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Mostrando entradas de septiembre, 2024

NO NOS DETENGAMOS

Génesis 11:31-32  “Y Taré tomó a Abram su hijo, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a Sarai su nuera, mujer de su hijo Abram; y salieron juntos de Ur de los caldeos, en dirección a la tierra de Canaán; y llegaron hasta Harán, y se establecieron allí.   Los días de Taré fueron doscientos cinco años; y murió Taré en Harán” Dice un Midrash que Dios había hablado con Taré, padre de Abram, para que salieran de la tierra de Ur en donde eran idólatras, fabricantes de ídolos y vivían en un paganismo craso. Dios buscaba a alguien para darle por herencia una tierra mejor que la que tenían. Pero heredarla significaba un cambio total de mente, de cultura y de costumbres. Dejar familia, amigos, influencias y todo lo que nos produce confort y bienestar. Lo que nos hace sentir bien. Es entonces cuando leemos que no fue Abram quien tomó la batuta sino su padre Taré. Pero Taré no atendió bien la orden del Señor. Se llevó como lastre a su sobrino Lot al que después veremos llorando en Sodoma. Sin e

¿QUIEN DEFINE NUESTRO BIENESTAR?

Juan 5:7   “El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo” La codependencia es malísima. Nos roba la libertad de ser quienes debemos ser. La dependencia del que dirán nos pone etiquetas que los demás quieren que llevemos. Y eso nos anula. Nos hace sentirnos inútiles. Nos hace sentir que no servimos para nada ni para nadie. Es un falso sentido de humildad porque disfrazamos la dependencia diciendo o pensando que los demás nos tienen que ayudar en todo. La codependencia es un síndrome de querer que todos hagan por nosotros lo que nosotros debemos hacer. Y eso nos enaniza. Nos roba la creatividad y nuestro cerebro lo detecta y se pone perezoso, ya no funciona al cien por cien esperando que otros nos digan que hacer en todo. Una mujer de mi congregación sufría abusos de parte de su esposo. La golpeaba, la insultaba y la hacía sentirse menos solo por ser mujer. Cuando le pregunté por q

EL CONEJO Y LOS GALGOS

Juan 5:5 “Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo…” Hace varios años fui a visitar a mis papás a Newark, N.J. Pero el vuelo de AA se detuvo en Miami para hacer escala de seis horas. Fue mucho antes del famoso episodio de las Torres Gemelas, así que era fácil salir a la calle en una escala tan larga y luego regresar sin problemas de chequeos a la puerta de embarque y continuar el camino al destino final. Tomando en cuenta que esas seis horas iban a ser algo aburridas allá adentro del aeropuerto, llamé a uno de mis hermanos que viven en esa zona. A los pocos minutos llegó por mi para llevarme a almorzar con él y luego me regresaría para que yo continuara mi viaje. Camino al restaurante, pasamos frente a un galgódromo. Le pregunté si alguna vez había entrado a ese lugar para apostar a las carreras de galgos y me contó su experiencia: Resulta que en esa ocasión, los ocho galgos estaban listos en sus jaulas mecánicas listos para salir cuando un conej

ALGO MÁS DE LA CALLE LLAMADA DERECHA

Hechos 9:13-14 “Pero Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén, y aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre…” ¿Tenía razón Ananías de tenerle miedo a Saulo? ¡Claro que si!  Lo que se sabía de aquel cazarrecompensas era cierto.  Recordemos que las noticas, especialmente las negativas, se riegan como pandemia a través de todos aquellos que las necesiten escuchar y aumentar todavía más. La sola mención del nombre Saulo significaba terror, miedo, cárcel, tortura y otras cosas. Para los nuevos creyentes en Jesús aquel hombre no era desconocido. Se sabía quien era y qué quería cuando llegaba a algún lugar. Había que correr y esconderse en cualquier lugar en donde no fuera apresado por aquel émulo de Aníbal, el temible guerrero cartaginés que cuando pisaba un lugar -según cuentan los historiadores-, ya no volvía a crecer la hierba.  Así las cosas, Saulo ahora es

LA CALLE LLAMADA DERECHA

Hechos 9:11 “Y el Señor le dijo: Levántate y ve a la calle que se llama Derecha, y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo, porque, he aquí, está orando…” Todos hemos estado allí. Todos hemos tenido esa experiencia que ha trastornado y transformado nuestras vidas. En esa calle llamada Derecha hemos estado aquellos que un día, sin saber cómo, perdimos la vista de lo que antes veíamos y algo como escamas empezaron a cubrir nuestra visión. Algo como escamas que no nos permitían ver con claridad qué estaba pasando mientras esperábamos que todo el asunto se resolviera. Pasaron…¿cuantos días? ¿cuanto tiempo? ¿varios meses? ¿Varios años? No lo sé con usted, pero conmigo y con Pablo bastaron unos días para que las escamas que no nos dejaban ver lo que habíamos dejado atrás cayeran y unos nuevos ojos se nos abrieran en el corazón para ver lo errados que andábamos.  Yo, por mi parte, viviendo la vida militar en donde me enseñaron que un hombre no debe llorar por n

¿PERDIO SU TURNO?

Juan 5:4 “…porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera” Fui al banco a hacer un trámite de ventanilla. Tenía un poco de prisa porque el tiempo no me iba a alcanzar para hacer lo que necesitaba. Así que me apresuré a poner mis datos en el aparato de entrada, saqué mi número en la lista de espera y me senté como todos ellos, a que la computadora mencionara mi nombre. La sala de espera se estaba llenando poco a poco. Todos los que estaban sentados esperando su turno tenían cara de “apúrense por favor”, mientras los señores que atendían las ventanillas se tomaban su tiempo.  Para ellos no había prisa. Los números bajaban a medida que iban pasando los que habían llegado antes que yo. Con cada llamada del sistema yo veía mi número aunque sabía que no era el mio. Pero así somos. Aunque no nos toque todavía tenemos la leve espera

¡¡Otra vez el prodigo!!

  Lucas 15:13  “No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente” Mi mamá siempre me decía cuando me portaba mal y tenía que aplicarme un par de coscorrones: ¡Hay, Carlitos!  ¿Cuando vas a aprender? Eso nos pasa con la parábola del hijo pródigo o como quiera usted llamarla. Porque cada vez que leo esta historia, con la ayuda del Espíritu Santo, encuentro otras verdades que han estado ocultas por mucho tiempo a mi simple vista. Bien me enseñó uno de mis profesores en la Universidad: Pastor, tiene que aprender a leer la Biblia con ojos nuevos. Y es cierto.  Porque ¿cual fue el pecado de este joven de la historia? No fue pedir su herencia. Era lo normal en aquel tiempo del primer siglo. Dicen los historiadores judíos que en una familia judía, cuando uno de los hijos alcanzaba la mayoría de edad, lo lógico era que deseara irse de la casa para fundar su propia familia y su propio negocio. Es más, todo