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Mostrando entradas de septiembre, 2020

PIEDRA O ESPONJA

  Gènesis 39:3 “Y vio su amo que el SEÑOR estaba con él y que el SEÑOR hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía” Josè, el hijo de Jacob y quien era un escogido por Dios desde pequeño para ser un instrumento de bendición y alto impacto en las vidas de aquellos que se habían de cruzar en su camino, hoy ha sido vendido a un oficial de Faraón de Egipto.  Después de examinarlo, analizarlo y pagado el precio que pedía el mercader de esclavos por èl, fue llevado como siervo de Potifar. Aquel soñador de sueños, aquel a quien Dios había favorecido con mostrarle el futuro de su tierra y su familia, ahora está siendo esclavizado y puesto en el lugar màs bajo en la escala social.  Era príncipe. Tenía realeza y abolengo. Pero en este momento es un esclavo màs en entrenamiento para lo que vendría después.  Josè no sabe hasta donde lo llevará su Dios.  Solo sabe que todo está en su Voluntad. Todo. Incluyendo la tentación de la esposa del dueño de la casa.  Pero Potifar vio algo que no hab

ABORRECER

Lucas 14:26 “Si alguno viene a mí, y no aborrece…” San Agustín dijo: “¡Cuán hundidos están en el pozo de la miseria aquellos que ya no claman por salir de allí!” Y es que hay gentes que van por la vida viendo siempre por el espejo retrovisor.  En vez de poner su vista en el camino que está delante, la tienen siempre en el pasado.  Ese pasado que nunca fue bueno según la Escritura. “No digas nunca que los tiempos pasados fueron buenos” es la sentencia del Predicador en Eclesiastés 7:10. No es bueno decirlo. ¿Por què? Porque por muy “buenos” que hayan podido ser, nunca se comparan con los tiempos que hoy estamos viviendo.  Tiempos de abundancia, tiempos de gozo y alegría, tiempos de descanso y de paz en la tormenta, tiempos de esperanza y fe, tiempos de sonrisas a pesar del dolor que podamos estar pasando.  Siempre, detrás de cada lágrima se esconde una sonrisa por el Amor de Dios que ahora conocemos. Siempre, mis amigos, detrás de cada golpe de la vida, está el bálsamo de la Bo

RESPUESTAS

Jeremías 33:3 “"Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces." El Altar está hecho, el fuego ya está encendido, el cuchillo afilado, los lazos preparados. El ambiente está oscureciendo, se acerca la noche màs triste y larga del anciano padre que ha subido la cuesta màs terrible de su vida poniendo sus robustos brazos alrededor de los hombros de su hijo.  Se acerca la hora de responder aquella pregunta que le hizo al pie del monte: “¿En donde está el cordero?”  Busca un par de rocas de regular tamaño, le dice a su joven hijo que se siente frente a èl y el anciano lo hace en la otra.  Sus rodillas están cerca una de la otra. La mirada del joven está expectante, tiene sensaciones nerviosas en su estómago por lo que su padre le pueda decir, el padre siente miedo, un sudor frío le brota de la frente y le tiemblan los labios, pensando bien cada palabra, cada frase que le dirá al joven.  Un leve temblor en las manos revela que est

LA MIRADA DE JESUS

  Lucas 22:61 “Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro…” ¿Qué fue lo que “miró” Jesus en Pedro aquella famosa madrugada en que estaba siendo golpeado y su amigo lo negaba? ¿Hasta donde llegó la mirada de Jesus como para que Pedro se sintiera el màs vil de los hombres? ¿Sería por la mirada? ¿Qué clase de mirada le envió Jesus a su amigo en aquel momento para que saliera avergonzado, humillado, confrontado y llorando amargamente?  Lo vamos a averiguar estudiando los cuatro cuadrantes de la Ventana de Yohari: Tenemos cuatro dimensiones dentro de nosotros.  Nos deben servir para que conozcamos quienes somos, qué somos capaces de hacer y lo que estamos viviendo delante de los otros y a escondidas de los otros: 1.- El cuadrante público: lo que no se oculta. Todos nos ven por lo que hacemos y decimos. 2.- El cuadrante oculto: Los sueños, proyectos, debilidades, hábitos. Lo que no ocultamos a                 los demás. Los compartimos libremente. Son las cosas que publicamos.  3.-

