POR SUS FRUTOS...
Soren Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, escribió: El peor pecado que el cristiano puede cometer es no vivir conforme lo que dice que es.
Ya en el siglo pasado había quienes criticaban la Iglesia evangélica danesa por su liberalismo. El evangelio había caído en una carnalidad tal que hasta los filósofos de la época se daban cuenta del orgullo, pretensión e ignorancia de los cristianos de aquella época.
Y Kierkegaard se opuso tenazmente a esa escuela de pensamiento. Sentó las bases para la discusión sobre la santidad en las personas que se llamaban cristianas...
¿Qué lo motivó a escribir sus tesis sobre la Santidad? Él se dio cuenta que el mayor estorbo para que no se conviertan al cristianismo los no creyentes... son los mismos creyentes.
Sus conductas distan mucho de ser lo que dicen ser. Usted no me mire a mí, mire a Cristo decían en aquel entonces los líderes y pastores que mal enseñaban al pueblo a vivir carnalmente. Y lo mismo sucede hoy. Hemos perdido el pudor. Hemos rebajado nuestros estándares que ya no hay diferencia entre un pecador y un cristiano. No estoy hablando de que el cristiano sea perfecto, estoy hablando de lo que dijo Pablo: Imítenme a mi en lo que yo imito a Cristo. Pero parece que los líderes de hoy o no han leído a Pablo o no quieren entender que los pastores somos ejemplo de la grey, como escribió Pedro. Nos hemos rebajado tanto que ya no nos da vergüenza que los no creyentes nos vean en las noticias de las diez de la noche siendo señalados como violadores, borrachos, pendencieros, matando incluso por un parqueo...
Kierkegaard estaría anonadado con nuestras iglesias del día de hoy.
Y Pablo, si visitara una de nuestras congregaciones pensaría que aún no hemos sido evangelizados.
La Iglesia no ha avanzado nada en lo que respecta a Santidad. Y, precisamente, esa palabrita es la base del vivir cristiano.
Porque el Evangelio de Cristo no consiste en coros, aleluyas, actos litúrgicos y otras cosas. El Evangelio de Cristo es un estilo de vida. No es encerrarse en un seminario teológico durante cinco años y salir graduado para apacentar al pueblo de Dios aunque en esos cinco años jamás se le haya hablado al alumno de consagración, entrega, sumisión, obediencia y santidad a la Palabra del Señor.
Se le enseña a administrar como si fuera un gerente de McDonald's. O Pollo Campero. O cualquier clase de negocio, menos el Cuerpo de Cristo. O a su propia familia. Si no sabe apacentar a su familia...
¿Como creerán en Aquel de quien no han oído? se pregunta el profeta. Y yo pregunto: ¿Cómo creerán que el Evangelio cambia si nosotros no cambiamos? ¿Cómo creerán que el Evangelio transforma si ni nosotros, los que lo tratamos de enseñar no hemos sido transformados?
Por sus frutos los conoceréis, dijo Jesús. Y esa sentencia sigue vigente hasta el día de hoy. Por los frutos. No puede un árbol bueno dar frutos malos y viceversa. Los frutos, mis queridos, son importantísimos... Quizás más que las palabras...
Talves tengamos que empezar de cero con nuestro estilo de vida evangélico y empezar a vivir lo que tanto pregonamos por todos los medios...Y entonces, talves hasta entonces nuestros vecinos querrán ir a la Iglesia con nosotros. Mientras tanto... sigamos llevando el evangelio a otras partes donde nadie nos vea vivir diariamente. Donde ni siquiera nuestra esposa y nuestros hijos nos escuchen predicar... Porque ellos sí nos conocen. ¡Y muy bien...!
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