HOY TAMBIÉN HABRÁ PAN... (Juan 6:9)

¿Te vas a ir con tu padre? –le preguntó su mamá al niño-. ¡Sí, mami! Respondió el pequeño que estaba emocionado por la sorpresiva instrucción de su padre para que le acompañara a observar la visita del Maestro a la región.

Hacía mucho tiempo que estaban esperando que el Rabino los visitara y el anuncio de que pronto estaría allí había despertado el interés en los pobladores del lugar.

El padre, un devoto judío había escuchado las maravillas que aquel hombre hacía entre los enfermos y quería ver con sus propios ojos lo que se decía de Él.

Trató de convencer a la mamá que les acompañara pero ésta, judía también, de pura cepa, había decidido quedarse en casa. 

Sin embargo les preparó su merienda para que tuvieran qué comer llegado el momento.

Madrugó para cocinar. Desde la noche antes había dejado preparada la harina sin levadura para levantarse temprano y hornear los panes. El pescado había quedado en salmuera desde la noche anterior para que absorbiera el sabor y aroma de las especias que le había aplicado para que tuvieran un excelente sabor. Había aprendido todo esto de su madre cuando le enseñó a cocinar en su juventud.

Y allí los tenemos, padre e hijo, escuchando al Rabino que cuando habría su boca, parecía que un torrente de salud y misterios brotaban de sus labios. Sabía utilizar los recursos naturales ya que había escogido una pequeña colina desde la que, sentado, hablaba y aprovechaba el viento para que éste les llevara sus Palabras a los más de cinco mil hombres (sin contar las mujeres y los niños), que estaban esparcidos valle abajo.

Las horas pasaban y nadie parecía darse cuenta de lo embebidos que estaban escuchando aquellos ignotos misterios que el Hombres les enseñaba. Cada palabra que salía de sus labios parecía bálsamo a sus almas sedientas de vida y salud…

Estaba tan entusiasmado el padre de aquel niño que no se dio cuenta a qué hora se le despegó de su lado. Como cualquier chiquillo juguetón e inquieto, se buscó otra compañía parecida a él y sin darse cuenta, entre juego y juego, se alejó del lado de su padre y cuando vino a darse cuenta su padre ya no estaba a la vista. Lo sorprendente de todo era que no se asustó sino que parecía que una paz interna lo protegía. Llevaba al hombro el morral donde tenía la merienda que su madre les había preparado y no se descuidaba de ella. A pesar de sus brincos y saltos con los que jugaba con su nuevo compañero, tomaba firmemente su morral recordando la instrucción de mamá: "cuida tu merienda, hijo".

Mientras tanto, el Rabino continuaba con su disertación y el padre del chico seguía sin darse cuenta que su hijo ya no estaba a su lado. No había sucedido ninguno de los milagros que le habían contado que éste hombre hacía con la gente y empezaba a impacientarse al ver sus ilusiones frustradas al no ver el "supuesto" poder que decía la gente que este Maestro tenía…

 De pronto, vio cierto movimiento entre el Rabino y sus discípulos. Parecía que les decía algo al oído y estos gesticulaban ante la multitud.

 Fue cuando sucedió…

Uno de los discípulos apareció con su hijo tomado de la mano. El chiquillo parecía tranquilo y nada sorprendido. En su rostro había cierta luz que iluminaba su cándida sonrisa cuando el Maestro hablaba con él. Parecía que estaba ante la misma Presencia de Dios…

Con asombro vio cuando su hijo se quitó la bolsa donde estaba su preciada comida y, con la misma sonrisa se la entregó al Maestro.

El padre no les quitó la vista de encima. Ahora vio, cómo, de la nada, el Rabino repartía los dos grandes panes y los cinco peces que su esposa había cocinado para ellos dos,  entre los doce hombres que le acompañaban y, éstos a su vez, los repartían entre la multitud.

Asombrado, ante sus propios ojos, se estaba realizando el milagro… Cuando le tocó su turno de recibir el alimento, examinó cuidadosamente los panes y los peces, y sí, eran los mismos. Los que su amada esposa había preparado para ellos…

¿Cómo lo hizo? Quizá nunca lo sabrá.

Pero allí vemos al padre y al hijo caminando de regreso a casa. Lleva tal impresión que no sabe cómo le contará esta sorprendente historia a la mamá del niño…

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS