LA MADRE

Lucas 11:27  “¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!”

Desde siempre, en la Biblia, la función de la mujer como madre ha sido elogiada por Dios. Primero, porque todo su sistema límbico está echo para la reproducción, luego, sus emociones, sus capacidades y su orientación fue diseñada por el Creador para proteger y reproducir la especie humana. 


Desde Génesis vemos que el Señor ordenó a la primera pareja que se multiplicaran. Que los roles que les asignó a cada uno de los dos fue meramente para la reproducción y la creación de nuevos seres humanos.


Pero el hombre ha trastocado ese principio divino. 


Como estudiante de las Escrituras y de la conducta humana, me he encontrado con una desviación del verdadero rol de la mujer, incluyendo la Iglesia. Tristemente he escuchado pastores muy reconocidos y respetados diciendo desde sus púlpitos, hablando al hombre: Si no le alcanza el dinero, mande a trabajar a su mujer.  Así de fácil. Como si la esposa fuera un mero instrumento que él puede utilizar para su beneficio. En lugar de aconsejarle al hombre cristiano a que se consagre, se santifique, que realmente busque al Señor y su Reino, todas las demás cosas le vendrán por añadidura. Eso es lo que manda el Señor. Pero es más fácil aconsejar lo que los mismos pastores viven en sus hogares porque eso de buscar al Señor ya suena como muy superespiritual. 


Es asombroso como la cultura evangélica ha sido permeada por las costumbres del mundo. Se supone que nosotros los pastores somos los encargados por Dios de proteger la familia, el matrimonio y a la pareja, especialmente el lado más débil que es la mujer.  Al hombre cristiano se le debe enseñar Biblia en mano que respete, honre y proteja a su esposa y su familia. Que cumpla su verdadero rol de proveedor, de protector y suplidor para su casa. 


¿Acaso no era eso lo que hacían nuestros ancestros? ¿Acaso los hombres antiguos no se encargaban de salir a cazar la presa para llevarla a su esposa para que ella preparara los alimentos? Si, ya sé que me acusarán de retrógrado, pero no estoy hablando con académicos del mundo. Estoy escribiendo para gente de Iglesia, gentes que asisten al culto los domingos y que dicen conocer la Palabra de Dios. 


Según los estudios, cuando una mujer ha dado a luz, necesita por lo menos de seis a ocho meses para que su cuerpo regrese a donde estaba antes del parto. Y que necesita por lo menos ocho a diez horas para dormir y reponer todas las calorías que pierde cuando amamanta a su bebé. Ese contacto primario le hace al bebé sentirse seguro, acogido y amado. Porque se ha demostrado que el bebé, cuando nace, ha dejado en el cerebro de su madre su propio ADN y eso hace que la ella sufra cuando escucha llorar a su niño. A su vez, el bebe, cuando llora, no está manipulando sino que llora porque se siente amenazado cuando lo dejan solo en su cuna. El niño, al quedarse solo, como en el reino animal, siente que algún depredador anda cerca y reclama la presencia y protección de su madre. 


Ahora veamos lo que ha hecho la Iglesia al mandar a trabajar a la mujer: Ésta ha dado a luz y tiene que regresar al trabajo después del parto. Lo que tiene que hacer es dejar a su bebé en la sala cuna en donde dos empleadas que no se dan abasto, tienen que cuidar diez o veinte bebés llorando todos al mismo tiempo. Esas empleadas no saben como manejar esa situación. Cada niño está llorando reclamando la presencia de su madre porque su pequeño cerebro no entiende de trabajo ni nada de eso. Él cree que su madre lo ha abandonado y eso le provoca un trauma doloroso para siempre de soledad, abandono, baja autoestima y desprecio de sí mismo.  Al mismo tiempo, el ADN de ese niño en el cerebro de la madre le está haciendo sufrir tremendamente porque sabe que su niño la necesita con urgencia pero no puede abandonar el trabajo porque necesita el dinero. Ella también está en un caos interno.  Esa es la tragedia que viven muchas mujeres porque al hombre no se le ha enseñado que si se casa es para cuidar, proteger y envolver a su familia en una atmósfera de bienestar. 


La madre, mis amigos, es el ser más importante en la vida nuestra. Ese cordón no se rompe en toda la vida de los seres humanos. Tanto la madre como el padre juegan un papel muy importante en la vida de los niños. Tenemos que volver a las Escrituras para poder comprender el misterio de la vida. 


Como dijo una especialista en estos asuntos: Podemos vivir sin bomberos. Podemos vivir sin policías. Podemos vivir sin políticos. Pero no podemos vivir sin madres. Se terminaría la especie. 


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