LOS ESCLAVOS

A causa de la interpretación teológica que hemos hecho de la Palabra de Dios nos hemos robado o perdido el privilegio de comprender muchas perlas que hay en ella. Y es que siempre se nos ha enseñado que, gracias al Sacrificio expiatorio de Jesús en la Cruz, somos hechos hijos de Dios. Y, claro, eso es muy cierto. De otra manera yo no sería su hijo. Ni Él sería mi Padre. Y que lo es, lo es. No hay duda. Pero resulta que también somos sus esclavos. Y esta es la palabra y la función que no mucho se enseña desde los púlpitos. Redundamos en repetir que somos sus hijos... pero no repetimos que somos también sus esclavos. Porque si antes éramos esclavos del mundo, ahora somos esclavos de Dios... ser esclavos del gran YO SOY es el rol más maravilloso que puedo tener. Porque Él confía en que le puedo representar bien. Por lo menos eso es lo que Él cree. El resto depende de mi.

¿Qué significa ser esclavo ante el Señor? Bien, por un lado, significa que la reputación de Dios está afianzada en mí. Cuando me coloco bajo Su posesión, El toma responsabilidad por mí. Cuando confieso que soy Su siervo, doy a entender que El actúa como mi protector y proveedor. El cuida de Sus esclavos porque es benevolente (pero nunca olvides que también es Rey). Como su esclavo disfruto de los privilegios que Él me concede: me da casa, vestido, comida, esposa, descanso y muchas cosas más que los esclavos necesitan para vivir.  Así que ¿Cuáles son las implicaciones que se derivan de esto? Primero, debemos notar que quienes no son Sus esclavos no pueden esperar esta clase de protección y provisión. No le pertenecen. Esto fue lo que dijo Jesús con la frase, "¿Porque dices Señor, Señor y no haces lo que digo?" Cualquiera en ese grupo no es de Él. ¿Qué derecho tienen de pedir Su ayuda? ¡Ninguna! Su honor no está en juego en sus vidas. Es fácil entenderlo si lo vemos como trata una empresa a sus empleados: Los protege con un seguro. Les provee uniforme. Les dan transporte, viáticos y todo lo que la empresa puede hacer por sus empleados... Pero no tiene nada que ver con alguien que no trabaja para ellos.

Pero para aquellos que si pertenecen, la vida es muy diferente. Eso no significa que la vida les funciona de la manera que prefieren. Significa que las circunstancias de la vida están bajo Su mandato, para Sus propósitos. No hay accidentes en las vidas de Sus siervos. Adicionalmente, no es necesario preocuparnos de la locura de la vida. No tenemos prisa. Estamos en obediencia.  Solo somos llamados a obedecer Sus instrucciones, no a provocar que sucedan las cosas. El secreto de vivir en paz es escuchar antes de actuar. El amo no espera que el esclavo sepa el plan de juego. El solo espera que el esclavo ejecute Sus órdenes. Cuando hice mis estudios en la Escuela Militar de Guatemala, mis oficiales me enseñaron algo importante: Las órdenes se cumplen, no se discuten. Así que relájate. La vida llega según Sus términos. Haz lo que dice. Eso es suficiente. Todo lo que yo haga es un reflejo de Su honor. Y Él espera que yo cuide Su Honor para que otros también deseen ser sus esclavos... no solo sus hijos. Eso es evangelismo...eso es ganar almas.

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