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Mostrando entradas de julio, 2022

EL ALFARERO

  J eremías 18:4 “Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla” La paciencia que el Señor tiene para con nosotros es admirable. Bueno, hablo por mi, porque a lo largo de mi vida, de los años que he pasado caminando por este mundo, en el cual he cometido una serie bárbara de errores y yerros, él ha tenido que empezar una y otra vez conmigo. No se cansa de rehacerme. No se agota su Misericordia ni su paciencia la cual hasta hoy me ha sostenido.  Predico su Palabra desde hace unos años. He estudiado en algunas universidades y he recibido diplomados que me han ayudado a incrementar mi acervo cultural con respecto a su Palabra. Pero… Siempre hay un pero. Una y otra vez me vuelvo a desarmar.  Especialmente cuando las cosas que no quiero hacer y las hago, como Pablo que luchaba a brazo partido contra esos deseos internos de desobedecer al Señor y no poder agrad

PUESTOS LOS OJOS...

Hebreos 12:2 “…puestos los ojos en Jesús…” Una buena mayoría de cristianos no viven la vida abundante que el Señor nos ha prometido a todos los que hemos creído en Él como Salvador y Señor de nuestras vidas.  Todos lo sabemos, sabemos que hemos sido comprados con el precio de su Sangre. Sabemos que hemos sido redimidos del pecado y del mundo que nos atosigaba con sus exigencias y banalidades. Sabemos que somos hechos nuevas criaturas, pero continuamos viviendo vidas paupérrimas, al filo de la miseria y las necesidades más básicas. Incluso se han inventado axiomas o dichos pueblerinos para justificar sus estilos de vida en que falta todo y de todo. Mango caído, mango chupado es uno de ellos para indicar que cada centavo que cae en sus manos ya está predestinado a ser gastado en cualquier deseo que se tenga en casa. Muchos ni siquiera tienen el privilegio de disfrutar de unas buenas vacaciones porque no saben disfrutar del presente. Siempre están pensado o en el pasado cuando sus

JOSÉ Y LA CONTEXTUALIZACIÓN DE LA FE

Génesis 50:25 “Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí” Este escrito está dirigido a los padres de esta generación de jóvenes que están creciendo en la Iglesia de hoy.  Son jóvenes que tienen que aprender algo muy importante para que sepan caminar en medio de las miserias de la sociedad en la que les ha tocado vivir. Y solo hay una manera de hacerlo sin caer en una doble moral: Mantener vivos sus principios, su fe y sus valores. Y de eso deben encargarse los padres. Solo los jóvenes no podrán vencer las tentaciones que enfrentarán en su época que les ha tocado vivir. Necesitan la ayuda de sus padres. La disciplina. Las enseñanzas y exigencias que deben imponer.  José pide que sus huesos sean enterrados en la tierra de Israel. Y en ese momento José se vuelve un paradigma, un ícono para nuestra generación de jóvenes que están creciendo en el tercer siglo.  José vivió en Egipto, hablaba egipcio, se vestía como

RENOVAR LA MENTE

  Efesios 4:23 “…y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Cada uno de nosotros somos únicos: nuestras huellas dactilares son únicas, incluso las huellas de cada uno de los dedos de la mano son diferentes. Si nos adentramos un poco más, sabemos que los decibeles de nuestra voz es única en nosotros. Es por eso que ahora los bancos y algunos fabricantes de vehículos y otros aparatos han puesto la voz como una contraseña para abrirlos. Pero si vamos más profundo, nuestro iris también es único en nosotros. Hoy hay cerraduras y aparatos que para abrirlos se necesitan un lector de iris. Y, para terminar, nuestro ADN no tiene parangón en nadie más.  Somos únicos, porque nuestro Creador así nos hizo. El problema es que nosotros nos hemos masificado, hemos seguido la corriente del mundo y hemos permitido que nos anulen nuestras funciones más importantes que tenemos para nuestra propia protección. Un ejemplo de ello es el consumismo: consumimos lo que nos dicen los publicistas que debem

¡QUÉ CANALLADA...!

  Lucas 15:11-12  “Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde»” Bueno, vamos a ver con lupa y con ojos nuevos esta historia que nos parece la más ingrata de cuantas nos contó Jesus.  Ah, y además, no creemos que nosotros seremos o seríamos capaces de hacer algo así.  Preferimos vernos en el espejo del hermano mayor que se quedó en casa aunque también tiene la cola machucada como decimos en Guatemala.  Son tres parábolas las que Lucas nos cuenta. Como buen médico, Lucas va al grano. No se anda por las ramas en materia de explicarnos las conductas humanas o figuras que usa para enseñarnos de que clase de pasta estamos hechos.  Es decir, al cáncer le llama cáncer y a la metástasis le llama por su nombre.  La oveja perdida tiene su justificación: Como las ovejas son miopes, en cualquier momento se pueden perder.  Y si a nosotros se nos compara con ovejas es porque tenemos ese defecto vi

EN LA BÚSQUEDA DE DIOS

Génesis 30:1-2 “Dame hijos, o si no, me muero.  Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel, y dijo: ¿Estoy yo en lugar de Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre?” Yo no lo sabia, sinceramente, no lo sabía. Mi búsqueda empezó como a los diez y siete años. Sabía que había un vacío dentro de mi que necesitaba ser llenado. Entonces me dediqué a buscar en la poesía pero no me llenó ese vacío. Lo busqué en los viajes, recorrí toda Centro América en búsqueda de ese “algo” que necesitaba pero tampoco lo hallé. Tuve un par de relaciones juveniles creyendo que era allí en donde iba a encontrar lo que mi alma necesitaba pero estuve equivocado. Luego me sumergí en las salas de cine y me embriagué de películas de toda clase con tal de sentirme satisfecho. Pero tampoco eso me lo concedió. Entré al Ejército y creí que con la disciplina, el orden y los turnos nocturnos mi vida iba a encontrar lo que tanto buscaba. No se sabe con certeza si fue Agustín quien dijo una frase que last

