ACUÉRDATE DE TU CREADOR
Eclesiastés 12:1 “Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud…”
Cuando leemos la Biblia con nuestros viejos conceptos e ideas que nos enseñaron en el Instituto Teológico, muchos nos hemos quedado con el ABC del Evangelio. Y eso ha provocado que textos como el de Eclesiastés pasen de largo por nuestras vidas y nos dejen impertérritos ante la enseñanza que nos toca recibir a nosotros también.
Sabemos que la Palabra de Dios es más aguda que espada de dos filos. Pero parece que muchos maestros y predicadores la utilizamos para que corte a los que están escuchando pero no permitimos que el otro “filo” nos corte a nosotros.
Claro, hay una explicación teológica: Se le enseña a un líder o maestro que nunca, nunca debe dar muestras de debilidad. Que debe esconder sus pasiones bajas, sus conductas negativas y mostrarse ante su público como alguien que no peca como los demás, que no necesita corrección por el hecho de haber cursado un par de años estudiando la Biblia, como si el solo hecho de haberla leído a los pies de un tutor fuera suficiente para que su vida espiritual y privada alcance niveles que los demás indoctos no pueden.
Por eso necesitan ser enseñados una y otra vez en lo mismo. Hasta que se lo aprendan de memoria.
Eso sucede en las reuniones de jóvenes de muchas de nuestras iglesias evangélicas y de otras denominaciones. En los retiros juveniles, en los grupos de estudio sabatinos de jóvenes, en las reuniones que se tienen a ese nivel, se les predica este verso uno de Eclesiastés. Es como un mantra que se enseña vez tras vez para que los jóvenes lo tomen en cuenta.
Pero, leyendo la Biblia con ojos nuevos, encontramos algo totalmente diferente y profundo. Lo que Salomón está enseñando en estos textos, escritos al final de su vida cuando su despedida de este mundo estaba por cumplirse y partir a la Eternidad es algo que debemos tomar en cuenta y empezar por nosotros los pastores y líderes que nos hacemos llamar por esos rimbombantes títulos.
Salomón, como todos deben saber, cuando escribe su libro de Eclesiastés, está haciendo un recuento de su vida pasada como rey de Israel. Está haciendo un inventario de lo que hizo y que no debió hacer. Se dio cuenta que se dio a disfrutar de los placeres que la vida nos puede ofrecer, se dejó llevar por el amor hacia una cantidad exagerada de mujeres quienes lo llevaron a apostatar del Dios de su padre David. Todo por el amor. ¡Cuidado aquellos que creen que todo amor viene de Dios! Pregúntenle a este rey necio, ignorante y que pensó que podía vivir a su antojo, pisoteando por completo la Palabra del Dios que lo honró y lo levantó ante el pueblo pero para cumplir las promesas dadas a David. No fue por ti, Salomón, fue por tu padre que honró y amó a su Dios Jehová.
Así las cosas, Salomón nos está diciendo en pocas palabras: Oigan, ustedes, los que van a leer mis escritos, acuérdense de su Creador antes que vengan los días malos y digan que no tienen ningún placer en haberlos vivido.
¿Qué significa que nos acordemos de nuestro Creador? ¿Acaso no lo predicamos cada domingo? ¿Acaso no le dedicamos ayunos, vigilias y cultos todos los días de la semana? ¿Acaso no hay una cantidad enorme de músicos que hacen arreglos, escriben letras y canciones para adorarlo? ¿Ya ve, pastor Berges, que sí nos acordamos de nuestro Creador?
Mmmmm, no, no es eso lo que nos dice Salomón. Lo que está diciendo y que casi nadie le hace caso es: Acuérdate de tu creador cuando te sientas independiente de tus autoridades. Cuando recibas tu título de graduación. Cuando creas que no necesitas la ayuda y supervisión de nadie. Cuando creas que ya no necesitas aprender algo nuevo -como esto, por ejemplo-, cuando estés a punto de tomar alguna decisión importante que afectará tu familia, tus hijos, tu ministerio. Acuérdate de tu Creador antes de hacer esa llamada oculta a tu esposa. Antes de coquetear con esa compañera de trabajo y enrolarte en una situación comprometida. Antes de todo eso, acuérdate de tu Creador. Acuérdese de su Creador, señora, cuando alguien ajeno a su matrimonio le diga palabras que le agraden a su ego.
Mi amigo pastor: Acuérdese de su Creador antes de decirle “si” a ese negocio algo turbio. Antes de aceptar la invitación de un amigo que te va a inducir al pecado, acuérdate de tu Creador.
Si yo me hubiera acordado de mi Creador antes de lastimar a mis hijos allá en Guatemala, hoy no tendría por qué quejarme que no me visiten…Es que no hice lo que Salomón me aconsejó. Lo ignoré y el resultado ha sido doloroso. No se usted, pero a mi esta advertencia me llegó un poco tarde…
Comentarios
Publicar un comentario