¿LIBRES O LIBERTAD?

"Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. " Juan 8:31-32

En la antigua Roma había dos clases de personas: los libres y los libertos. Los libres y los esclavos. Los patricios y los plebeyos. Solo dos. Si usted hubiera tenido la mala suerte de nacer en un hogar de libertos ya podía contarse con muy buena suerte. Éstos eran los que habían comprado su libertad pagando grandes sumas de dinero a sus amos los patricios. Y, cuando un amo aceptaba que un esclavo comprara su libertad era porque lo amaba mucho o porque le tenía aprecio por lo menos. Y ese liberto podía formar su familia ya en estado de libertad... Pero ¡cuidado!, tenía que mantener su certificado de libertad al día porque si por mala suerte algún comerciante de esclavos le ponía la mano encima y no demostraba que había pagado por ser libre, se lo llevaba, como decimos en Guatemala... la tiznada. ¿Quién es libre, entonces? ¿Será alguien que puede vivir como se le antoje? ¿Será libre alguien que vive al margen de la moral, las buenas costumbres y la constitución de su país?  La pregunta no es trivial, así que ten cuidado cómo responder a lo grande que es.

 Nuestra cultura y la opinión prevaleciente del mundo da respuestas con la primera alternativa. El "libre" es el hombre que tiene la libertad para vivir como le plazca. El "libre" es el hombre que no está restringido por normas y reglamentos, por parte del gobierno o por la comunidad o los compromisos. Esta imagen está detrás de gran parte de nuestro debate político y es fundamental para la proclamación de la "vida, libertad y la búsqueda de la felicidad", como derechos inalienables. Todo hombre quiere ser "libre".

Pero la Biblia tiene una respuesta diferente.

Para el observador superficial, parece que los hombres que no obedecen la ley son más libres que los hombres respetuosos de la Justicia, ya que pueden seguir sus propias inclinaciones;. En realidad, sin embargo tales hombres están sujetos a la esclavitud más cruel pues son esclavos de  sus propios instintos, impulsos y deseos. El primer paso hacia la emancipación de la tiranía de la inclinación al mal en el hombre es, por tanto, una sumisión voluntaria a la ley moral. La restricción de la ley es el principio de la libertad humana, o rabínica.  Ninguno es libre, excepto el que actúa de acuerdo con la ley.

¿Quién es libre? El hombre que se somete a la Palabra de Dios, dice la Escritura. Un hombre es esclavo de sus propios impulsos y deseos en la medida en que no obedece a las instrucciones de Dios. Si Jesús vino para liberarnos, entonces Él vino a traernos Su Palabra. No hay otra manera de entender su punto de vista. Por esta razón,  El gran problema no es el pecado. No es la gracia o el amor o la sangre. Esas son todas importantes, pero cuando se trata de la cuestión número uno, palidecen en comparación. El mayor problema es la autoridad!  El mayor problema es quien está a cargo. Mientras yo creo que el objetivo de mi vida es mi propia libertad, voy a ser esclavo de mí mismo, fácilmente manipulable por mi evaluación actual de lo que es bueno para mí.  Pero la Biblia me confronta con una realidad mucho más dura. Ser libre no es lo mismo que la libertad!  La verdad nos hará libres porque la verdad se encuentra en  La Palabra.

¿Quieres ser libre? Haz lo que Él dice. ¿Quieres libertad? Haz lo que quieras. En ambas posiciones pagarás tú solo las consecuencias... bendición o maldición. ¿Qué escoges...?

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