EL LADRÒN

 

Si, es cierto, Satanàs vino a, entre otras cosas feas, a robar.  Pero a veces el Señor le pone freno a sus acciones malévolas y no logra hacer todo lo que èl quisiera contra nosotros sus hijos, los que hemos creído en su Hijo Jesus y aún a aquellos que una vez -como dice Pablo-, gustaron los deleites de su Palabra.  Porque su Fidelidad es tan grande que no hay nada que pueda anularla.


Y aquí está el asunto: no puede robarle el matrimonio, pero sí puede robarle el deseo de ser feliz en medio de sus tormentas.  No puede robarle su dinero, pero sí puede robarle el gusto de disfrutarlo y que, como Gedeòn, lo esconda en un lagar por miedo a quedarse sin èl.  No puede robarle sus amistades, pero sí puede robarle su deseo de ser amigo de ellos.  No puede robarle sus hijos, pero sí puede robarle su ternura de madre o de padre.  No puede robarle sus éxitos y triunfos que la vida le regala, pero sí puede robarle su salud para que no los disfrute.  No puede robarle sus nietos, pero sí puede robarle la paciencia de dejarlos sentarse en su regazo.


Satanàs es un imitador; por eso  también tiene sus maneras de engañarnos y hacernos creer que lo que nos quita no es èl sino el Señor que no quiere que tengamos lo que nos roba. A veces somos tan ingenuos que creemos que es el Señor el que está obrando en nuestras vidas cuando en realidad es el engañador. Recordemos que èl se viste “como ángel de luz”, pero, aunque es un ángel, no es Luz, algo que solo le pertenece a nuestro Dios.


En algún momento de mi vida conocí a una mujer que cuando fue joven, creyó en el Señor Jesus.  Profetizaba. Era muy entregada al Señor. Su madre estaba feliz con la Obra que el Señor estaba haciendo en su hija. Conocía la Biblia y lo que decía dentro de ella. Pero un hijo de ella nació con un problema en sus riñones.  Oró, pidió y rogó al Señor que lo sanara. Por alguna razón el Señor no lo hizo. Y en ese momento, Satanàs aprovechó para robarle la fe en el Dios en quién había creído cuando joven. A partir de ese momento ella dejó de creer en Jesus y arrastró a toda su familia a una vida de miseria y fracasos. Satanàs no le robó solamente su fe en Dios, también le robó a su familia.  No les robó la vida física, pero sí les robó su vida espiritual.  Ella permitió que Satanàs destruyera su futuro que pudo ser ejemplar por un futuro de pobreza, deudas y fantasías.  Satanàs sigue robando mis amigos.


SOLI DEO GLORIA


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