Entradas

Mostrando entradas de junio, 2021

¿AMAR A DIOS O SERVIR A DIOS?

Lucas 10:39-40  “Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos…” “Venga al Altar y acepte a Jesucristo como su Salvador personal. Hable con él y dígale que le perdone sus pecados y usted inmediatamente pasará a formar parte de los hijos de Dios. Sus pecados serán borrados de su pasado, usted es una nueva criatura”. Los diáconos están a la espera de los que pasan a aceptar al Señor para darles instrucciones y un separador de Biblia como regalo. Los llevan a un cuartito en donde les explican los pasos a dar para lograr la salvación y el perdón de sus pecados. Ahora que usted es salvo, tiene que bautizarse, así que anotan su nombre en una libreta y le esperamos el domingo tal a tales horas para que baje a las  aguas bautismales.  Ese Domingo, después del bautismo, el mismo diácono le está esperando con su toalla y lo vuelve a llevar a otro cuartito para explicarle el paso a se

¿EN DONDE PERDIO SU PASION?

2 Timoteo 1:6  “Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos” Hay personas que anhelan casarse. Como pastor, he bendecido a muchas parejas que sueñan con su matrimonio, hacen preparativos, ahorran dinero para los gastos y viven emocionados porque al fin tendrán con ellos a la persona que han deseado tener por mucho tiempo. Se casan. Fundan su hogar y luego su familia. Pasan los años, no muchos, pero con el devenir del tiempo se empiezan a acumular las deudas, los problemas con los hijos, las dificultades entre los esposos, las diferencias en los asuntos a veces sin importancia y la pasión que antes se mantenía encendida y que los hacía disfrutar su matrimonio empieza a disminuir.   Largos días aburridos. Ya no hay tema de conversación. No se toman de las manos cuando andan en la calle. Ya no hay miradas de amor. Ya no hay toques que sin ser eróticos no dejan de ser tiernos. Los “te amo” se han extinguido y ya no se escuc

EL CAPITAN Y JONAS

  Jonás 1:6  “Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos” Bueno, a veces los cristianos perdemos el norte.  Se nos olvida para qué y por qué somos hechos hijos de Dios.  Perdemos el interés por mostrar sus Virtudes y nos volvemos como los gentiles que se preocupan por cosas materiales y olvidamos las espirituales. El peligro de ser desobedientes al Señor es que poco a poco vamos perdiendo la sensibilidad para escuchar su Voz y para obedecer sus instrucciones.  Y eso acarrea problemas no solo para nosotros mismos pero también para quienes nos rodean.  En una familia puede haber un hijo desobediente, carnal y dado a los vicios. Aunque no le guste a algunos padres o madres especialmente, ese hijo puede ser el causante que en esa casa se pierdan las bendiciones del Señor.  Ese hijo o hija rebeldes son los que causan los males que en un hogar se puedan estar dando. Es por es

MIEL EN EL CADÁVER

Jueces 14:8  “Cuando regresó más tarde para tomarla, se apartó del camino para ver el cadáver del león; y he aquí que había un enjambre de abejas y miel en el cuerpo del león” No podremos comprender muchas veces por qué nuestros matrimonios se van opacando con el tiempo. La ocupaciones, los problemas, las dificultades con los hijos, con el dinero y con nosotros mismos, van provocando muchas veces que el matrimonio se vaya oxidando poco a poco y ni cuenta nos damos cuando las cosas entre la pareja empiezan a rechinar. La apatía, el miedo al fracaso, el poco interés en confrontar nuestras actitudes, el abandono de nuestros malos hábitos y molestias van causando malestar en los dos.  Y, como efecto dominó, también los hijos empiezan a sufrir el problema aunque no son capaces de poder expresar qué les asusta o qué les infunde miedo. El matrimonio ha empezado a morir.  Se ha muerto el romanticismo, la amistad, el compañerismo.  Se ha muerto el compartir nuestras dudas y problemas. 

