LA MUJER...

Mucho se ha escrito sobre ella...

Poetas, filósofos, pensadores, detractores, defensores, cineastas y muchos más. Han habido culturas en donde era pecado ser mujer. "Gracias, Señor, porque no me hiciste ni perro ni mujer..." era la oración de una de ellas en el pasado. Otras las mutilan. Otras más las ven como objeto de uso sexual.

Menospreciadas, vilipendiadas, rebajadas a la mínima expresión...

Hoy hay negocios que mueven millones de dólares utilizando la figura de la mujer. La figura de su cuerpo es explotado al máximo para sacar provecho de las ventas de cualquier cosa. Los bancos las usan para vender sus tarjetas de crédito. Los fabricantes de llantas las usan para convencer que se compre tal o cual tipo de llanta. Los hoteles hacen sus campañas publicitarias sacando la foto de una linda mujer en la piscina, como si eso fuera todo en el edificio. No importan las habitaciones, no importa la comida, no importa el servicio... lo que importa es esa mujer en la piscina. Eso vende. No vende el hotel. Vende la foto.

Y, lo que es peor, a medida que avanza el tiempo, la misma mujer se ha prestado al juego del machismo. Se dejan usar para que las exploten. Se permiten rebajarse para ser vistas. Necesitan urgentemente que se las vea en las vitrinas y en las páginas de los diarios, por eso se dan a los publicistas... A causa que sus padres las ignoraron la mayor parte del tiempo utilizándolas como servicio doméstico cuando eran niñas, hoy se abandonan al uso comercial que hagan de ellas para que las conozcan, para saber que existen, para sentirse valoradas aunque sea por un puñado de dólares...

Por eso era necesario que viniera Jesús. Para que pusiera las cartas sobre la mesa y nos enseñara a todos los hombres lo que realmente el Padre había creado en el Génesis... Una ayuda. Una compañera. Una igual. No una herramienta publicitaria. El Padre creó una mujer fuerte, del hueso y no del polvo para que se la valorara, respetara y levantara. Èl mismo la bendijo haciendo que llevara en su vientre a su Hijo el Mesías prometido, hizo que de sus pechos brotara la leche que le dio vida, hizo que sus amorosos brazos lo acunaran cuando era bebé, hizo que lo tomara de la mano cuando cruzara la calle y llevarlo a la sinagoga a aprender la Palabra del Padre... Le enseñò a través de sus mímicas a decir "papá", "mamá" y otras cosas... Le enseñò el amor a Dios, le enseñò a ser responsable en el trabajo por eso pudo heredar la carpintería de José y ser el sostén de su casa... La mujer hizo todo eso y mucho más...

Y Jesús, el Hombre, se sintió en deuda con la mujer. Había que cancelar esa deuda. Y al no más salir a su ministerio lo primero que hizo fue escuchar la queja de su madre: "...no tienen vino, y tú puedes hacer algo por ayudarles, hazlo, hijo, hazlo..." Y Jesús lo hizo. No por el novio ni por la fiesta. Lo hizo porque le debía un favor a esa mujer. Y al final del camino, usted sabe lo que hizo aún... "Mujer, he allí tu hijo, hijo, he allí tu madre" No la dejó sola. No la abandonó. La dejó a cargo de su discípulo amado. "Cuìdamela, Juan, cuida a mi madre" fueron sus últimas palabras...

La mujer es como una flor matinal, ebria de sol que crece en la sombra del jardín de la vida, esperando que se le ame, que se le respete y no se le corte para adornar en un jarrón una mesa de noche... Porque las rosas son bellas, pero... cortadas, una hora y nada quedará de tanto encanto. La mujer es poesía, es verso encarnado, es música para el alma.

La mujer es como la rosa: Las rosas se respiran, no se comen, porque hay rosas sagradas, son rosas del altar... La mujer no se conquista señores, a la mujer se le convence...


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