• SOLO ELLOS LO NOTARON
    Marcos 5: 29 “Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió…”
    Marcos 5: 30 “Y enseguida Jesús, dándose cuenta…”
    Fue algo privado. La situación no podía ser pública porque la Ley autorizaba a que
    esta mujer fuera apedreada hasta morir. Atreverse a tocar a un hombre en la
    condición que ella se encontraba era tremendamente peligroso. Estaba inmunda a
    causa del flujo de sangre que llevaba oculto entre sus ropas.
    Pero esa condición de inmundicia -le habían enseñado sus maestros fariseos-, le
    vedaba el derecho de vivir entre la gente normal. No podía ir a su casa a besar a
    sus hijos. No podía tener intimidad con su esposo. No podía cocinar porque los
    trastos que tocara quedarían inservibles. En suma: era una paria más entre los
    parias que poblaban Israel del primer siglo.
    Esta mujer avergonzada y temerosa se acerca a Jesús secretamente, con la
    confianza de quedar curada de una enfermedad que la humilla desde hace tiempo.
    Arruinada por los médicos, sola y sin futuro, viene a Jesús con una fe grande. Solo
    busca una vida más digna y más sana. Una vida que valga la pena vivir. Una vida
    en la cual el sol brille solo para ella. Una vida que le permita besar y ser besada.
    Solo eso.
    En el trasfondo del relato de Marcos se adivina un grave problema. La mujer sufre
    pérdidas de sangre: una enfermedad que la obliga a vivir en un estado de impureza
    ritual y discriminación.
    Las leyes religiosas le obligan a evitar el contacto con Jesús, y, sin embargo, es
    precisamente ese contacto el que la podría curar.
    Este episodio, aparentemente insignificante, es un exponente más de lo que se
    recoge de manera constante en las fuentes evangélicas: la actuación salvadora de
    Jesús, comprometido siempre en liberar a la mujer de la exclusión social, de la
    opresión del varón en la familia patriarcal y de la dominación religiosa dentro del
    pueblo de Dios.
    Es por eso que impacta más esta historia de dos personajes: La mujer con el flujo
    constante de sangre que la va secando paulatinamente y Jesús, el que siempre está
    dispuesto a sanar a los enfermos, a devolverle la esperanza a los desesperanzados
    y a darle nueva vida a aquellos que la han perdido en las curvas del camino.
    Dos personas que unidas con un mismo fin, encuentra cada uno la razón de su vivir.
    Ella, temerosa, se acerca a escondidas buscando el refugio en el manto del
    Maestro. Ha escuchado historias de sanidad. Ha presenciado uno que otro milagro y
    eso le ha servido para acercarse furtivamente y toca el manto de Jesús esperando
    encontrar allí la sanidad largamente esperada. Y la consigue. Y se dio cuenta que su
    cuerpo había respondido a ese maravilloso toque. La fuente de su sangría se secó al
    instante. Ella lo supo. Ella lo sintió. Ella lo vivió.
    Jesús se dio cuenta que había salido Poder de él. Ese Poder que solamente el
    Espíritu Santo puede impartir a aquellos que están dispuestos a no negar que se les
  • toque, a aquellos que no se esconden en sus oficinas esperando que todos alaben a
    Dios en el culto mientras ellos se “preparan” a escondidas para dar el mensaje que
    creen debe dar. Son la antítesis de Jesús que permitió que lo tocaran. ¿Acaso no te
    das cuenta que la gente se apretuja a tu paso, Jesús? Le preguntan sus alumnos
    cuando él pregunta quien le ha tocado. La pregunta lleva un misterio más
    escondido todavía.
    Jesús notó que alguien le había arrebatado algo que solamente él podía brindar. La
    mujer notó que su cuerpo había respondido a su fe. Ambos, Jesús y la dama en
    cuestión se dieron cuenta que algo había sucedido en el secreto de la
    muchedumbre. Es aquí en donde comprendemos que se puede estar solo en medio
    de una multitud. Es interesante notar que nadie, aparte de Jesús, notó el milagro
    que se había producido en medio de aquella multitud. ¡Qué amor tan grande el de
    Jesús cuando se detiene a preguntarle a la mujer su historia! ¡Qué ternura para
    detenerse en medio de la petición de Jairo solo para escuchar a estar mujer que
    tenía una necesidad urgente de ser escuchada! Solo Jesús puede tener esos
    detalles de amor que nos deja sorprendidos por la belleza de su interés por el que
    sufre. Solo Él.
    Cómo no amarlo más cada día. Cómo no servirlo. Cómo no adorarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS