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Mostrando entradas de marzo, 2022

ELÍAS, EL PROFETA ORQUESTA

  1 Reyes, 19:5 “Y acostándose bajo el enebro, se durmió; y he aquí, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come” La mayoría de las veces vemos hombres de Dios (como les gusta llamarse), trabajando duro en la obra que se les ha encomendado.  Son líderes que se quiebran -como se dice-, el lomo con tal de que las cosas salgan bien. Hace poco fui a predicar a una congregación en donde el pastor muy finamente me estaba atendiendo en su oficina.  Tomábamos café y estábamos platicando de las cosas del ministerio cuando de pronto, empezó a levantarse una, dos y hasta tres veces dejándome solo en su oficina.  Cuando le pregunté porqué salía tanto, me explicó que era porque “tenía” que supervisar que todo estuviera arreglado para el culto de esa hora. Es decir, delegaba funciones en su personal pero no les quitaba el ojo de encima.  A pesar de tener la ayuda de buenas personas con anhelo de servir al Señor, él no los dejaba tranquilos o él no estaba tranquilo sin ver hasta el último detal

LO OCULTO

Levítico 19:9-10 "Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta los últimos rincones de tu campo, ni espigarás el sobrante de tu mies. "Tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; lo dejarás para el pobre y para el forastero. Yo soy el SEÑOR tu Dios. Hay mandamientos que están insertados aquí y allá a lo largo de toda la Escritura. Pareciera que el Señor quiere llamarnos la atención hacia un determinado mandamiento y lo hace en forma que inserta algo que no está en concordancia con lo que viene diciendo antes y después. Es como tomar un marcador amarillo y resaltar un párrafo o frase para darle realce y mantener la atención sobre lo que se ha marcado. En el capítulo diez y nueve de Levítico, el Señor ha venido hablando de mandamientos sobre la conducta espiritual, sobre sacrificios, sobre la forma en que debemos conducirnos en sociedad.  De pronto, sin previo aviso, aparece el texto que encabeza este escrito. ¿Que es lo que el Señor est

ME TENGO QUE IR...

  Juan 16:7 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya…” Creo que no ha habido momento más triste en la vida de Jesus en la tierra como cuando Juan nos cuenta lo que habló en sus capítulos 16 y 17.  En esos capítulos vemos a Jesus en toda su crudeza emocional. Está triste. Se acerca la hora de su partida y le está explicando a sus alumnos que los tiene que dejar.  Claro, no los dejará solos, pero Él, él, como Jesus ya no podrá estar con ellos. Tiene que irse al Padre, tiene que regresar al Cielo porque tiene que preparar lugar para cuando ellos se reúnan con él allá detrás de las nubes.  Y los muchachos no lo entendían.  No era posible que los dejara después de haberlos enamorado con sus palabras, con sus milagros y con su forma de expresar sus pensamientos. ¿Como era posible que ahora venga con eso de que tiene que dejarlos? Alguno de ellos le preguntó si lo podía seguir. Jesus le responde que en ese momento no. Otro le preguntó que a donde iba a ir que no pudiera se

HERENCIA Y LEGADO

Génesis 18:19 “Porque yo lo he escogido para que mande a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del SEÑOR, haciendo justicia y juicio, para que el SEÑOR cumpla en Abraham todo lo que El ha dicho acerca de él” Herencia y legado son dos cosas totalmente diferentes. Herencia es lo que se le deja a los hijos. Legado es lo que se deja en los hijos. Y la gran mayoría de padres les dejan herencia a sus hijos, pero no un legado. Dejarles una herencia les durará lo que tarda en gastarse esa herencia. Dejarles un legado es para toda la vida. Son sus principios. Son sus estándares. Son sus bases morales. Son sus desafíos para la vida, son sus sueños de ser diferentes y es un estilo de vida que les acompañe toda su vida y que les vaya bien. Eso es lo que Dios dice de Abraham.  Dios confía en que Abraham le enseñará a sus hijos a honrar a Dios de tal manera que El pueda cumplir lo que le ha prometido. Depende del legado que les deje para que la bendición de Dios caiga sob

¿DE QUIEN ES EL MERITO?

2 Corintios 11:32-33 “En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos” Muchas veces creemos que las cosas suceden porque si, porque el destino tiene sus avatares y que nosotros los humanos no tenemos nada que ver con lo que sucede en la vida de los demás. En  la iglesia abundan las personas que no hacen nada. Son los parásitos de todo cuerpo. Son las rémoras que nadan bajo las barbas de los tiburones o las ballenas para ir recogiendo lo que les sobran de cada mordida.  Qué triste condición la de esas personas. Cuando les preguntan donde se congregan, con mucho orgullo dicen que en tal o cual congregación, pero estan mintiendo, ya que congregarse significa una cosa y asistir a un lugar de culto de otra.  La mayoría son asistentes. Les gusta el pastor, el ambiente del templo o quizá porque allí se han reunido desde pequeños y se han acostum

MAS DE ABINADAB

1 Samuel 7:2 (LBLA) Y sucedió que pasó mucho tiempo, veinte años, desde el día en que el arca quedó en Quiriat-jearim; y toda la casa de Israel añoraba al SEÑOR. En un mensaje anterior vimos como el Arca del Señor estuvo en la casa del levita Abinadab.  También vimos como este levita no tuvo el cuidado de enseñarles a sus hijos que debían guardar el debido respeto hacia la Shekiná, la Presencia del Señor que habitaba en el Arca. Aprendimos que VEINTE AÑOS es suficiente tiempo para que alguien se acostumbre a dar por hecho que la presencia de Dios está con nosotros. Es un error que cometen muchos cristianos. Ya no se esfuerzan por transmitir a su generación el temor a Dios, ya no les enseñan a sus hijos que deben temer al Señor que es quien provee todo lo necesario. Para Abinadab y su familia incluyendo sus hijos, tener el Arca de Dios en su casa se había vuelto una costumbre. Ya no lo honraban, de tal manera que Uza es muerto por el Señor cuando el episodio de la carreta cuando

UN POCO DE PSICOLOGÍA

Salmos 8:4 “… digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?” El hombre no vive su vida propia. No. El hombre trata de vivir la vida de otros. Es un axioma que casi todos hemos tratado de vivir.  Desde jóvenes hemos tratado de vivir la vida de los exitosos en la música, en los deportes o en los estudios. Ya que somos cristianos, tratamos de vivir las vidas de Daniel o sus amigos, o Jeremías, Jonás o incluso de Pedro o de Jesus, sin dejar de lado a Pablo. Pero todos en algún momento hemos tratado de ser una copia o un clon de alguien más.  Hasta que nos damos cuenta que el Cielo a cada quien le ha dado un estilo de vida. Desde el Cielo la Providencia Divina ha diseñado un plan para cada uno de nosotros y nadie escapa a ese destino por más que trate de vivir una vida ajena. ¿Conocen el cuento que se llama “Muerte en Teherán”? Un persa rico y poderoso paseaba un día por el jardín de uno de sus criados.  Este estaba compungido porque