EL CADALSO

La cárcel es dolorosa. Huele a soledad. Huele a escarnio. Huele a humillación. Especialmente si los que entran en ella lo único que han hecho es amar... El amor también puede encarcelar las almas inocentes que se entregan incondicionalmente a él... El amor... ese sentimiento que no se puede detener una vez ha roto el dique del alma...

Así están estos dos valientes. Han caído bajo el peso de la ley del hombre, pero en la Ley del Cielo están libres. Libres como las tórtolas que hacen sus nidos en los dinteles de los palacios. Los han acusado de lo que no es cierto. Así es el veneno de los que no entienden el amor. "Para el sucio todo es sucio" dice la Escritura. Por eso debemos cuidar mucho lo que vemos o sentimos... porque podemos encarcelar a los valientes que se atreven a demostrar su amor sin ambages y no debemos olvidar que el escándalo, como el rayo, estalla con más fuerza en las alturas... Mientras más alto está el acusado más alto serà su sonido...

Hechos 16:25 nos cuenta lo que hicieron estas dos víctimas de la pasión enardecida que bullía en sus almas por hablar del Amado de sus corazones... ¿Cual había sido su delito? Hablar bien del que les había hecho solo Bien.  Contar las Maravillas de su Amor inconmensurable que todo lo llena, que todo lo arrebola como los rayos nacientes de un sol de madrugada... Escuche atentamente la Voz de la Escritura: ..."Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban..."

¿Como cantar en medio del dolor? ¿Como entonar himnos de gozo y alegría cuando el alma llora? ¿Como cantar alabanzas en un momento en que la espalda está supurando sangre a causa de los latigazos que la han destrozado? ¿Como elevar los ojos al Cielo en gratitud por los esputos que se han recibido en pleno rostro y escuchado los insultos más blasfemos que denigran el sentimiento más profundo del ser humano? ¿Como se puede hacer eso?

Se puede, dicen estos dos paladines de la fe. Pablo y Silas dicen que sí se puede. Que se puede, en medio del dolor convertirlo en canto de gratitud. Convertir las lágrimas de humillación en lágrimas de gozo. Obligar al corazón a entonar el canto del solitario, como el  ave que para cantar se ensarta una espina en su garganta y que ese dolor se convierta en alabanzas que eleven sus alas de gratitud a Aquel que las escucha en su Trono...

A través de las paredes de piedra y musgo, estos hombres no se dejaron quebrar. Como el mar que estalla sus olas en la playa y no se detiene ante nada ni nadie, estos vencedores del dolor y de la naturaleza humana hicieron que los otros entendieran algo: Se puede vivir en medio del polvo y del lodo del rechazo, se puede amar a pesar de la oposición, se puede ser amigo del que sufre y del que llora... y aún del que castiga, como el centurión que los encarcelaba sin saber lo que hacía...

Y estos hombres que dejaron su legado a la eternidad  miraban, a través de la fe,  el campo y el cielo, como inspirados por la magnificencia de las cosas, engrandecidos por ese soplo de soledad que venía de las montañas lejanas de Judea y del cielo inmenso... se diría que todas las alondras de la tierra cantaban con ellos en un concierto de amor, en un éxtasis de adoración, la armonía encadenaba el alma inestable de las cosas en una magnificencia de sueño, un mundo de pensamientos se removían en el alma de estos hombres valientes, valerosos, armados con su parafernalia de fe  que les hacía volar y sumergirse más allá del dolor mismo...

Ni el cadalso, ni las paredes, ni el dolor, ni el látigo  pudieron callar las voces del amor que rugía como un león en el corazón de estos discípulos de Jesús que proclamaban ante todos lo que habían conocido y los había transformado: ¡El amor hecho Vida...! "...Yo soy la Vida"  había dicho el Maestro...

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