ESTAR ALERTAS Y DESPIERTOS


Marcos 13:33 “Estad alerta, velad; porque no sabéis cuándo es el tiempo señalado”


Tengo la bendición de compartir mi vida con una mujer maravillosa. Me ha acompañado ya por cuarenta y cuatro años y seguimos contando. En estos años he aprendido mucho de sus experiencias con el Señor. Es una verdadera dama que se respeta. Lo se porque la veo vivir. Sus límites están bien colocados en su caminar diario. He aprendido de ella a no permitir que cualquiera entre a mi vida y se quieran aprovechar de mi. Sin ser egoísta ni arrogante, puedo decir que ella ha sido mi termómetro en mi relación con el Señor. 


El día que le toca dar un mensaje ya sea en nuestra congregación o en otra a la que ha sido invitada, se priva de muchas cosas naturales en cualquier hogar cristiano. No ve la televisión, no habla palabras banales, no habla con muchas personas, y mi pregunta a todo eso es: ¿Por qué tanto aislamiento en esos días? Su respuesta me invitó a imitarla: Para no contaminar el mensaje que debo entregar de parte de Dios. Ahora yo hago lo mismo. 


¿Por qué les cuento todo esto? Porque muchas veces los pastores o predicadores nos acomodamos. Nos acomodamos a lo que ya sabemos. Preparamos el mensaje que vamos a compartir, dedicamos unos minutos a la oración exprés, esperando que el Espíritu Santo nos llene con su Presencia y ¡Listo! Agréguele café y basta. 


Pero mi esposa no piensa así. Ella no se confía. Desde que se levanta hasta que termina su compromiso no permite que su vida sea permeada con el descuido en su relación con el Señor. Se entrega tanto que no se permite ser vulnerable a las insidias del enemigo que siempre va a encontrar una grieta por donde entrar a nuestras vidas y echar a perder el Vino Santo de la Palabra que se debe entregar. 


De ella son las siguientes líneas que introduzco en este escrito. Me llamó la atención de la alegoría que hace con un reporte noticioso que salió en los noticieros. El asunto va así, y cito: 


 “Hace unos días la noticia fue que capturaron a un grupo de personas que robaban en los buses y eso me ha hecho meditar que los malos están encerrados, pero la maldad sigue afuera, en todos está vigente, algunos la manifestamos y otros no, pero ahí está.


Bueno mi punto es este: que haya tanta seguridad es un doble filo, porque ésta gente se aprovechó que los salvadoreños ahora caminan en libertad y seguridad, y hasta cierto punto distraídos, pero creo que falta la prudencia de seguir estando alertas a cualquier cosa extraña que se pueda ver cerca o lejos.  Ya cada quien saca su teléfono en cualquier lugar, platican con desconocidos como que fueran conocidos y cosas parecidas, se duermen confiadamente en los buses , sin embargo, esa seguridad sin prudencia trajo el aprovechamiento de estas personas de malas intenciones.  Desearía que meditaran en lo que les cuento para que no sean víctimas de la extrema confianza que sin prudencia traerá consecuencias indeseadas.


Pero… hay otra seguridad que nos afecta, y es la seguridad de la salvación, el precio que pagó Jesús y que podría hacer que nos confiáramos tanto que ya no busquemos la santidad, la comunión y por sobre todo que nos mantengamos vigilantes de nuestro propio corazón.  El enemigo, como ésta banda de maleantes SIGUE como león rugiente viendo a ver a quien devora.


Devora la paz, la comunión con Dios y con los hermanos, devora la salud, el bienestar, cualquier cosa que hemos recibido de parte del Padre para que no vivamos la vida abundante que Jesús pagó en el madero del Calvario.


Debemos ser prudentes, como dice la Palabra de Dios para no bajar la vigilancia de nuestros corazones y con eso se le abra puerta al enemigo, como dice la Palabra “no darle lugar” en nuestros corazones, emociones, sentimientos y decisiones.


Anhelar ser guiados por el Espíritu Santo en cualquier situación en la que nos encontremos, buena o no muy buena, terrena o espiritual, confiar que siempre nos guiará a toda verdad.  

Si Dios nos adoptó y declaró que ya no estamos solos, seamos diligentes y prudentes para no caminar como huérfanos sin dirección y así evitar caer en esas trampas emocionales o espirituales que el enemigo prepara para los “seguros, confiados y distraídos”. Termino la cita.


Gracias, cielo, por invitarnos a no descuidarnos y dormirnos por una extrema confianza en que todo está resuelto por el Sacrificio de Cristo. Porque el maleante que ya sabemos su nombre anda por allí acechando al que se duerme en sus laureles, como decimos en Guatemala.

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