EL CUIDADO DE DIOS

...he aquí, yo he mandado a una viuda de allí que te sustente. (1 Reyes 17:9)
 
El gran profeta de fuego, como se le llama: Elías. Ha estado provocando "problemas" a los reyes Acab y Jezabel. Paró la lluvia. Descabezó a un montón de falsos profetas. Se metió en dificultades con el gobierno. Ha demostrado Quién es el Verdadero Dios de Israel. Y, para eso, tuvo que arriesgar la vida. Así son las cosas con los que quieren seguir y servir al Verdadero Dios. Son hombres y mujeres de fuego. Que lo arriesgan todo. No esperan nada ni saben qué va a ocurrir después. Lo único que anhelan es que su Dios no sea burlado ni blasfemado. Aunque en ello les vaya la vida. Hacen falta hombres y mujeres así. Que no le tengan miedo a quedar "mal" con los otros. Que demuestren que son verdaderos siervos del Dios Altísimo. Que no venden sus conciencias ni su linaje...
Bueno, pero, como todo hombre, Elías se asusta por las palabras que le dijeron. La reina lo amenaza y el hombre de Dios se deprime. Dios lo entiende y lo esconde por un tiempo en el arroyo de Querit. Pasado un tiempo, el valiente profeta se queda sin comida ni agua. Aquí entra el premio mayor...
Tú me honraste, Elías. Ahora me toca a Mí, parece decir Dios. No te abandonaré en tus momentos débiles. Tú levantaste Mi Nombre delante de los incrédulos, yo te levantaré delante de ellos. Y lo manda a un hotel de cinco estrellas todo incluido. Lo manda a Sarepta. Allí hay una viuda que está a punto de morirse de hambre. Curioso, ¿verdad? Pero así son los planes de Dios. Usa lo vil y menospreciado para avergonzar a lo que se cree grande y perfecto. Lo importante no es a quien usa Dios... lo importante es darle de comer al que necesita.
Y... ¿sabe qué? Los dos necesitaban algo.  Ella necesitaba fe. Elías necesitaba comida. Y Dios está a cargo de todo. Él proveerá a ambos lo que necesitan. Lo mismo quiere hacer con usted y conmigo. Por eso nos pide. Siempre nos pide. Porque usted necesita aprender a dar y otros necesitan aprender a recibir. Unos necesitan humillarse, otros necesitan ser humillados. La viuda tenía algo que Elías no tenía: pan... Elías tenía lo que la viuda necesitaba: fe en Dios.
En ambos casos, quien hace todo el trabajo es Dios. Dios nos une para que cumplamos sus propósitos. Por eso es pecado no congregarse, porque le estamos negando al Señor el honor que Él cumpla su agenda en cada uno de nosotros. No somos islas. Yo necesito de usted y viceversa. Aunque no lo creamos ni nos guste la idea.
Y Dios sigue necesitando Elías que sepan cumplir Su Voluntad. Si Dios le dio a usted un canal de TV es para que lo comparta con el que no tiene. Si Dios le ha dado dinero, es para que lo comparta con el que necesita. Si Dios le ha dado salud es para que ayude al enfermo. Si Dios le ha dado harina y aceite... es para que alimente al hambriento. Y entonces usted recibirá, como la viuda de Sarepta, la certeza de que lo que Dios dice es verdad.
En eso consiste el cuidado de Dios... ¿Cómo ve ahora las cosas que Dios le ha dado? ¿Son suyas realmente... o son de Dios?

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