EL LEON Y LA GACELA

Hay un cuento africano que dice: “Todos los dìas se levanta un león que sabe que tiene que correr para poder desayunarse una gacela.  Todos los dìas se levanta una gacela que sabe que si no corre, el león se la desayuna”  Hay personas que viven huyendo de todo y de todos.  Huyen del recuerdo de sus padres porque no quieren parecerse a ellos cuando sean padres.  Huyen de su pasado porque para ellos fue muy doloroso o vergonzoso. Huyen de relaciones que pudieron ser hermosas pero no supieron mantenerlas. Huyen de un cónyuge que exige màs de lo que se les puede dar.  Huyen de la vida, huyen de la muerte, huyen del temor… Sin saber que al hacerlo, todo esto los alcanzara un dìa.  Una mañana se ven al espejo y se dan cuenta que se parecen a su mamá.  Están diciendo las mismas palabras, haciendo las mismas acciones y reaccionando igual a ella.  Los hombres se encuentran un dìa viendo que repiten los errores de su padre.  Los mismos hábitos que los destruyen, el mismo lenguaje soez y el mi

SIENDO JUSTOS

Bueno, hoy vamos a ir a la sindèresis con respecto a algo tan importante en la vida del hombre que a veces se pasa por alto y no se le da el valor correspondiente. Los grandes hombres de la Biblia que fueron llamados por Dios para ir a las batallas y proteger al pueblo que estaba bajo su cargo tuvieron lo que la mayoría de hombres tenemos: una esposa.  Pero resulta que nunca se las ve.  Siempre están tras bambalinas haciendo la parte que a ellas les toca.  Cuando un hombre salía a la batalla siempre había una mujer cuidando su tienda, sus hijos, sus alimentos y esperándolo que regresara en victoria.  O recibir la funesta noticia que no iba a regresar.  Fueron mujeres que nunca se mencionan en la Biblia excepto algunas y muy raras matriarcas. Las demás fueron mujeres anodinas.  Con mucho coraje pero desconocidas para nosotros.  Pero, haciendo la debida justicia, allí estaban, a la sombra, dejando que fueran sus esposos los que brillaran y se llevaran las coronas de laurel como prem

IMPACTANDO VIDAS

¿Quiere usted impactar la vida de alguien? ¿Quiere dejar huella en esa vida que perdure por mucho tiempo?  Haga algo bueno por esa persona.  Ámela sin que se lo pida.  Comparta un bocado de pan cuando tenga hambre. Déle ropa que cubra su desnudez.  Hágale saber que es importante para usted. Ese es el secreto para impactar vidas.  Pasamos por esta vida esperando que algo suceda para nuestro bien. Que algo suceda para aumentar nuestro bienestar y nuestra comodidad. Pero muy pocos se esmeran en arrancar una sonrisa de un rostro mustio. De romper el hielo en un carácter frio y calculador. Pocos se atreven a dar un paso al frente y decirle al que los ofende: Te respeto, te amo y quiero que lo sepas. Solo porque si.  A Oseas se le dio una orden que a simple vista parecía ilógica.  Pero es que lo ilógico de Dios es lo que lo hace ser Dios. ¿A quién se le ocurre decirle a un profeta, hombre consagrado a servirle que vaya  y se case con una mujer vulgar, callejera, que vendía su cuerpo a

VAMOS A PONERNOS SERIOS

  Vamos a hablar claro, mis amigos.  Muchos evangélicos abandonan la fe cuando se dan cuenta que el Señor Jesus no les responde sus peticiones como ellos esperan.   Nos fabricamos una suerte de fe que no tiene nada que ver con lo que Èl es y nos promete.   No llenamos, por así decirlo, sus expectativas del por qué lo seguimos o estamos buscándolo. En uno de los Evangelios está la base para este supuesto:  Un buen poco de gente había estado siguiendo a Jesus a donde quiera que Èl iba.  Si a los valles, los montes o tenían que cruzar el mar o el lago no se amedrentaban con tal de estar escuchando sus sermones. Todo parecía espiritual. A simple vista, esa cantidad inmensa de gente la desearían muchos predicadores de hoy en dìa para sus templos.  Quizá en sus rostros se veía reflejada la esperanza de la vida eterna, se palpaba la espiritualidad que seguramente había dentro de ellos, su insistencia de seguirlo a donde fuera que Èl se cambiaba continuamente, era admirable.  Pero un dìa Jes