PADRES HUERFANOS

  Hace unos años, impartiendo un seminario para matrimonios en alguna congregación de esta tierra El Salvador, hablaba sobre el estigma que muchos padres tienen con sus hijos a causa de la mala enseñanza, mala educación familiar y la ignorancia de los roles que cada uno de los padres debe jugar en la crianza de los hijos. Allí nació este titulo.  Porque estábamos hablando sobre el fenómeno que existe en nuestra sociedad en la que vemos a muchos hijos huérfanos de padre o madre.  Muchos padres han emigrado a otros países para buscar el pan de sus hijos, dejándolos abandonados a veces a su suerte, quedando encargados a un hermano mayor para que se haga cargo de sus hermanitos mientras ellos, los padres, van en busca del sustento. Otras veces los niños quedan a cargo de una tía o abuela para que los sostenga, pero en sus almas inocentes y puras, muchas veces no logran comprender por qué fueron abandonados en otra casa, bajo otro techo y en los brazos de una mujer que no es su madre.

EL SER HUMANO Y LAS MASCOTAS

Curioso el título, ¿verdad? Permítame explicarme: El hombre no se ama. Lo podemos ver en muchos estadios de la vida cotidiana. Cada mañana Juan se levanta temprano, se prepara para otro día de trabajo y se arregla para salir a buscar el bus que lo llevará a su cuadra en donde está la empresa para la que trabaja. En unos minutos, la parada del bus empieza a llenarse de otras personas con el mismo pensamiento. Todos esperan el bus para que puedan llegar a tiempo o temprano a sus labores.  De pronto, a la vuelta de la esquina, aparece el tan anhelado bus. Todos se apretujan para ser los primeros en entrar y lograr un buen asiento. Codazos, empujones, insultos, golpes y otras cosas se empiezan a ver en aquel grupo homogéneo que hasta hace unos minutos quizá platicaban amistosamente, sonreían y estaban calmados. ¿Que pasó? Cada quien mira por su interés en subir al bus y los demás que vean como se las arreglan. Se acabó la cortesía, la amistad, las sonrisas y lo aparentemente bueno

TRES EN UNO

Sí, pero no les voy a hablar desde el punto espiritual: Alma, Cuerpo y espíritu. No. Quiero compartir estos pensamientos de nuestra trilogía personal. Íntima. Privada y muy pocas veces pública. Veamos: En cada uno de nosotros hay tres personas: La que ven los demás. La que vemos nosotros y la que ve Dios.  ¿A cual de las tres le vamos a dar méritos?   Porque no es un secreto que aprendemos a fingir lo que no somos desde que éramos pequeños. En nuestra casa. Cuando nuestros padres le decían a la tía que llegaba a visitarnos y ella opinaba que éramos los niños más hermosos y bien portados del universo.  Nuestra mamá decía obligadamente: “tú dices eso porque no lo conoces”. Y es que cuando llegaban visitas aprendimos a fingir lo que no éramos.  Y eso nos llevó a crear el hábito que delante de los demás teníamos que portarnos como angelitos.  Luego llegamos a la vida adulta y seguimos fingiendo. Lo hacemos en la Iglesia, en la oficina y en nuestro lugar de trabajo o estudios. Es

ALGO HAY...

  2 Reyes, 4:2 “Dime qué tienes en casa” Bueno, la verdad es que muchos cristianos viven bajo el nivel de la fe. De la fe genuina por supuesto. La gran mayoría viven por fe pero por fe en su trabajo, en su salario, en sus fuerzas y en sus opiniones. Comprender la Escritura no es asunto de teología.  Hay muchos pastores buenos para la teología pero muy malos para creer en el Dios que dicen que han estudiado. No, no los critico. No estoy en contra de los estudios. Yo mismo he hecho algunos estudios para aumentar mi acervo bíblico, pero no para suplir mi fe. Porque la Biblia no dice que por estudiar teología viene la fe, no, ésta viene por escuchar la Palabra de Dios. Punto. Bueno, pero mi intención no es enfrascarme en opiniones sobre asuntos de estudios. Cada quien tiene que ver como construye, como dijo Pablo. Lo que quiero escribir este día es algo que me llamó la atención cuando volví, por enésima vez, leer este texto que está escondido en la Escritura.  Por eso es que necesi

SI, EL TIEMPO SE VA, AMIGOS...

