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Mostrando entradas de mayo, 2023

PUERTAS CERRADAS

Juan 20:19  “…y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo*: Paz a vosotros…” He tenido el hermoso privilegio de pasar por momentos difíciles en mi caminar cristiano.  Aunque el Señor ha sido Fiel como solo él sabe serlo, me ha permitido conocer momentos en que parece que no solo el Cielo se ha cerrado para mi, pero también se me han cerrado puertas que yo pensé que siempre estarían abiertas para mi vida. Pero no. No siempre ha sido así. Han habido momentos en que todo se me ha cerrado. No ha sido por pecado.  Ha sido por decreto divino. Porque he necesitado aprender algo que solo a puertas cerradas puedo aprender. Porque aunque parezca paradójico, en esos lugares donde las puertas están bien cerradas es donde más milagros han sucedido.  Es donde más de cerca he visto a Jesus. Eso sucedió un día cuando los discípulos de Jesus, cuando ya ha sido crucificado y enterrado,  ello

LLORAR... ¿ES BUENO?

Juan 11:31 “Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí” En mis días de recluta en el Ejército de Guatemala cuando hacíamos ejercicios de prueba y resistencia, nuestro oficial gritaba algo que penetró muy profundamente mi ser: “Los hombres no lloran ni con las tripas de fuera”.  Era el mantra de nuestro instructor para hacernos saber que los hombre tenemos prohibido derramar lágrimas de dolor, impotencia o tristeza. No tenemos el derecho de mostrarnos débiles. Años después, cuando me encontré con Jesus y me hice su esclavo, lo primero que el Espíritu Santo hizo fue quebrar mi odre viejo y hacerlo de nuevo.  ¿Como lo quebró?  Me hizo llorar. Recuerdo perfectamente cuando en un camino rural su Presencia cayó sobre mi en medio de un bosque de pinos altos y majestuosos. Me sentí derribado, como una parodia de Pablo, al suelo, y allí, en la soledad del mo

INVENCIBLES

  Marcos 16:3  “¿Quién nos removerá la piedra…? En el Antiguo Testamento hay muchas citas que nos invitan a buscar la sabiduría. En el libro de proverbios una y otra vez se nos enseña a buscarla a toda costa. La Sabiduría “estaba con Dios, la Sabiduría es Dios”. No importan tanto los tesoros pasajeros que el mundo nos  pueda ofrecer, la Sabiduría sobrepasa cualquier tesoro terrenal. Buscar a Jesús es buscar la verdadera sabiduría. Jesus ha sido sacrificado en la cruz del Calvario.  Bueno, no tanto que haya sido sacrificado. Él entregó su Vida por nosotros. Sus discípulos se han escondido por temor a las represalias de los romanos. Ahora su Cuerpo yace en una tumba prestada. Es el tercer día y acaba de amanecer. La luz del sol empieza a lo lejos, en el horizonte, a anunciar que un nuevo día está a punto de empezar. Una nueva esperanza. Un nuevo sueño. Un nuevo proyecto. Así es el sol.  En una humilde casa hay unas mujeres que han estado esperando este momento. Lo han esperado co

MALCO: ¿QUE MISTERIO TENEMOS AQUI?

  Levítico 21:18-20  “Porque ninguno que tenga defecto se acercará: ni ciego, ni cojo, ni uno que tenga el rostro desfigurado, o extremidad deformada, ni hombre que tenga pie quebrado o mano quebrada,   ni jorobado, ni enano, ni uno que tenga defecto en un ojo, o sarna, o postillas, ni castrado…” La Escritura es tan magnífica, hermosa, perfecta y muchas cosas más que enriquecen nuestra vida.  Bien dijo Jesus: que escudriñemos la Escritura para conocerlo, para saber por qué actúa como lo hace, por qué debemos aprender como obedecer sus mandamientos y como lograremos tener una abundante y larga vida en él.  Jesus nunca hizo nada porque sí. Todo tenía una razón para hacerlo. Y entre esas razones, hay una perla escondida en ese océano de sabiduría que es la Palabra de Dios. Ese magma de conocimiento que nos pasa por alto cuando solo leemos pero no escudriñamos lo que los escritores de la Palabra nos legaron. La noche que Jesus fue entregado, uno de los hombres que iban a llevarlo pri

¿DONDE ESTABAS, JESUS?

Juan 11:21   “Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí…” Creo que todos hemos pasado por momentos de aflicción tal, que entramos en un túnel de dudas, tormentas y preguntas sin respuestas.  Ser cristiano significa también pasar por tratos del Señor en la vida de quienes hemos decidido aceptarlo como nuestro Señor y Dios. Él mismo lo dice: A quien Dios toma por hijo lo disciplina.  Pero esa disciplina, aunque la leemos en nuestro devocional diario, cuando nos llega no atinamos a saber que Dios está cumpliendo lo que dijo.  Que nos iba a disciplinar.  En el lenguaje castrense, disciplinar significa enseñar, instruir, corregir, formar.  Usted puede ver a un joven que acaba de ingresar al ejército. No sabe como pararse firmes. No sabe como dirigirse a su oficial inmediato. No sabe como caminar recto. No sabe nada con respecto a la vida militar. Los primeros seis meses de entrenamiento son los más duros.  Algunos no aguantan ese tiempo y desertan. Se regresan a sus viejas co

DESDE OTRO ÁNGULO

  Juan 5:14 “Después de esto Jesús lo halló* en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor…” Conozco varios casos en que personas que padecen alguna afección ya sea respiratoria o por quebrantamiento de salud en los huesos, manchas en la piel o estadios de neurosis nerviosa, todo se debe a algún suceso traumático en su niñez o en sus primeros años de vida. Todos sabemos que muchos de nosotros sufrimos traumas incluso desde el vientre de nuestra madre. Sea rechazos, palabras que dañaron nuestra auto estima siendo aún niños, palabras ofensivas y denigrantes fueron almacenadas en nuestros cerebros y llegado el momento, estos recuerdos salen a la luz a través de manifestaciones físicas en nuestros cuerpos. Vamos al Doctor y la medicina tradicional no logra hacer nada a favor nuestro.  Las dolencias están allí, son visibles pero difíciles de detectar en su origen, hasta que buscamos la ayuda de la Palabra de Dios a través de algún pastor

CUARENTA Y SEIS vs. TREINTA Y OCHO

Juan 5:5  “Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo…” ¿No se ha preguntado usted por qué Jesus escogió al enfermo más viejo de aquel grupo del estanque para sanarlo?  ¿Por qué escogió al que llevaba treinta y ocho años enfermo?  Algún misterio debe haber para que Jesus haya hecho ese milagro en la vida de aquel desdichado. Para empezar, debemos saber que Jesus no se relacionaba con masas anónimas sino con personas, y por eso ha singularizado a uno de sus miembros en representación de todos.  Es por eso que busca a este paralítico del estanque que llevaba 38 años enfermo, y no tenía nadie que le auxiliara.  Parece como si Jesus hubiese escogido el caso más desesperado de todos ellos.  La larga duración de su enfermedad es paralela a la larga duración de la reconstrucción del templo, 46 años.  Desde su camilla en la sala llena de enfermos del Templo, el paralítico había sido testigo de su renovación esplendorosa sin que le aportase ninguna curación