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Mostrando entradas de enero, 2020

DESAYUNANDO CON JESUS

Juan 21:3 “Simón Pedro les dijo*: Me voy a pescar” Por mi ventana entra el sonido de la hermosa y pragmática canción de Bob Seger “Against the Wind” (Contra el Viento) y me trae a la memoria el episodio de un hombre que vivió la noche màs larga de su vida. Como Bob canta, nuestro protagonista también corría contra el viento.  Es media noche. El hombre no ha logrado conciliar el sueño por lo que hizo días atràs. Cometió el pecado que nunca esperò cometer. Negó a su Maestro. Vio su rostro ensangrentado. Su espalda lacerada por los latigazos romanos. En su mejilla aún colgaba el escupitajo que algún soldado desalmado había vomitado sobre èl.  Había sido advertido de lo que iba a hacer pero èl no se creyó capaz de hacerlo. Pero lo hizo. El gallo cantó y en ese momento la mirada triste y dolorida de su Señor volteó a verle con la ternura y compasión que siempre tenía para aquellos que como èl, su discípulo, hacían cosas que laceraban su alma.  En ese instante, Pedro se

SOMOS MAYORDOMOS, NO DUEÑOS

                                       Gènesis 39:9 “no hay otro que tenga mayor autoridad en esta casa como yo, y no me ha prohibido nada de lo que tiene, sino a ti, porque eres su esposa” (Versión La Unidad) Bueno, seamos claros: No somos dueños, solo mayordomos. Esta frase si no la entendemos en su contexto puede convertirse en un estorbo para no comprender el papel que jugamos los lìderes en la Iglesia. O los hombres en el hogar. No es un secreto que muchos de nosotros, los pastores, nos hemos encumbrado tanto en el ministerio que el Señor nos ha confiado que hemos llegado a pensar que sin nosotros la Iglesia no puede estar en pie. La ínfulas de orgullo y petulancia nos han llenado el corazón al hacernos creer que somos el Non Plus Ultra de la congregación y que todos deben rendirnos pleitesía.  Nada màs errado. Jesus dijo que el que quiera ser grande que se haga pequeño. Que Èl no vino a ser servido sino a servir. Y nosotros los que nos jactamos de ser sus seg

LA ÒRDEN DE JESUS

Mateo 28:20 “enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” Juan 2:5 “Su madre dijo* a los que servían: Haced todo lo que El os diga” Indudablemente, a los pastores aún nos falta mucho para poder ser lo que debemos ser: Mensajeros del Señor para el pueblo. No estoy descubriendo el agua azucarada. Es lo que se ve y lo que se hace hoy en dìa en muchas congregaciones en donde se debiera predicar lo que Jesus ordenó y no lo que creemos nosotros los pastores que debemos enseñar. Si algo ha dañado tremendamente a la Iglesia, es el estilo de los mensajeros que no estamos entregando el verdadero mensaje de Jesucristo. Hemos hecho nuestras propias teologías y las hemos acomodado al gusto del pueblo que sostiene los edificios con sus ofrendas. Y, con vergüenza hay que aceptarlo, los gustos del pastor y sus ayudantes. Fiestas, carnavales, festejos mundanos, desfiles de moda, el super padre, la super mamá, la super hija y un largo etcétera se celebra hoy en la congregación en donde lo ú

EL FRACASO DE SARA

                            (Este escrito nació después de una plática con mi esposa Marìa Elena) Gènesis 16:6: “Y Sarai la trató muy mal y ella huyó de su presencia.” Bueno, para el pueblo de Israel, Sara es una de las matriarcas màs importantes de su gènesis como pueblo del Señor. Es cierto. Sara es un ejemplo de virtudes y extremadamente sujeta a su esposo Abraham. Además es la madre biológica de Isaac, de quien viene la promesa que Dios le hizo al patriarca con respecto a su descendencia. Pero Sara no fue perfecta. Tuvo sus momentos -como toda esposa-, en los cuales negó rotundamente su fe en el Creador, en el Señor que les había hecho promesas maravillosas. Sara fracasó en varias cosas, pero la màs importante fue que nunca mostró la gracia y misericordia que Dios había tenido con ella a su sierva Agar. Primero la utiliza para que Abraham tuviera un hijo con ella. Está bien. Es asunto puramente cultural. Los siervos eran propiedad de los amos y estos eran dueños

SOMOS LA ÙLTIMA GENERACION (60+)

Jueces 2:10 “y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al SEÑOR, ni la obra que El había hecho por Israel” Tristes palabras que  nunca han cobrado tanta realidad como hoy. La generación que se levantó después de la muerte de los padres que sobrevivieron a Josué ya no recordaban nada de lo que el Señor había hecho con ellos durante su travesía por el desierto. Ya no daban gracias al Señor por todo lo que recibían en la Tierra Prometida. Ya no preguntaban qué significado tenían aquellas doce piedras levantadas en medio del río Jordán. Ya no oraban por el pan de cada dìa. Lo daban por recibido como una obligación de Dios hacia ellos. Fue una generación ingrata. Mal agradecida. Hedonistas, Paganos. Despreciadores de las cosas de Dios. Ingratos y muchos epítetos màs. Y eso me trae a la memoria los días que estamos viviendo hoy en dìa incluyendo a muchos jóvenes que se dicen cristianos, pero son cristianos por herencia, no por convicción. Nuestros jóvenes