El hombre pasa muchos años trabajando para darle forma a su casa. Llenarla de cosas de última moda, llenarla de artefactos que muy pocas veces usan.  La esposa sale temprano para poder trabajar y reunir el pago mensual al banco. Pide por Amazon todos los aparatos que necesita para su cocina, aparatos que nunca usará y para llenar su closet de ropa que quizá nunca se ponga. Otros pasan años estudiando sus doctorados, sacando más títulos porque les han dicho que esos papeles dan estatus, dan poder y dan dinero. Cuando vienen a darse cuenta, no fueron más que pergaminos por los que pagaron grandes cantidades de dinero y nunca lo recuperaron porque los préstamos les ahogaron la vida.   Pero todo eso lo hicieron para darle a sus hijos una mejor calidad de vida.  Que no tuvieran necesidad de nada. Que su vida les fuera más fácil. Suntuosidades que la vida nos ofrece y que muchas personas adquieren porque sí, porque hay que tenerlas aunque nunca tengan tiempo para darles el uso adecua

LA ADVERSIDAD

Bueno, ¿y sirve para algo la adversidad?  ¿Sirve de algo que cuando uno hace planes en donde espera que todo le salga bien, de pronto un tsunami de problemas le cae encima?  ¿Le será útil a alguien que se ha casado con amor, emociones y con planes de que todo irá como un rio en calma, de repente se vuelve como un mar tormentoso, lleno de olas gigantes que amenazan con hacer naufragar el sueño dorado? La adversidad es parte de la vida.  Es parte del plan de Dios para nuestras vidas porque sin ella no forjaríamos carácter, no aprendemos a luchar, a esperar para dar el golpe maestro que nos ayude a salir a flote. La adversidad es enviada por Dios para probar que solos no podremos salir adelante.  Es cuando el hijo se enferma.  Cuando tiene usted que vivir en una familia disfuncional luchando todos por ser el primero en la mesa.  La adversidad se presenta cuando usted de pronto amanece en la cama de un hospital conectado a unos aparatos con lucecitas rojas y azules que no sabe para

PRINCIPIO Y FIN

Job 8:7  Job 8:7  “Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande” A nadie le gusta empezar de cero. Todos quieren empezar desde arriba. El rico quiere siempre ser más rico y el pobre quiere ser rico. A nadie le gusta el esfuerzo o esperar el tiempo de llegar arriba. Es asombrosa la capacidad humana para querer ser grandes. La grandeza es algo innato en todos nosotros. Los niños preguntan cuando van a crecer. O una de sus frases favoritas: “cuando yo sea grande…”  Sin dejar de mencionar que detrás de la puerta de su habitación tiene el dichoso metro en donde se mide todos los días para ver cuánto ha crecido. Después que hemos crecido, deseamos no haberlo hecho. Queremos volver a ser niños. Para que nos consientan, para que nos hagan sentir amados y queridos. Un matrimonio, por ejemplo, si se apega a las leyes naturales de la vida, creo que son muy pocos los que empiezan con su casa propia, muebles nuevos y cosas necesarias de fábrica. La mayoría he

LA PANDEMIA

Bueno, se ha hablado mucho de la famosa pandemia. Incluso se está empezando a utilizar el término pos-pandemia, antes de la pandemia y otros para indicarnos que la famosa pandemia hizo estragos en nuestras vidas, nuestras agendas y nuestras familias. Yo no quiero tocar el tema desde el punto de vista ni científico -porque no lo soy-, tampoco desde la óptica de lo económico porque tampoco soy economista. Me dedico a la familia. Y, como estudioso del tema, mi interés en estudiar el período de la pandemia y sus consecuencias es hacer algunas preguntas al respecto: ¿Que lecciones nos dejó la pandemia? ¿Que aprendimos de nosotros mismos? ¿Cuánto logramos conocer a nuestra familia, empezando por nuestra esposa y nuestros hijos? Porque no es un secreto que todo lo cambió. Puso nuestro mundo de cabeza.  Aquellos ejecutivos que viajaban cinco días a la semana por cuestiones de trabajo, se tuvieron que quedar en casa y viajar digitalmente. La pandemia nos enseñó a usar Zoom, a reunirnos