Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

EL PRECIO DE SOÑAR... (Gén. 37:5)

  Dicen que soñar no cuesta nada. Pero eso no es cierto.   Si usted no tiene sueños no tiene ilusiones y, por lo tanto, no tiene futuro. Los sueños que tenemos son los trampolines que Dios usa para elevarnos, para catapultarnos hacia un horizonte de grandeza, de triunfos y de éxitos. Todos tenemos esa clase de sueños. Soñamos con llegar a ser grandes en alguna área. Grandes   como Ghandi. Como la Madre Teresa,   como Pablo de Tarso, como Luther King o Mandela.   Ellos fueron grandes soñadores que lograron metas. Impactaron su sociedad y su tiempo. Estuvieron ante reyes y gobernantes poderosos. Influenciaron multitudes y se ganaron el respeto de las muchedumbres. Todos ellos, los que menciono y muchos más, tuvieron un ingrediente en común: No claudicaron. Fueron mesmerizados por Alguien más grande que ellos.     A pesar de las amenazas, naufragios y asesinatos, no claudicaron. Y no lo hicieron porque fueron soñadores de sueños celestiales. Tuvieron la fe de que su

EL HOMBRE QUE ESPERA (Lev. 16:10)

El sacerdote ha llegado a su lugar puntualmente: Preparándose para llevar a cabo la ceremonia de purificación antes de entrar al Lugar Santo a ofrecer el sacrificio ordenado por Dios. Se lleva todo el tiempo que sea necesario para satisfacer la demanda que esto conlleva: Limpieza sacerdotal, total santidad y conducta perfecta. Es decir, lo mínimo para ser representante de un pueblo ante Dios y viceversa. Con movimientos lentos pero bien ensayados, el sacerdote cumple a cabalidad cada uno de sus deberes. Se baña, se pone sus ropas levíticas, obligadas para cada una de sus funciones, se ata las sandalias y, sobre todo, se amarra la cinta a la cintura pues está a punto de entrar a un lugar que si no está en el orden debido, puede caer fulminado por la ira Santa de ese Dios al que sirve. No hay prisas. Todo tiene que ser realizado con la mayor ceremonia posible.   Todo debe hacerse conforme el modelo que Aarón recibió en el desierto, y, aunque ya han pasado varios ci

EL HERMANO JUAN (Ecles. 9:7)

  ¡Pobre el hermano Juan…! Le engañaron los que lo evangelizaron y le hicieron creer que todo lo que hay en el mundo es del diablo. Le robaron la oportunidad de disfrutar las cosas buenas que la vida ofrece por no haber leído este verso… Desde que se "convirtió al Señor", le ordenaron que se cortara el pelo a tal altura del cuello, que se pusiera cierto tipo de camisa y de color blanco. Ah, y de manga larga. Sus pantalones debían ser solo negros, cuidadito con ponerse de otro color porque esos los hizo el diablo también… Le dijeron que no se anduviera riendo por allí, porque la risa no es de Dios, que Jesús nunca se rió,   por lo tanto, debía andar con la cara triste, como el Maestro de Galilea. Le dijeron que era pecado oír un buen tango, que era pecado leer un buen libro a menos que fuera la Biblia y con eso, que tenía que ser de tal versión, las demás no sirven… Le dijeron sus maestros que la televisión es el cajón del diablo, por lo tanto, todo lo q

EL ESTANQUE

Había una vez una ciudad, muy importante, considerada el centro del mundo porque hechos notables habían sucedido en sus colinas. Primero fue conocida como la ciudad de David, luego, como Jerusalén, la cual se convirtió en sede de la religión de los judíos, cristianos y musulmanes, quienes la consideran sagrada. En Jerusalén había un estanque que estaba cerca de un mercado de animales. Como siempre había sido una ciudad muy mística, alguien comenzó a divulgar que las aguas de esa fuente eran milagrosas. Rápidamente, la noticia alcanzó dimensiones extraordinarias y escandalosas; en el mercado se afirmaba que un ángel venía del cielo una vez al año, movía las aguas, y el primer enfermo que se sumergía era sanado. Se reunían multitudes, todas aguardaban por un milagro. La administración municipal de Jerusalén, interesada en la romería, pero también por razones humanitarias, resolvió construir un edificio para abrigar a tantos enfermos. Edificaron una estructura imponente,

¿A QUIEN IREMOS...?

  Job 19:1-2 Entonces Job respondió ¿Hasta cuándo me angustiaréis y me aplastaréis con palabras?   Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Tal vez los amigos de Job necesitaban   escuchar a Pedro. Llegaron a hacer su   trabajo, pero terminaron rompiendo en pedazos el corazón de Job con sus palabras.   Me pregunto si Job, disfrazado como una de esas "almas perdidas", no plantea la misma objeción a nuestros métodos típicos de la evangelización. El único lenguaje humano universal es el lenguaje del dolor.  Si no entramos en el dolor de otro,   realmente no tenemos mucho que decirles a ellos, incluso si nuestras palabras contienen la verdad. Bildad y Elifaz no tenían intención de golpear   a su amigo, pero no pensaron en ponerse en sus zapatos. Expresaban,   además,   la sabiduría teológica y su convicción. Job no tenía necesidad de ser condenado. Tenía que ser consolado. Tal vez lo que más le importaba era el evangelio del silencio, la ide

EL CARCELERO...

