DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)
Esa fue la órden de Jesús cuando resucitó a Lázaro. Primero quitaron la piedra. Él lo resucitó. Lo volvió a la vida. Pero sigue atado. Así como suena. Atado. Bien amarradito de pies a cabeza. Bien atado al licor. Al paquete diario de cigarros... Bien atado al adulterio. Bien atado a las drogas. A la fornicación. A la pornografía... A la lascivia... A muchas cosas más que usted sabrá qué nombre ponerle... Usted sabrá...
Yo siempre me pregunto: ¿Qué pensarían los que desataron a Lázaro? ¿Tendrían miedo de tocar a un muerto viviente? ¿Habría alguien que trató de olerle para saber cómo huele un resucitado? Recuerde que tenía cuatro días de muerto... No olía a Carolina Herrera ni mucho menos...
Pero Jesús ordena lo que ya leyó. Desatenlo. Yo ya lo resucité, ahora ustedes lo desatan. Vean como hacen, queridos pastores, pero me desatan a los que Yo resucito. No sé como le van a hacer queridos maestros de la Palabra... pero tienen que desatar a todos los que yo vuelvo de la muerte a la vida...
No me importa si predican con mucha gloria. No me impresionan si lo hacen con lengua de seda, con machete o con lo que sea... pero desaten a mis escogidos...
Tampoco me importa si a mis escogidos les gusta o no. Tienen que ser desatados. Liberados de sus ataduras. Liberados de sus vicios... y ustedes, pastores, son los responsables de hacerlo. Para eso les he dado autoridad. Para que cumplan Mi propósito: Desaten a los que yo resucito...
Esto me pone en una disyuntiva: ¿Estaré liberando a mi congregación? Ustedes, mi congregación que me leen... ¿Los estoy liberando de su mal carácter? ¿De su pasada manera de vivir? ¿Estaré predicando la Palabra para que los desate de sus vicios? ¿De su mal lenguaje? ¿De sus reacciones hepáticas? ¿Los estoy liberando con la Palabra de sus cosas ocultas?
Porque a eso me envió Jesús: A desatarlos y dejarlos ir. ¿A donde? A seguir a Jesús. No a mi. A dejarlos ir en pos de su Salvador y Señor. Pero usted debe entender algo: Jesús no quiere que usted lo siga atado a sus cosas feas. Atado a su pasado pecaminoso. No. Él espera que yo lo desate para que usted lo siga bien liberado, bien limpio, bien seguro que ya no es el mismo de antes.
Si usted lee la Biblia, encontrará que después de su resurrección, quien estaba sentado en la mesa con Jesús cuando Marta y María le hicieron una cena... era Lázaro. Antes de esto Lázaro no quería nada con Jesús. Pero ahora es diferente. Ha sido liberado. Ha sido desatado. Ha sido liberado de sus ataduras... ahora está listo para sentarse con Jesús...
¿No le parece maravilloso?
Mi trabajo entonces, queridos, es liberarlos de todo su pasado. De todo ese lodo que se les pegó en el camino. De esos vendajes que les pusieron en algún lugar y que no les permitían ver a Jesús.
Mi trabajo consiste en cortar las amarras que les atan y no les permiten ser libres. Libres para seguir a Jesús. Ese es mi trabajo. No para que siga a un hombre. A un pastor. A un lider... No. Es usted libre para seguir a Jesús... el Amado de las naciones...
Una palabra final: Permítame entonces desatarlo. Le conviene. Usted está siendo preparado para sentarse con Jesús en la Cena del Cordero. Al final: ¿quienes desataron a Lázaro? No se nos dice su nombre. ¿Sabe por qué? Porque mi nombre no es impotante. El nombre importante es el suyo...
Yo siempre me pregunto: ¿Qué pensarían los que desataron a Lázaro? ¿Tendrían miedo de tocar a un muerto viviente? ¿Habría alguien que trató de olerle para saber cómo huele un resucitado? Recuerde que tenía cuatro días de muerto... No olía a Carolina Herrera ni mucho menos...
