FARAÓN

Éxodo 5:2  “Pero Faraón dijo: ¿Quién es el SEÑOR para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco al SEÑOR…”

Este escrito no es para odres viejos. No es para aquellos que se han acomodado a vivir en una religión oxidada, en un estado vegetativo dentro de las paredes de la Iglesia.  No es para aquellos que salen corriendo cuando la Palabra de Dios empieza a rascar en sus almas y descubre sus verdaderas intenciones. Este escrito, mis amigos, no es para aquellos que solo quieren bálsamo, ungüentos y cremitas para que les hagan sentir bien.  En suma, este escrito no es para aquellas personas que buscan placebos espirituales, que quieren que les digan que todo está bien, que sigan viviendo en el ensueño de sus fantasías que un dìa iràn al cielo cuando la verdad es que van directo al infierno.


Este escrito es para los valientes, como aquellos tres de David que no se dan sus nombres pero se menciona su valor, su entrega a su  Rey.  Es para aquellos que aceptan que son pecadores, que aceptan ser exhortados y llevados a otro nivel espiritual pero que están dispuestos a pagar el precio. 


Es indudable que Faraón tiene un punto a su favor: Fue sincero cuando respondió a Moisés y Aaròn que no podía obedecer órdenes de un Señor que no conocía. Fue sincero. Nos guste o no.  Recordemos que los faraones egipcios se consideraban dioses. Ellos eran los amos y señores de la tierra. Incluso habían confesado en una ocasión que ellos habían creado el Nilo, o sea, el dios de la abundancia llamado Nilo, era creación de ellos. Vea Ezequiel 29:3.


Por lo consiguiente, cuando aparecen Moisés y Aaròn diciéndole que el Señor le ordena que deje ir a su pueblo -los hebreos-, para que le celebren fiesta en el desierto, Faraón hace su famosa declaración que nos enseña grandes verdades: Primero, Faraón tiene razón. Èl no puede obedecer a un Señor que no conoce. Èl conoce a sus dioses, les ordena, les exige para que le protejan a èl y su pueblo. Faraón no está para obedecer a ningún señor, porque precisamente, èl es el señor de la tierra y de todo lo creado.  Es por eso que en su respuesta, Faraón está declarando una verdad que hasta el dìa de hoy muchos creyentes en Jesùs siguen confesando si no con sus bocas, sí con sus hechos. 


Porque aún hay personas en la Iglesia que han creído en Jesùs como Salvador, pero no han conocido a Jesus como Señor de sus vidas. Como el que manda y ordena. Ellos confiesan a Jesùs como su redentor, pero no lo aceptan como su Señor. El señor son ellos mismos. Hacen su voluntad, viven como quieren y se engañan creyendo que están en el camino correcto. 


Olvidan la advertencia de Jesùs cuando dice: ¿Por qué me llaman Señor si no hacen lo que digo? Lucas 6:46. Allí aprendemos que “la frase Señor, Señor” especialmente en el contexto de Jesùs, implica reconocimiento de su autoridad y señorío sobre  la vida.  Al llamarlo “Señor”, se le reconoce como la máxima autoridad, el dueño de sus vidas y se espera que sus palabras sean obedecidas.  Faraón no puede obedecer a un Señor que no conoce. Así estamos muchos en la iglesia el dìa de hoy.


Entonces, para enseñarle a Faraón un poco màs sobre quien es el que ordena como Señor, le dicen:  “El Dios de los hebreos” o sea, el Dios que es Señor de los hebreos, -Faraón-, nos ha salido al encuentro. Lo que le están diciendo es: El Dios de los hebreos es el que manda y no tú.  


Pero Faraón se opone, entonces, en el capítulo 6:1  tenemos el epílogo de esta conversación con el hombre fuerte de Egipto: Dios les dice a sus mensajeros: “No se preocupen, Faraón me va a conocer quien soy como Señor, ya que voy a luchar contra èl en su propio terreno” O sea, en sus términos.  Aún más: “lucharé contra èl en el lenguaje que èl conoce: Le mostraré qué hago con sus dioses”.  Y llegan las plagas. Y aún así, tuvo que sufrir 9 plagas sin comprender quien era ese Señor que le estaba ordenando, hasta que le mató al hijo. 


La pregunta obligada de este fragmento de la historia de Faraón es: ¿Conocemos nosotros a Jesus como Señor? Si es así: ¿Le estamos obedeciendo o diremos como  Faraón: ¿quien es el Señor para que le obedezca?  Porque el Señor tiene suficientes recursos para demostrarnos que èl es El Señor.


¿Qué respuesta entonces daremos a la orden de dejar de estorbar los planes de Dios para la vida de nuestras familias?

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