MI PAZ LES DEJO
Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”
Si algo necesitamos hoy en día es paz. Muchos la buscan en los placeres. En el hedonismo propio de la época. Sexo. Licores. Drogas. Placebos que lo único que producen es drogodependencias. Pero al despertar vuelven otra vez a sentirse deprimidos, solos, abandonados e impotentes de poder salir adelante con sus vidas que cada día se hunden más y más en el miasma de la angustia y la sordidez.
Matrimonios que no encuentran la paz en sus trabajos, donde cada uno trata de alcanzar sus metas y mientras buscan y luchan por independizarse, se dan cuenta que han perdido el tiempo tratando de alcanzar una utopía que no es capaz de llenar las ansias del alma, ya que ésta alcanza su bienestar únicamente en su Creador. Pero ellos lo ignoran o tratan de suplir sus necesidades de autocomplacencia independientes de todo y de todos, tratando de valerse por sí mismos, logrando con eso, el axioma fatal de quedarse en medio del camino con un vacío existencial que no lograron llenar con sus ambiciones personales y hedonistas.
Mientras corren detrás de la ansiada meta de ser personas libres, de vivir sus vidas aisladas, privándose a sí mismos de vivir el amor de su pareja a cambio de llenar sus cuentas bancarias y obtener lo que la sociedad de consumo les dicta, terminan sus vidas en un estadio de soledad, agonía y frustración al darse cuenta que las cosas materiales no son lo que parecen ser.
El ser humano fue hecho por Dios para que viva a plenitud. Pero una plenitud en la cual pueda tomarse de la Mano de su Creador para que lo lleve paso a paso hacia la meta del supremo llamamiento que solo se encuentra en Cristo Jesus. Fuera de eso no existe nada que pueda llenar el vacío interior que muchos llevan por dentro y que tratan de llenar con experiencias emocionales y místicas muchas veces, que lo único que logran es darles unos instantes de amnesia para que, como el avestruz, escondan la cabeza y los problemas debajo de la alfombra de sus vidas.
Es por eso que Jesus, sabiendo lo que iba a pasar con su pueblo una vez él estuviera al lado del Padre, nos prometió algo que solos aquellos que son humildes y necesitados de su paz logran alcanzar. Su Paz no es como la que da el mundo. No es una paz condicionada. Tú haces esto y lo demás viene como ganancia. No, la Paz que Jesus nos ha dejado es una que trasciende los tiempos, las circunstancias y los estados de ánimo.
Es una paz que no se comprende con los sentidos. No es sensorial, es interna, es algo que quizá no es fácil de explicar pero cuando esa Paz inunda nuestro ser, no importan los problemas, no importan los abandonos, las traiciones ni los desengaños amorosos o familiares. No importa quien se quede o quien se vaya. Si estamos en la Paz de Cristo todo es sublime, todo es tranquilidad como un océano en sus momentos de marea baja.
Eso le sucedió a Kirk Allen, un músico ingles que en 1974 sufrió la pérdida de su esposa y su bebé en el momento del parto. Cuenta su historia que quedó devastado por la noticia de haber perdido al amor de su vida. Las esperanzas de criar a su bebé en compañía de su esposa se fueron por el túnel del dolor y la soledad que lo invadió después de aquella experiencia.
Pero ese dolor le impulsó a escribir una de las canciones más bellas del pentagrama musical que ha recorrido el mundo entero. Su dolor se convirtió en música. Y fue cuando compuso la bella pieza musical “Paz en la Tormenta”. Un himno a la victoria. Una lágrima hecha canción. Una canción que tanto católicos como evangélicos la han vuelto su himno de victoria.
“Puedes tener Paz en la tormenta,
fe y esperanza, cuando no puedas seguir,
aún con tu mundo hecho pedazos, el Señor guiará tus pasos,
en paz, en medio de la tormenta”
Eso solo la Paz de Cristo puede hacer. No hay otra manera de enfrentar el dolor más que aferrarnos a esa Paz en medio de la tormenta.
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