INDIFERENICA 2
Marcos 3:1 "Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca." Terminemos este dilema que empezamos ayer... Hoy también hay personas que se sientan a nuestro lado en las congregaciones en donde adoramos a Dios, a quienes ni el nombre conocemos. Cumplimos con las oraciones, oblaciones, cantos y lecturas. Es más, hasta danzamos al son de los tamboriles y flautas... Ponemos cara dominical. Nos pintamos la sonrisa en los rostros macilentos, nos echamos el mejor perfume que tengamos para impresionar a los demás y ponemos ojos de huevo estrellado para imitar a los santos que acostumbrábamos visitar en la antigua parroquia de nuestra juventud... Pero somos indiferentes a la necesidad ajena... Mientras oren por nosotros, mientras nos ayuden a sobrellevar nuestras cargas, mientras nos apoyen en ayuno y oración todo está bien. ¿Y los demás? ¿Los que tienen seca la mano? ¿Los que tienen seco el corazón de tanto dolor acumulado? ¿Acaso vemos...