DIOS NO TIENE PRISA

El éxodo fue un episodio muy interesante en la vida del pueblo de Israel.  Estuvieron cautivos en Egipto por cuatrocientos años, recibiendo látigos, golpes, insultos y ultrajes a diestra y siniestra.   Estaban siendo oprimidos y abusados de muchas maneras. Mientras tanto, en sus casas, a duras penas podían orar al Dios del Cielo y pedirle clemencia. Ellos sabían que había una promesa de parte de Dios que un dìa serían libertados de la esclavitud, un dìa llegaría un Mesìas a liberarlos de ese yugo infernal y entonces saldrían de allí con victoria.  Esa era la promesa. Así que cuatrocientos años de espera son bastantes años. Y ya estaban desesperados cuando apareció el libertador en la persona de uno de sus mismos paisanos.  Una noche (qué raro, ¿verdad? siempre de noche), matan un cordero, untan su sangre en los dinteles de sus puertas y sin hacer tanta bulla, salen de esa tierra de esclavitud a una tierra de libertad.  Llevaban su pan sin levadura y suficiente oro para sus gustitos. 

EL LADRÒN

  Si, es cierto, Satanàs vino a, entre otras cosas feas, a robar.  Pero a veces el Señor le pone freno a sus acciones malévolas y no logra hacer todo lo que èl quisiera contra nosotros sus hijos, los que hemos creído en su Hijo Jesus y aún a aquellos que una vez -como dice Pablo-, gustaron los deleites de su Palabra.  Porque su Fidelidad es tan grande que no hay nada que pueda anularla. Y aquí está el asunto: no puede robarle el matrimonio, pero sí puede robarle el deseo de ser feliz en medio de sus tormentas.  No puede robarle su dinero, pero sí puede robarle el gusto de disfrutarlo y que, como Gedeòn, lo esconda en un lagar por miedo a quedarse sin èl.  No puede robarle sus amistades, pero sí puede robarle su deseo de ser amigo de ellos.  No puede robarle sus hijos, pero sí puede robarle su ternura de madre o de padre.  No puede robarle sus éxitos y triunfos que la vida le regala, pero sí puede robarle su salud para que no los disfrute.  No puede robarle sus nietos, pero sí puede

LA NOCHE

  No, a nadie le gusta la noche cuando es niño.  Ellos preguntan a veces: ¿Por qué se tiene que hacer de noche?   Porque la noche produce cierto miedo. Hay ruidos nocturnos, visiones nocturnas y espantos nocturnos.  Y para paliar un poco sus miedos, les compramos aquellos focos de luz tenue y les ponemos su peluche a su lado para que vean que èl no tiene miedo de la noche y que puede dormir tranquilo. Su peluche es su fetiche que le hace sentir seguro. Pero cuando usted ya es adulto, no puede dormir con peluches, pero la noche es igual.  Sigue trayendo temores que se ocultan en lo recóndito de la mente humana, aquellos delirios monstruosos que a veces se yerguen desde el fango de la mente, centelleando con horrible verosimilitud: Una indigestión ácida que es el preludio de un ataque al corazón, un dolor de cabeza que puede anunciar un tumor cerebral, un calambre que anuncia obstrucción en una de las venas o arterias. Y nada de eso es verdad pero en la noche cobra veracidad y nos infu

EL DOLOR DE MARIA

El dolor que la vida nos depara tiene dos facetas: la primera es que podemos decidir sufrir solos y quedarnos exhaustos en el camino como la mayoría de las personas han decidido hacerlo. Para paliar el dolor se van a subterfugios que solo terminan causándoles màs dolor. La segunda faceta es vivir esos dolores de la Mano de Jesus. Es lo que èl llamó “su yugo”. La ironía es que èl lleva la mayor carga por nosotros. De manera que es inconcebible que un creyente en Jesus busque otras formas de suavizar su experiencia con el dolor.   Ya vimos ayer que los griegos para poder explicar el fenómeno del dolor de la vida crearon el Mito de Sìsifo. Porque en todas las edades siempre ha habido sociedades que tratan de explicarlo.  Algo imposible desde luego. Jesus dijo: “En el mundo tendréis aflicción…” Porque èl sabìa de qué estaba hablando. Rubén Dario escribió unos versos que me aprendí desde joven: “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y màs la piedra dura, porque esta no siente, pues no