¡QUÉ DIFÍCIL ES AMAR...! (Pero qué necesario)

¿No se ha dado cuenta que las personas más difíciles de amar son las que más necesitan amor?

Esto se debe muchas veces a que en su niñez fueron personas que no tuvieron contacto personal y directo con sus padres. Supuestamente las personas más cercanas a nosotros en nuestros primeros años de formación son los padres. Pero hay que salir a trabajar. Hay que atender la iglesia. Hay que atender asuntos "mas" importantes que los hijos... y se produce el daño. Como diría el personaje mexicano: fue sin querer queriendo. Pero se hizo y no hay vuelta atrás. Hicimos lo imposible por llenarles el estómago que les dejamos vacío el corazón. Cruel, pero así funciona a veces la vida.

Y llegamos a la edad adulta. Nos convertimos a Cristo. Nos congregamos en una familia espiritual. Y... usted ya conoce el resto: cuando ya estamos acomodados en los privilegios, en las sillas y en el Templo, empezamos a mostrar los vacíos que tenemos. Y, de pronto, sin darnos cuenta, empezamos a ser desconfiados. Mostramos nuestros miedos. No permitimos que los demás se nos acerquen y comenzamos a rechazar todo lo que huela a amistad. O, lo más importante, todo lo que huela a amor.

¿Por qué es así el asunto? Sencillamente porque no hemos sanado nuestro pasado. En cuanto alguien se nos acerca con demasiadas muestras de amor, nos volvemos atrás y brotan la desconfianza, los temores y los miedos a que esa personas que "dice" que me ama, también, como mis papás, se vaya de mi lado y me dejará con otro mal sabor en la boca. Y, como no queremos sufrir el abandono de alguien en quien podamos poner nuestra confianza y cariño que necesitamos recibir y dar... mejor ai nos vemos...como se dice. Y continuamos con nuestro vacío. ¿Amamos a Dios? ¡claro que sí! Eso es lo que creemos, pero, escudriñando las cosas con lupa nos daremos cuenta que no es cierto. No podemos decir que amamos al que no vemos si no amamos a los que vemos. Y, lógicamente, la gente se cansa de querer darnos amor, cariño, amistad. Y, en consecuencia... se van. Y en ese momento viene la "confirmación": ¿Se da cuenta pastor? Dijo que me amaba y de repente se fue...

No querida hermana o querido hermano. No se fueron. Usted lo echó de su lado. Se cansaron de tenderle la mano  y usted, por miedo a ser abandonado o abandonada no lo permitió. Ese es el síndrome. ¿La solución entonces? ¡Arriésguese a que le mientan, a que le abandonen, incluso, a que le roben su dinero y su paz! ¡Arriésguese a amar y ser amado! Aunque ese riesgo incluya la traición. ¿No fue eso lo que nos enseñó Jesús?

Bote sus barreras. Rompa con el pasado. Permítase el privilegio de amar y ser amado. No vea atrás sino adelante y encontrará gente maravillosa puesta por Dios para que usted ya no sea ni se sienta huérfano. Porque si no rinde esa área al Espíritu Santo, lamento decirle que incluso sus hijos se irán de su lado y usted se quedará más sola o solo aún...

Lo que viene del corazón, va hacia el corazón.
 

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