Pero Jesús ordena lo que ya leyó. Desatenlo. Yo ya lo resucité, ahora ustedes lo desatan. Vean como hacen, queridos pastores, pero me desatan a los que Yo resucito. No sé como le van a hacer queridos maestros de la Palabra... pero tienen que desatar a todos los que yo vuelvo de la muerte a la vida...
No me importa si predican con mucha gloria. No me impresionan si lo hacen con lengua de seda, con machete o con lo que sea... pero desaten a mis escogidos...
Tampoco me importa si a mis escogidos les gusta o no. Tienen que ser desatados. Liberados de sus ataduras. Liberados de sus vicios... y ustedes, pastores, son los responsables de hacerlo. Para eso les he dado autoridad. Para que cumplan Mi propósito: Desaten a los que yo resucito...
Esto me pone en una disyuntiva: ¿Estaré liberando a mi congregación? Ustedes, mi congregación que me leen... ¿Los estoy liberando de su mal carácter? ¿De su pasada manera de vivir? ¿Estaré predicando la Palabra para que los desate de sus vicios? ¿De su mal lenguaje? ¿De sus reacciones hepáticas? ¿Los estoy liberando con la Palabra de sus cosas ocultas?
Porque a eso me envió Jesús: A desatarlos y dejarlos ir. ¿A donde? A seguir a Jesús. No a mi. A dejarlos ir en pos de su Salvador y Señor. Pero usted debe entender algo: Jesús no quiere que usted lo siga atado a sus cosas feas. Atado a su pasado pecaminoso. No. Él espera que yo lo desate para que usted lo siga bien liberado, bien limpio, bien seguro que ya no es el mismo de antes.
Si usted lee la Biblia, encontrará que después de su resurrección, quien estaba sentado en la mesa con Jesús cuando Marta y María le hicieron una cena... era Lázaro. Antes de esto Lázaro no quería nada con Jesús. Pero ahora es diferente. Ha sido liberado. Ha sido desatado. Ha sido liberado de sus ataduras... ahora está listo para sentarse con Jesús...
¿No le parece maravilloso?
Mi trabajo entonces, queridos, es liberarlos de todo su pasado. De todo ese lodo que se les pegó en el camino. De esos vendajes que les pusieron en algún lugar y que no les permitían ver a Jesús.
Mi trabajo consiste en cortar las amarras que les atan y no les permiten ser libres. Libres para seguir a Jesús. Ese es mi trabajo. No para que siga a un hombre. A un pastor. A un lider... No. Es usted libre para seguir a Jesús... el Amado de las naciones...
Una palabra final: Permítame entonces desatarlo. Le conviene. Usted está siendo preparado para sentarse con Jesús en la Cena del Cordero. Al final: ¿quienes desataron a Lázaro? No se nos dice su nombre. ¿Sabe por qué? Porque mi nombre no es impotante. El nombre importante es el suyo...
Gracias a Dios por la labor que cumple con cada una de sus ovejas, se que muchos hemos llegado con tantas cosas carnales, pero muchas gracias porque se que mis vendas poco a poco van siendo quitadas, es un proceso duro, yo vengo donde los pastores son importantes no las ovejas, donde la hermeneutica, la escatologia, las traducciones del griego son importantes, y sobre todo las credenciales que acreditan como sacerdote. Pero le agradezco por decir la verda tal como es, sin tapujos, por tocar mi llaga, la que mas me duele, la que mas cuido que no me toquen, le agradezco porque Dios saca a luz en cada uno de los mensajes mi condicion, pero se que es para ser cada dia limpia, y puedo decirle que Dios va haciendo poco a poco la obra, no solo en mi sino en todo mi entorno, a veces caigo y tropiezo, a veces volver atras pareciera una opcion, pero Dios me ayuda y me alienta a seguir, agradezco a Dios por su vida, porque aunque sea dificil la tarea Dios lo respalda no me queda duda, siga adelante pastor. Gracias a Dios por su vida, porque cada dia en su boca pone palabras que liberan y desatan, Dios bueno es.
ResponderEliminarRocio Burgos
Dios lo bendiga
ResponderEliminarLe doy gracias Dios por enseñarnos pastor Dios me los bendiga saludos desde Ecuador 💖🙇
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