Hechos 16:30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Su vida transcurría sin ningún problema. Estaba acostumbrado a ver delincuentes de toda clase. Es más, él mismo era un delincuente. Solo que en lugar de estar tras las rejas, vivía entre las rejas. Era un hombre acostumbrado a ver lo más rudo de la raza humana. Entre sus huéspedes había   toda clase de seres: violadores, ladrones, tramposos y embaucadores. Ya nada le asombraba de la conducta humana. Lo más asombroso de todo, era que todos decían ser inocentes. Que estaban allí por causa de sus enemigos pero que ellos eran unos angelitos. Que jamás habían matado ni una mosca. Esas eran sus excusas. Las de siempre. Todos se tapaban, como dice el dicho, con la misma chamarra. Por eso no se asombró cuando dos hombres más entraron a sus recintos. Eran dos parias más de la sociedad. Los abandonados por los dioses. Dos delincuentes más… Así que les tomó sus datos: nombres, edades, nacio

EL ORGULLO DE ABSALÓN (2 Sam. 18:9)

    ¡Asombroso…! Sin darnos cuenta, nos empezamos a sentir orgullosos de lo que tenemos. O de lo que somos. Es un virus que nos infecta el alma y el corazón y empieza una caída vertical imparable. Claro, mientras nos vemos envueltos en una vorágine de pasiones que nos van envolviendo paulatinamente no nos damos cuenta que hemos caído en sus garras. Garras que al final nos desgarraran no solo el alma sino también la vida. Hitler es un ejemplo tangible de tal situación. Un tremendo orador. Carismático e insidioso en su mensaje. Llevó a toda una nación tras una utopía que al final tuvo que terminar con su vida con sus propias manos. Así son los tiranos. Aunque no nacen tiranos. Se van formando. A media que su medio ambiente les acoge con cordialidad, sinceridad y respeto, se van creyendo que lo que tienen o lo que son, lo tienen por mérito propio sin darse cuenta que fueron asignados por Alguien más grande que ellos. Y ese síndrome no es nuevo. No es un mal de la e

UN SOLO CORAZÓN... (Mat. 28:1)

  Varias mujeres están viendo lo que debieran haber visto varios hombres. Pero, para vergüenza de los religiosos, fueron mujeres las que se quedaron al pie de la cruz. Me quito el sombrero ante tales mujeres. Mujeres de pasión. Definidas. Mi más profundo respeto para aquellas que permanecen cuando muchos otros se han ido. Para aquellas que no importando las circunstancias, han guardado su voto de fidelidad al esposo, a los hijos, al pastor… Y eso es lo que vemos al pie de la cruz: mujeres fieles. Fieles hasta el último momento. Pero aún hay más: Juan 20:1 nos dice que "siendo aún oscuro", María, una de las dos que estaban despidiendo a su Maestro al pie de la cruz, salió y se dirigió al huerto donde habían enterrado a su Señor, para ungirlo. "Siendo aún oscuro…" Oscuro por la negación de Pedro. Oscuro por el abandono de sus amigos. Oscuro por el tormento recibido en el patio de Herodes. Oscuro por la corona de espinas…Oscuro por el abandono del

DOS JARDINES

Gen 2:8   Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén,   al oriente;   y puso allí al hombre que había formado. Lucas 22:39   Y saliendo,   se fue,   como solía,   al monte de los Olivos;   y sus discípulos también le siguieron.     …El hombre está en un huerto hecho por Dios. Lo hizo para su deleite. Para que lo disfrutara. Para que tuviera comunión con su Creador. Le puso comida, perfumes, oro y piedras preciosas. ¿Para qué? Porque sí. Solo porque sí. Para que los tuviera… …El hombre del huerto está completo. No tiene de qué preocuparse. Le han hecho una dama   para que lo acompañe en su comunión con su Dios. Está totalmente equipado para vivir eternamente en aquel huerto que Dios hizo para ellos… …El hombre del huerto vive feliz. Tiene todo lo que necesita y más… …El hombre del huerto no tiene necesidad de algo: De pedir perdón. Por la sola razón que el pecado no existe en su vida. Vive inmaculadamente. Ningún pensamiento deshonesto cruza por su mente. Nada empañ

DÉJENLO IR...

Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:   --Desatadlo y dejadlo ir. Juan 11:44 ¡Asombroso! ¿Verdad? Quizá usted no se había hecho la pregunta que leerá en este artículo, pero le invito a usar su imaginación como el Señor me permitió utilizar la mía mientras mi esposa predicaba este mensaje en su Estudio del Ministerio Ana un día de estos. Siempre que la escucho predicar voy preparado para saber en qué punto el Señor me habla. Lo que se dice, me da mi propio Rhema para que yo lo analice y lo aplique a mi propia vida. Y, a costa de parecer malcriado, me imbuí en mis propios pensamientos y mentalmente fui tomando nota para escribir este artículo… Y me pregunté: ¿Qué hubiera sucedido si Jesús no da la orden a sus seguidores para que desataran a su amigo Lázaro? ¿Qué hubiera hecho Lázaro atado de pies a cabeza con esas vendas que no le dejaban disfrutar de la libertad que Cristo le había

HOY TAMBIÉN HABRÁ PAN... (Juan 6:9)

¿Te vas a ir con tu padre? –le preguntó su mamá al niño-. ¡Sí, mami! Respondió el pequeño que estaba emocionado por la sorpresiva instrucción de su padre para que le acompañara a observar la visita del Maestro a la región. Hacía mucho tiempo que estaban esperando que el Rabino los visitara y el anuncio de que pronto estaría allí había despertado el interés en los pobladores del lugar. El padre, un devoto judío había escuchado las maravillas que aquel hombre hacía entre los enfermos y quería ver con sus propios ojos lo que se decía de Él. Trató de convencer a la mamá que les acompañara pero ésta, judía también, de pura cepa, había decidido quedarse en casa.   Sin embargo les preparó su merienda para que tuvieran qué comer llegado el momento. Madrugó para cocinar. Desde la noche antes había dejado preparada la harina sin levadura para levantarse temprano y hornear los panes. El pescado había quedado en salmuera desde la noche anterior para que absorbiera el sabor