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Mostrando entradas de mayo, 2021

CONVICCIÓN

  Job 9:26 “Olvidaré mi queja, dejaré mi triste semblante, y me esforzaré…” Mantener nuestras convicciones no es nada fácil.  La vida siempre nos presentará retos y desafíos para que nos olvidemos de nuestros principios aprendidos durante la niñez, especialmente si fueron principios que honran a Dios. Debo aclarar que no es solo para evangélicos.  A veces creemos que ser evangélico es convertirse en un paradigma para otras personas, cuando la realidad niega este concepto. Muchos evangélicos han caído en situaciones deshonestas que avergüenzan no solo el Evangelio de Cristo, sino también niegan su efectividad.  Los principios y convicciones aprendidas en la niñez no tiene nada que ver con religión. Nuestros padres seguramente nunca cursaron estudios universitarios, no visitaron los grandes templos de la educación ni se aprendieron de memoria los coritos de los himnarios de la iglesia evangélica, pero sin ninguna duda que nos enseñaron que si un gallo entraba a nuestro patio y no

QUE TE ALABE OTRO

Job 1:8 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” Hoy estamos viviendo una época en los que la gente se alaba a sí misma.  Buscan los mejores epítetos para autollamarse, calificarse de buenos y dadivosos.  Como que hay un hambre por ganar premios si no de la Academia por lo menos de algún grupo que anda siempre buscando como premiar a los que hacen algún bien. No es un secreto que la misma iglesia de Cristo no ha escapado a ese síndrome de autoalabarse. Es cierto, hacen cosas buenas entre la gente pobre que los necesita y les llenan el estómago con pan y tortillas. Siempre, detrás de ellos andan sus cámaras y reporteros tomando nota de lo que hacen. Aparecen en las noches orando por los enfermos y llevándoles una taza de café con leche para calentarles en algo la vida. Pero, ¿fue eso lo que dijo Jesus que hiciéramos sus discípulos? ¿Fue eso lo que nos enseñó

LAS FRESAS Y EL TIGRE

  Un hombre se aventuró a caminar por un bosque.   De pronto, de entre los árboles, apareció un tigre que empezó a perseguirlo. Éste, al ver el peligro que lo amenazaba, empezó a correr para huir del peligro.  El tigre también empezó a correr tras él.  El hombre corrió desesperadamente hasta que llegó a un acantilado.  En el fondo se veían apenas unos arbustos y el hombre pensó rápidamente: Si salto, me puedo salvar. Si me acobardo el tigre me mata. Tomó una decisión: Se lanzó al vacío. Pasó toda la noche colgado de una rama que sobresalía del acantilado.  Al día siguiente, cuando los primeros rayos de sol iluminaban la pared del abismo, el hombre pudo ver a poca distancia las ramas de un fresal.  Se veían jugosas, rojas como el carmín y con un aspecto delicioso. Tomó una, la saboreó con deleite, el jugo de la fresa llenó su boca y su vida de esperanza. Alargó la mano y siguió disfrutando del regalo de ese lugar.  Las fresas le hicieron tomar fuerzas y vigor.  El cansancio huyó d

UNA CANCION DE AMOR

Ya no me llamen Noemí, llámenme Mara, dijo la anciana que regresaba de la tragedia de su vida. Porque la amargura me ha visitado.  Una mala decisión en su familia había provocado la pérdida de todos sus amores. Su esposo, el compañero fiel de sus años de juventud. Sus hijos, el fruto de sus amores pasionales. Su futuro que se presagiaba amargo, lleno de soledad e infortunio. Lo único que le quedaba de su pasado era la compañía de una joven extranjera. Una joven que no conocía su idioma, sus costumbres ni su Dios. Pero allí estaba, a su lado, como una sombra que le daba el cobijo que su alma solitaria necesitaba en esas horas horribles de abandono y dolor.  Porque eso es lo que necesitamos todos en algún momento. Alguien que nos cubra con su compañía, que nos tienda la mano cuando caemos en el abismo de la apatía y la amargura del alma herida como pajarito que queda a la vera del camino con sus alas rotas.  Y la Divinidad que nunca nos abandona, inspiró en la anciana el consejo par

VERDE Y AZUL

  La mirada de sus verdes ojos, como el limo que se muestra en algunos estanques, la mujer buscaba en medio de las cabezas de los discípulos, al Hombre que liberaría todos sus miedos y temores. Blonda su cabellera al viento, su cutis un poco marchito por las horas de placer en brazos ajenos, el dolor impregnado en su alma, buscaba con ansias ver de cerca a Aquel que le habían dicho que hacía milagros a las almas tristes y acongojadas por el dolor de la vida.   La huella de un animal herido, se nota en los bosques por la sangre que deja en pos de sí, y las almas mártires y fugitivas, también dejan impresa su huella de dolores.  Y aquella mujer que, como flor marchita por el paso de la vida, necesitaba ser libre de esos espíritus que la ataban a un pasado de vergüenza, ignominia y dolor. De pronto, en medio del jolgorio de la gente, el Hombre levantó su mirada. Fue una mirada a través de unos ojos tan azules como el océano bajo la primera luz del sol que refulge en su superficie. Co

LECHE Y MIEL

El campo estaba en floración, las rosas, los claveles, los geranios, abrían sus cálices abrasados, en la tristeza negra de las hojas dormidas; sombra de arbustos cariñosos cubrían las rosas blancas, que soñaban a la orilla de los estanques verdinegros, y sobre la onda estremecida de estos misteriosos visionarios, dibujaban extraños arabescos, los cisnes, las nubes y las flores. En el ambiente se sentía el perfume que emanaba de aquella exuberante y hermosa primavera.  En el silencio inmenso y somnoliento, el sol, como un sello rojo, vertía sus cascadas de luz, desde los cielos laminados de oro, y, el lago lejano, ostentaba el fulgor metálico de sus ondas irisadas, como el dorso de un ánade, bajo el frotamiento acariciador de aquellos besos de luz que llenaban la figura solitaria y varonil del Hombre que sentado a la vera del camino, esperaba con paciencia que lo que se había escrito de Él, se cumpliera esa tarde de estío. Y, bella, hermosa como la luna en su menguante, con sus rop