INTERCAMBIANDO PECADOS
INTERCAMBIANDO PECADOS
Génesis 19:5 “Llamaron a Lot y le dijeron: '¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Tráenoslos para que los conozcamos carnalmente”
Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos mis amigos. Es fácil que lo camaleónico nos alcance y que sin darnos cuenta a veces, o quizá con premeditación y ventaja, nos mezclemos con los del mundo, con los incrédulos pretextando que podemos vivir en dos mundos.
Craso error. No podemos. Ni debemos. Es fácil que sea lo malo lo que contamine lo bueno a que sea viceversa. Si le ponemos un poco de leche al café, este sigue siendo café. Y si le ponemos un poco, aunque sea un poco de café a la leche, ésta sigue siendo café. Predomina el café. Lo mismo aplica al agua pura. Y lo mismo aplica a la vida cristiana. Un poco de levadura, dijo Jesús, leuda toda la masa.
Eso fue lo que no previó Lot en Sodoma. Cuando se separó de su tío Abraham pensó sin duda que podría vivir en esa depravada ciudad sin tomar sus costumbres. Pensó que sus hijos e hijas iban a permanecer intocables al pecado de esa generación. La Biblia no nos lo dice pero damos por sentado que Lot entró solo a Sodoma y Gomorra y allí formó a su familia. Sus hijos crecieron viendo la cultura de esas personas. Estudiaron en sus escuelas. Jugaron con sus amigos hijos de pervertidos e infieles. Era lógico que el final de ellas -sus hijas-, fueran como lo que ya sabemos.
En todo esto, Dios en su paciencia y misericordia, le dio un buen tiempo a Lot de que saliera por sus propios pies de ese lugar. Pero tuvo la desdicha que lo nombraran juez de su ciudad. Era un puesto de importancia. Era consejero de su pueblo. No siempre lo que el mundo nos da como premio a nuestra conducta viene del Señor. Lot quedó atado a su cultura, sus costumbres y su entorno. Se hizo indispensable para ellos. Los habitantes de ese feo lugar querían tapar el sol con un dedo quizá al nombrar al “justo” Lot como uno de sus jueces. Y Dios no estaba contento con Lot. Mucho menos con sus congéneres. Tenía que tomar acción para que su pecado de sodomía no inundara toda la tierra. El juicio había sido decretado.
Llegaron los enviados por Dios para sacar a Lot y su familia de ese lugar. El fuego ya estaba preparado, solo faltaba que esa familia estuviera a salvo.
Finalmente llegó el día del juicio final para Lot. Una turba salvaje de sodomitas rodeó su casa, aporreando la puerta y gritando obscenidades. Exigieron que Lot enviara a los dos mensajeros que estaban allí para poder violarlos.
¡Qué escena tan horrible! Sin embargo, la reacción de Lot fue intentar llegar a un acuerdo con los hombres. Recordemos que Lot era juez en Sodoma porque se sentaba a las puertas de la ciudad. Tenía una reputación que proteger, así que intentó razonar con la turba. Incluso llegó a llamarlos «hermanos», demostrando que se había tomado el pecado de Sodoma demasiado a la ligera.
“¡Por favor, hermanos míos, no hagáis tanta maldad! Mirad ahora, tengo dos hijas que no han conocido varón; por favor, dejad que os las saque, y podéis hacer con ellas lo que queráis; sólo no hagáis nada a estos hombres"(Génesis 19:7-8).
Tal vez Lot razonó para sí mismo: “Estos hombres son sodomizadores juerguistas, que buscan satisfacer sus lujurias pervertidas. No son una amenaza para las mujeres. Si envío a mis hijas fuera, volverán ilesas a casa mañana por la mañana”. Es decir, sí, son homosexuales, pervertidos y todo eso, pero en realidad no son tan malos como se cree. ¿Le parecen conocidas estas palabras?
¡Qué tontería! Aunque eso fuera cierto, Lot habría intentado sustituir un pecado por otro. Es imposible negociar con la lujuria. Lot, un ejemplo de lo que el pecado oculto puede hacer a un hombre justo, estaba claramente engañado. Su pecado había producido en él una condición tan peligrosa que renunciaría a todo, incluyendo a su amada familia, para salvar la cara. Este hombre no estaba listo para enfrentar la realidad. Arrastraba su momento de ajuste de cuentas, todavía dando vueltas, tratando de retrasar la liberación de Dios en su vida.
Amados, esa es la actitud de muchos cristianos hoy en día. Se convencen a sí mismos,
“Mi Dios es un Dios de misericordia. El me libró de mi pecado antes y lo hará de nuevo. Dios es Bueno. No creo que tener amigos del mundo sea tan malo. Además, como dicen algunos, alguien tiene que llevarles el mensaje de salvación. Además, nadie es totalmente malo ni totalmente bueno dice la filosofía”
No! Dios te está diciendo a través de este pasaje, “No más regateos. No más cambiar un pecado más leve por uno más grave. Todo tiene que desaparecer”. El que no está conmigo está contra Mi, dijo Jesus. Y es cierto. Por eso no hay ateos. Ellos no creen en Jesús, creen en ellos mismos. Al final creen en algo. En su propio ego. No nos engañemos amigos mios.
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