LEVANTANDO A LOS CAÍDOS

  Jeremías 20:9   “Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre, esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo,  y no puedo” No hay nada más doloroso que desear ministrar a la gente que no desea ser ministrada.  Es decir, a los pastores nos ataca de vez en cuando una especie de ansiedad y frustración porque, como el profeta, nos sentimos fracasados al no lograr que las personas que han sido puestas bajo nuestro cuidado rechacen la ayuda espiritual que les queremos dar. El crecimiento lento y perezoso de muchos cristianos nos hace caer en depresiones que muchas veces nos achacamos a nuestro mal comportamiento, nos acusamos internamente que no estamos haciendo bien las cosas, que no estamos siendo efectivos en nuestro llamado y hay algunos que se han atrevido a tirar la toalla del ministerio y dedicarse a otra cosa en vez de seguir sintiendo esa especie de cansancio espiritual que les hace sentir que Dios ya los

CONSECUENTEMENTE

  Jueces 8:34-35   “Y los hijos de Israel se olvidaron del SEÑOR su Dios que los había librado de manos de todos sus enemigos en derredor; tampoco mostraron bondad a la casa de Jerobaal, es decir, Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel” No sé si llamarle enojo. O cólera. O ambas cosas.  Pero es un sentimiento que me confronta conmigo mismo. Todo porque soy parte de la raza humana. Todo porque en mí también operan esas cosas feas que hay en todos los seres humanos: La ingratitud. Debo confesar que desde que enseño estas cosas a mi congregación, también a mi me predico tratando de llegar al fondo de mi corazón y que mis entrañas asimilen la enseñanza y tratar por todas las formas, de no caer en esta situación del mal agradecimiento. Por supuesto, todo tiene una raíz.  El pasaje arriba mencionado lo aclara enfáticamente. Cuando el pueblo de Israel fue librado por Gedeón o Jerobaal de los madianitas que tanta guerra les provocaron y tantas muertes les sufrieron,

¿COMO NOS VEN LOS DEMÁS?

  Jueces 8:18   “¿Qué clase de hombres eran los que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Eran como tú, cada uno parecía hijo de rey…” Creo que una vez más voy a caer mal para aquellos que siguen las corrientes de este mundo con respecto a los estilos de las modas y las formas de vestir, pero no puedo dejar de señalar que muchos evangélicos se dejan llevar por la masa del mundo, por los deportistas que les impactan y por sus ídolos televisivos.   Y es que hoy por hoy hay una pérdida de identidad cristiana.  Recuerdo que en la década de los ochenta, cuando recién llegué a los pies del Señor Jesus, fui enseñado a empezar una nueva forma de vida, no solo interior sino exterior.  En aquellos tiempos, el testimonio que se daba de que se era una persona convertida a Cristo y que había experimentado el nuevo nacimiento en su vida interna, se debía mostrar en lo externo.  De manera que todos aquellos que entramos al Reino de Dios tuvimos que cambiar radicalmente nuestras costumbres e

¡VAYA CONSEJITO...!

  Marcos 6:24 “Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista” Hay madres para todos los gustos. La historia está llena de historias de muchas madres que fueron heroínas para sus hijos. Dieron sus vidas a favor de sus retoños. Los defendieron a capa y espada y pusieron toda la carne al asador a favor de sus familias. Otras fueron crueles, ingratas, paranoicas y sanguinarias. Si no me cree, estudie la historia francesa de las familias nobles de aquellas épocas y encontrará historias espeluznantes de mujeres que se dedicaron al espionaje, a la doble personalidad con tal de ganarse unas medallas que colgar en sus trajes. Pero todas ellas fueron unas babuchas en comparación con Herodías, mamá de Salomé, la bailarina que alegró el corazón de Herodes Antipas en aquella ocasión que él estaba de cumpleaños y lo celebró a lo grande, invitando a su entenada a que bailara y lo encandiló tanto que cometió el error de ofrecerle hasta la mitad de

TRISTEZA MINISTERIAL

  Jueces 7:3  “Ahora pues, proclama a oídos del pueblo, diciendo: «Cualquiera que tenga miedo y tiemble, que regrese y parta del monte Galaad». Y veintidós mil personas regresaron, pero quedaron diez mil” Las voces que más escucha un pastor de su congregación es “cuente conmigo pastor”. “Ya sabe que estoy aquí para lo que pueda servirle”.  “Usted solo me llama y yo estoy listo para echarle una mano”. O, los más burlones o listos: “Usted dice rana y yo brinco”. Son expresiones tan falsas como un billete de dólar con más faltas de ortografía que un cartel del mercado de algún país.  Pero esas son las voces que más abundan en la Iglesia de hoy. Y es que los valores se han perdido. Ya no hay principios que cuidar. Las bases morales se han derribado tanto por falta de ética en una clase social, y por falta de honestidad en los hogares.  Porque, díganme, lectores: ¿Quien va a creer en la palabra de un hombre o de una mujer cuando en su casa lo engañaron vilmente? Su padre le había of