ESCONDIENDO PECADOS
Éxodo 2:12 “Entonces miró alrededor y cuando vio que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena”
Cuando Moisés se identifica como uno más de la raza hebrea, se da cuenta que sus hermanos viven bajo la bota ingrata de Faraón. El mismo que era su abuelo, ya que había sido adoptado por la hija de éste.
Moisés tenía en su interior un fuerte deseo de ayudar a sus hermanos hebreos. Su identificación con ellos era más fuerte que la identificación con la casa real egipcia. Esto, por supuesto, venía de parte de Dios que le haba creado para ser el libertador del pueblo de Israel.
Sin embargo, no era el tiempo para la liberación de ese pueblo. Moisés hizo todo lo que podía en sus propias fuerzas juveniles para ayudar a su pueblo. Pero su intento fue todo un fracaso. En su ira mató a un egipcio. Ese no era el camino para liberar al pueblo. El pueblo de Israel no le reconoció como su libertador a pesar de que el Señor le había llamado a serlo. La razón del fracaso fue porque el tiempo no había llegado y porque empleó sus propias fuerzas en lugar de colaborar con Dios.
Es por eso que hizo lo que creemos que nosotros también podemos hacer: pecar y esconder el pecado. Somos extremadamente buenos para esconder nuestros pecados bajo la arena sin darnos cuenta que llegará un día en que ese pecado podrá salir a la luz y tendremos que rendir cuentas por el hecho cometido.
Moises pensó que podía cometer un asesinato sin que otros se enteraran de ello. Escondió el cadáver en la arena. ¿Se puede esconder el pecado? ¿Por cuanto tiempo?
A lo mejor es posible esconder muchos pecados a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Aquél que todo lo ve, hasta los motivos del corazón. Tarde o temprano tendrán que salir a la luz todas las cosas que los hombres hemos escondido y todas las obras que hemos cometido en la oscuridad. No hay nada oculto en el Tribunal Celestial, delante del cual todos, absolutamente todos, un día tendremos que dar cuenta.
Además, para poder ser un personaje público reconocido por el pueblo, uno necesitar vivir la vida privada como si fuera pública. Un líder aprobado por el cielo no puede andar escondiendo sus pecados. Tarde o temprano se sabrán, así como efectivamente el pecado de Moisés llegó a oídos del faraón y éste quiso matarlo.
La Escritura dice en Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia”
No, nos engañemos, Dios no puede ser burlado. Si algo me da pánico es que un día se sepa públicamente todo lo que hice en la ignorancia de mi vida pasada. Es cierto, no he asesinado a nadie con balazos, pero indudablemente he asesinado con mis palabras, palabras que quedaron registradas en los cielos y que un día han de ser reveladas. Traiciones amorosas, engaños sentimentales y robo de confianza de las mujeres a quienes amé pero también engañé.
No pasa un día sin que pida perdón por todas aquellas cosas que en mi carne cometí. Y lo que es feo o quizá bueno -no lo se-, es que, mientras más confieso mis faltas, más recuerdo las cosas que permanecen ocultas en el fondo de mi alma humana.
Es por eso que necesito estar en comunión con mi Señor todos los días para que su Espíritu me recuerde todo aquello de lo que deba arrepentirme e ir alcanzado la misericordia ofrecida en el Proverbio antes mencionado.
Maravillosas son las palabras de David cuando dijo: “Salmos 25:7 “No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia,
por tu bondad, oh SEÑOR”
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