LIMPIANDO GAVETAS

Bueno, hoy es el último día del año 2020. Y en cuanto me senté a escribir, lo primero que me vino a la mente es que debo limpiar las gavetas de mi escritorio. Abrí la primera y encontré un montón de papeles que ya no recuerdo por qué los puse allí. En otra tengo unos llaveros que alguien me regaló y que nunca usé, también encontré cables de computadora, cargadores y un sin fin de cosas que ya olvidé para qué sirven…


En mi corazón también tengo algunas gavetas que vaciar…


Tengo que desocupar espacios en donde guardé amistades que creí que eran sinceras. En algunas gavetas de mi corazón guardé por mucho tiempo la esperanza de que alguien que dijo que me amaba lo demostrara pero no obtuve pruebas de ello. Personas que se cruzaron en mi camino y dejaron algunas huellas de mentiras, traición y dolor. Tengo que sacarlas de los rincones de mi alma porque me estan abultando la existencia y no vale la pena recargar mi vida con esos recuerdos. 


Otros que caminaron conmigo por un tiempo haciéndome sentir que eran amigos pero la prueba del tiempo demostró que no eran sinceros porque los momentos difíciles de cualquier amistad les hizo dar la vuelta y me dejaron con un mal sabor en la boca. Sigo rebuscando en los cajones de mi interior y me encuentro números telefónicos a los cuales llamé muchas veces pero nunca me respondieron. Quizá fui borrado de su lista de contactos y nunca me había dado cuenta. Otros que están, como se dice, en la cuerda floja porque les he escrito algún que otro wats app pero me dejaron “visto” sin tomarse el tiempo ni la cortesía de responder. Sé que debo dejarlos ir. Debo limpiar los espacios de mi corazón para seguir creyendo y volver a empezar a poner en mi interior otros sueños y anhelos de seguir creyendo en las personas. Creo que no todo está perdido. 


Estoy vaciando los cajones de mi alma y tengo que tirar recuerdos amargos, momentos difíciles, amistades tóxicas, de esas que solo chupan sangre y tiempo, personas que no apreciaron un abrazo, un saludo o un “te amo”. Sacar momentos de dolor y tristeza. Instantes de dudas y de luchas. Noches de desvelo y lágrimas de impotencia…


Pero ¿saben qué? empezaré otro año. Y con él, seguiré creyendo en Jesus. Seguiré creyendo en las personas. Seguiré creyendo que todavía existe la verdadera amistad. Continuaré guardando en mi escritorio recuerdos de aquellos que aún sonríen, que todavía aman y que como yo, siguen esperando que el amor prevalezca por sobre los avatares de la vida. 


Con Jesus todo es posible.  Así que feliz año nuevo, mis queridos lectores. 


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