ROBÓ, MATÓ Y DESTRUYE

Juan 10:10  “El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”


Tuve el privilegio de nacer en la década del 40. Por lo tanto, pertenezco a la generación Baby Boom.  Mi mamá tuvo diez hijos. Algo inconcebible el día de hoy. A pesar de las vicisitudes financieras con los que tuvo que lidiar como madre abandonada por su esposo (mi padre adoptivo), ninguno se le murió.  En aquellos tiempos, las mujeres eran valientes, como hoy en sus muy pocas excepciones. 


De manera que en algún momento de nuestra historia familiar, mi mamá conoció al Señor Jesús. Hizo lo que tenía que hacer: llevarnos a todos a la iglesia. En las vigilias nos acostaba debajo de las bancas cubiertos por alguna que otra frazada mientras ella y el resto de la congregación entonaban sus cánticos de adoración y hacían sus oraciones. Era algo que hoy ya casi no se ve. Pero aún quedan resquicios.


Cuando ya nos convirtió a todos sus hijos y nos dejó seguros bajo la protección del Señor y cada uno asistiendo a su propia congregación, partió para el norte en busca de su esposo a quien también lo llevó al encuentro de Jesus y lo presentó en una Iglesia de Newark, NJ. 


Al poco tiempo hicieron sus votos cristianos ante el pastor de su nueva congregación y un poco de mis hermanos que ya vivían allá con sus familias. Yo me quedé en Guatemala. Hice mi vida, tuve mis propios problemas familiares, laborales y financieros, pero siempre asistiendo a la Iglesia donde me formaron teológicamente. 


Allí fue donde escuché por primera vez esa frase que encabeza este escrito: En boca de Jesús, él dijo algo que en principio lo tomé como algo que había que saber. Que el Diablo solo viene para robar y matar y destruir. Pasaron los años y esa declaración salía de mis labios como algo que se aprende de memoria. Sin sentido alguno. Sin nada de profundidad. Algo que cualquier evangélico que lee un poco la Biblia sabe de corrido. 


Pero con el tiempo y cuando ya el hambre de conocimiento de la Palabra de Dios empezó a inquietarme comencé mis estudios a otro nivel. Tuve el privilegio de conocer el sistema Eteacher, adscrito a la Universidad Hebrea de Jerusalem y desde entonces he estado estudiando bajo la tutela de maestros especializados cada uno en su materia bíblica. Algo que nunca esperé llegar a alcanzar. 


Allí cambió todo el panorama de la famosa frase de la que he hablado más arriba. Esa sentencia es una profecía dicha por Jesus a sus oyentes del primer siglo: Su enemigo, el Diablo, vino a cumplir tres funciones: Robar y matar y destruir. En este orden, nos damos cuenta que lo primero que hizo fue sembrar la semilla del robo. A los judíos les robó el privilegio de creer en Jesús como su Señor y Salvador. Lo despreciaron, lo insultaron y al final lo mataron. Esa semilla sigue vigente. El Diablo le sigue robando a la gente la bendición de reconocer a Jesús como su Salvador personal. Prefieren el dinero, la fama, la posición y no al Señor. 


Luego sembró la semilla de la muerte. En la segunda guerra mundial, el Diablo mató seis millones de judios. Ayudó a la industria armamentista a fabricar bombas, armas letales y experimentos de tal magnitud que hemos llegado a la bomba de hidrógeno. Pero también mató la fe en Dios, mató la amistad de los amigos, de los cónyuges, de los padres y de los hijos. Hoy lo podemos ver en muchas áreas de la familia. Hay familias muertas aunque estén viviendo. Muertas de miedo. Muertas de hambre de amor y de la otra hambre, el hambre del pan, del techo, de la paz. 


Ahora, algo que nunca creí ver en mis días, estoy presenciando la tercera función: Destruir. El Diablo está destruyendo a la juventud, está destruyendo la Imagen y Semejanza de Dios en los hombres. Está destruyendo la feminidad de las niñas haciéndoles creer que pueden vivir como hombres y a los jóvenes les está destruyendo su valor varonil, su hombría, haciéndoles creer que en su cuerpo de varón hay una mujer y que deben dejarla salir. Esta tercera función es la más fea. Porque cuando venga de regreso el Señor Jesús, ¿encontrará hombres y mujeres en la tierra? Ya lo profetizó él mismo: Los últimos tiempos serán como los de Sodoma y Gomorra.


Esta es nuestra triste realidad. El Diablo -profetizó Jesús-, trabajaría estos tres niveles pero nadie lo tomó en cuenta. Y hoy estamos pagando el precio de nuestro descuido y de nuestra ignorancia. 


Ah, y no creamos que la Iglesia se salva de esto, porque fue a ella a quien Jesus le anunció lo porvenir.  Nos guste o no. Jesús lo profetizó y se ha cumplido. Porque ninguna de sus Palabras cae a tierra.

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