de Cristo. Pero me sien

LAS TINIEBLAS

Éxodo 10:22   “Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días” Siempre hemos creído que Egipto sufrió unas tinieblas suavecitas y sin ninguna impresión que fuera impactante.  Pero los estudiosos del Antiguo Testamento nos explican que no fue así. Fueron unas tinieblas tan espantosas que por tres días los egipcios no se pudieron mover. ¿Por qué no se pudieron mover? ¿Qué tenían esas tinieblas como para dejarlos quietos en el lugar donde se encontraban al momento de caer dichas tinieblas?  Es que era una cosa tan pesada -dicen-, que parecía gelatina negra. Los envolvió de tal manera que el que estaba de pie no se podía mover, ni el que estaba sentado o el que estaba acostado. ¡Setentidos horas inmóviles totalmente y aislados de todo y de todos!  Debió haber sido algo espantoso de verdad. Y, ¿que tiene que ver esto con nosotros?  En este suceso hay una gran lección para nosotros. Es que lo que le sucedió a los egipcios como

EL QUE ESTÉ CONMIGO...

Éxodo 32:26  “se paró Moisés a la puerta del campamento, y dijo: El que esté por el SEÑOR, venga a mí” Siempre que hay una crisis moral, espiritual o de fe, el Señor hace una pregunta: ¿Quién está conmigo?  Todo porque el ser humano, incluyendo una buena parte de evangélicos de este tiempo le han dado la espalda al Dios que los ha bendecido, escogido como una nación santa y para ser sus testigos.  Las conciencias de muchos se han materializado de tal manera que se están olvidando de los mandamientos y preceptos del Dios de quien dicen depender. Es fácil engañarse con los espejismos que el mundo ofrece.  O por nuestros propios deseos de vivir independientes de Dios a menos que tengamos una necesidad que no podamos resolver entonces, acudimos a Él en busca de ayuda la cual muchas veces ya no encontramos por haberle dado la espalda en los tiempos de bonanza. Eso sucedió en el desierto en los tiempos del éxodo. El pueblo había estado cautivo por cuatrocientos años en Egipto, sufrie

EL MISTERIO DEL COCO

  Juan 15:5   “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer” La Biblia nos dice que los cielos cuentan la Gloria de Dios.  También sabemos que todo lo que está en la naturaleza nos habla de su Creación, de su Poder y su propósito.  Los árboles, las plantas y todo lo creado nos dan un mensaje del inmenso Poder de Dios para que aprendamos de ellos. Es por eso que muchas veces las plantas o los animales son más listos que nosotros. Ellos tienen dentro de su ADN algo que les impulsa a buscar la sobrevivencia en medio de la selva llena de depredadores y malas bestias. El ser humano, en cambio, busca su autodestrucción.  Lo vemos en los centros comerciales llenando su estómago con comida chatarra que saben que les hará daño pero siguen consumiendo una basta cantidad de calorías que a la postre serán su destrucción. O que tal aquellos que se consumen internamente fumando sus cigarrillos desde que se levantan

NUESTROS FRACASOS

2 Crónicas 20:12 “…y no sabemos qué hacer…” Si usted, como yo, ha estado en algunos momentos sin saber qué hacer ante ciertas circunstancias, temores, miedos y pagos urgentes, y hace su inventario y se da cuenta que no alcanza a cubrir lo que necesita, bien venido al club del rey Josafat.  Josafat era rey. Tenía todos los recursos necesarios para ir a la guerra en el momento que ésta se presentara. No necesitaba, digamos, de tanta ayuda del Señor. Soldados a granel. Armas de última generación para su tiempo. Generales estrategas para armar cualquier ataque al enemigo. Y, sobre todo, contaba con la Presencia de Dios que le había dicho a través del profeta que él estaría a su lado siempre. Entonces: ¿por qué sintió miedo cuando los moabitas, amonitas y los meunitas se aliaron para pelear contra él y entró en pánico?  ¿Cómo es que siendo tan poderoso y bendecido por Dios ahora que tiene que enfrentar a tres poderosos ejércitos que no lo superaban ni numéricamente ni en capacidad mil