JONAS...
Las rosas de la tarde, las rosas ya marchitas, las rosas del crepúsculo, las rosas que se mueren... Su aroma ya no llena el ambiente, su perfume ya no existe. El dolor acompaña la vida como la madre al hijo que tanto ha deseado. Los besos castos han desaparecido de los labios del profeta, ese profeta que fue enviado por su Maestro a cumplir una misión pero él decidió otra cosa... Y allí está. Pereciendo en esa oscuridad que todo lo anula. Una oscuridad tenebrosa, una oscuridad que desalienta, una oscuridad que mata. Mata la esperanza. Mata la virtud. Mata la fe. Mata la vida... Jonas ha huido a otros rumbos. El mar lo ha engullido como el horizonte engulle el barco a donde había ido a refugiarse para no cumplir su cometido. Como nos traga la vida, como nos engulle el dolor, como nos engulle el pasado... Cada día perdemos algo de vida... La vida nos quita la vida... Y hoy ...