DEJEMELOS TRANQUILOS
Marcos 3:3 “Y dijo* al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio” Todo es cuestión de perspectiva. Y de formatos. De programas. Nada debe salirse del “orden” establecido por nuestros razonamientos teológicos. Lo que para nosotros es desorden, para el Espíritu Santo es orden. ¿Quien tiene la razón en estos casos? Eso me dijeron en una congregación de cierto barrio de este hermoso país a donde fui invitado para dar un mensaje de sanidad. El pastor supo que había varios enfermos entre sus ovejas y me pidió que llevara un mensaje de consolación. Pero solo eso. Por favor, pastor Berges, no me vaya a desordenar el culto, me dijo. Déjemelos tranquilos (a las personas). No me los vaya hacer llorar. Después, durante la comida de las consabidas pupusas, le pregunté por qué para él no era permitido llamar a la gente herida, enferma y llenas de tristeza al frente del Altar para ser ministrados con la Palabra de consuelo que el Señor quería da...