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Mostrando entradas de abril, 2011

¿ENTENDEMOS ESTO...?

2 Reyes 24: 4 "... y también por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente, y el SEÑOR no quiso perdonar."   ¡Terribles palabras! La teología nos ha enseñado por años y años que todo está perdonado. Vivamos como si nada ha pasado. Mantengamos nuestra conciencia libre de acusación. Nos agarramos fuertemente de la cita que dice "¿Quién acusará a los escogidos?" La sombrilla de la Justificación lo ha arreglado todo. Jesús limpió todos mis pecados, así que ya no tengo nada qué hacer. Él lo resolvió todo por mi, así que ahora puedo vivir como quiera. Puedo regresar al chiquero de donde me sacó ya que estoy limpio de toda mi inmundicia anterior... ¡Ajá!... pregúntele al hijo pródigo qué pasó en su corazón cuando estaba cuidando cerdos... La Biblia nos enseña que Nabucodonosor fue el cobrador de Dios. Manasés había hecho cosas tan horrendas, había derramado tanta sangre inocente que Dios no quiso... no es que no pudo... n

SIMON, HIJO DE JONAS...

Si usted está casado y ha tenido algún día una buena discusión con su esposa podrá comprender este escrito. Si usted es una de las esposas que en alguna ocasión ha cometido un error y su esposo la señala acusándola, comprenderá lo que está a punto de leer...   Unos días antes de que Jesús resucitara, Él ha estado hablando con sus discípulos y les ha dicho que lo van a matar. Está cerca la hora de su muerte en la Cruz y les está advirtiendo lo que sucederá para que no los tomen por sorpresa. Que se preparen para lo que está por llegar. Antes le ha dado a Pedro una revelación: Sobre ésta Roca edificaré Mi Iglesia, le ha dicho... y tú eres petra, a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos... Así que Pedro es levantado a un nivel de confianza que ni él mismo se había imaginado. Según los otros apóstoles, Pedro es uno de los más cercanos al Maestro. Y, cómo no. Ha estado con Él en el monte de la Transfiguración. Ha sido el único mortal que caminó sobre el agua. Fue uno

Y ME SEREIS TESTIGOS... (Hechos 1:8)

Esto va a doler. Y sé que más de alguno responderá que eran otros tiempos. Que Jesús ya cambió las reglas del juego. Que hay que actualizarse y ponerse al día. Otros dirán que hoy estamos en otro siglo. Dirán muchas cosas que respeto pero no precisamente serán la Verdad, así con mayúscula. Porque cada uno tiene su verdad... pero solo Jesús quien dijo: Yo soy la Verdad. No una verdad sino la Verdad... Así, que con su permiso...   Ninguno de ellos había pisado nunca un seminario bíblico. Ninguno de ellos había sido educado por ningún rabino. Es más, eran gente del pueblo, pescadores, cobradores de impuestos, gente ruda, con lenguaje callejero. Unos eran intelectuales, discípulos de Platón,  pero ignorantes de la verdadera Verdad... Pero Jesús no vio eso. Él no vio el fango en sus vidas. Él no vio sus orígenes... El vio algo mucho más allá de lo que los ojos ven. Él vio algo diferente en cada uno de ellos. Vio testigos. No vio credenciales, no vio diplomas ni títulos aca

¿QUÉ HAY DEBAJO DEL MANTEL?

Me asombra el Señor Jesús. Tengo ya varios años de caminar con Él y todavía me deja, como decimos en Guatemala, con la boca abierta. Y es que Él es especialista en ocultar lo feo. Le gusta mostrar cosas buenas y esconder las cosas feas de nuestras vidas. Por eso es que debemos tener presente que, si Él descubriera nuestras raíces todos nos verían tal y como somos... y de seguro se decepcionarían de nuestros ministerios y predicaciones... Eso fue lo que hizo el rey David con uno de sus invitados... lo cubrió con un mantel. Lo sacó del basurero y lo sentó a su mesa para que comiera con el resto de su personal más cercano. Imaginemos la escena: En un lado de la mesa está el general Abner. Cinco estrellas. En su rostro muestra la vida dura de las batallas que ha peleado al lado de sus soldados. En otra silla está sentado el sacerdote Abiatar. Una aureola de santidad emana de él. Es un hombre que sabe leer el Urim y el Tumim. Su abolengo y linaje lo distinguen sin necesidad

RAHAB... (Usted y yo)

Muchas veces nosotros los cristianos no nos valoramos como personas importantes... Estamos mal enseñados a saber que somos no solo hijos de Dios, comprados con el precio tan elevado como fue la Sangre de Cristo, sino también que hemos recibido el espíritu de adopción a través de ese Sacrificio. Claro, es cierto que no debemos tener un concepto más elevado de nosotros mismos, como dice Pablo, pero tampoco sentirnos inútiles. Dios no buscó inútiles, buscó pecadores para santificarlos, para hacer de ellos personas grandes, sabios, santos... personas que sepan decir no al pecado y sí a la santidad. Personas que sepan moverse entre el fango del pecado del mundo sin manchar sus corazones aunque ensucien sus pies. Personas que sepan comportarse ante la sociedad, hombres y mujeres que conozcan su verdadera identidad en Cristo, gentes que sepan estar arriba tanto como abajo... Dios buscó gentes en quien confiar. Gentes que no lo avergüencen ante sus enemigos, los espíritus demon