CARDOS Y ESPINOS

 Génesis 3:18 “Espinos y cardos te producirá…”


Cómo quisiera que los jóvenes leyeran esto.  Sería un triunfo si realmente ellos comprendieran el celo y el amor con que el Señor nos pone a los adultos o viejos como quieran llamarnos, nos pone -decía-, en su camino para hacerles una seria advertencia sobre su futuro.


Salomón, por ejemplo, se lamenta en su vejez cuando se dio cuenta que nunca tomó en serio al Señor que su padre David le había enseñado a honrar. Cuando se vio en una bancarrota moral, espiritual y familiar, supo la verdad amarga y dolorosa: Nunca se acordó de su Creador. Pensó, como muchos jóvenes cristianos de hoy, que la juventud es eterna y que los años pasan por gusto. 


Es triste ver a señoritas que un día estuvieron en las salas cunas de alguna iglesia evangélica, recibiendo cuidados cariñosos de sus maestros o encargados del área de niños entregándoles la Palabra de Dios en figuras, dibujos y cánticos para llevarlos al conocimiento de que hay un Dios a quien hay que honrar cueste lo que cueste.


Pero la tristeza es ver a esas señoritas que fueron niñas lindas y hermosas en brazos de sus padres, con el tiempo convertidas en mujercitas ya formadas y esbeltas pero con conductas que nada tienen que ver con lo que se les enseñó en su primera infancia. Verlas con sus tatuajes, con sus ropas raídas y pelos teñidos con diferentes colores, maquillajes exagerados y con una mirada que dice detrás de sus lentes: “conmigo no se meta, pastor”. 


Pero es peor ver a sus madres (porque tristemente el padre muchas veces está ausente de la Iglesia), sufriendo en silencio la rebeldía y malas acciones de aquella criatura que una vez mamó de su leche y ahora se vuelve en contra de ella misma.


O qué decir de aquel niño que también estuvo siendo cuidado y acunado por sus maestras cuando necesitó de protección, cuando le cambiaron pañales, cuando le dieron su biberón y lo durmieron en brazos de una maestra juvenil llena de ternura y amor, ahora convertido en un jovencito con mirada retadora, rebelde a la Palabra de Dios, que ya no saluda a sus mayores cuando entra a la Iglesia, que se sienta con un desparpajo digno de un roquero vulgar y callejero, con su arito en la oreja demostrando que ya puede hacer lo que quiera sin que nadie tenga el derecho de llamarle la atención. 


¿Como es que se arruinaron estos jóvenes de quien se esperaba que fueran siervos del Dios que los trajo al mundo?  ¿Qué sucedió en su transición de niños a adolescentes y a jóvenes? ¿En donde fallaron los padres o la Iglesia que los había recibido del regazo materno para darles la forma y la Imagen de Jesús? ¿Quienes fallaron? ¿La Iglesia?  ¿El pastor? ¿La enseñanza? ¿El medio ambiente en que fueron criados?


Es que nunca leyeron o escucharon esta lección que está en Génesis: “Espinos y cardos te producirá…”


¿De qué está hablando aquí la Escritura? Bueno, teológicamente está hablando del castigo que Dios le propinó a Adán por haber pecado contra él en el huerto de Edén y por haber seguido el consejo de su esposa Eva. Pero aún hay algo más:


Está hablando de la tierra. De la adamá de la cual fue formado. Y resulta que en este contexto, “tierra” somos también nosotros los seres humanos. Lo que Dios le dijo a Adán fue, en otras palabras: Por haberte olvidado de mi Palabra, por haber dejado mis caminos y ordenanzas para que te fuera bien, ahora la tierra que vas a encontrar fuera de mi bendición, de mi protección, será tan dura, tan árida y tan seca, que cuando la trabajes, solo te dará cardos y espinos, tendrás que sufrir y sudar mucho para conseguir tu alimento que yo te quería dar por gracia y amor. 


Pero también, Adan, cuando busques alguien a quien acompañar, a alguien que te haga compañía, a alguien con quien compartir tu tiempo y tus deseos, cuando quieras tener amigos que están fuera de mi bendición, esas personas también serán para ti cardos y espinos. Harán tu vida miserable, dolorosa, vergonzosa y totalmente apartado de mis caminos. Tendrás que pasar por momentos difíciles y duros para que te acepten, para que te ayuden cuando necesites algo de ellos -tus amigos del mundo-, ya que solo encontrarás en ellos cardos y espinos. Y esos cardos y espinos ahogarán la Palabra que se sembró en tu corazón cuando fuiste fiel y obediente a mis principios. 


Esa es la triste respuesta a las preguntas arriba mencionadas. Nuestros hijos solo han encontrado en su vagar y rebeldía, jóvenes y amigos que han sido cardos y espinos para ellos. 

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