¿LAS MANDRÁGORAS O DIOS?

 Génesis 30:15  “Y Raquel dijo: Que él duerma, pues, contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo”


¿Una hija de Dios utilizando afrodisíacos para lograr el amor de su esposo?  ¿O viceversa? ¿Es necesario utilizar esas pastillas azules para poder cumplir con el compromiso matrimonial? Me parece que lo que descubrieron los laboratorios para “ayudar” a los hombres cincuentones a seguir teniendo el vigor que ya perdieron por la edad, no es nada nuevo.


Raquel ya lo había utilizado.


La Biblia no dice que las mandrágoras hicieron efecto en Raquel cuando ésta las tomó a cambio de que Jacob durmiera con su hermana Lea. Ella esperaba que después que él se llegara a ella quedaría embarazada de su primer hijo. Cosa que no sucedió.  La Biblia no narra los sucesos en las vidas de sus gentes de forma continua. Deja espacios entre uno y otro para que nos demos a la tarea de averiguar qué sucede entre esos espacios de silencio.


¿Las mandrágoras hicieron efecto o no? No, no lo hicieron. La Biblia no declara que gracias a esas hojas Raquel fue sanada, sino gracias a que el Señor se acordó de ella y la escuchó. 


Lea tuvo que tener tres hijos entre aquella ocasión de las famosas yerbas y el momento en que Dios le concedió lo que pidió. Según leo, pasaron tres embarazos en Lea para que Raquel al fin tuviera su primer hijo al que llamó José.


¿Que lección tenemos aquí?


No es bueno que una persona siempre reciba en seguida lo que pide.  Es bueno que los padres enseñen a sus hijos a no recibir todo lo que ellos deseen.  Es bueno que los hijos aprendan esperar ciertas cosas, porque muchos tipos de espera producen algo  positivo en el  alma.  La cultura moderna de lo inmediato e instantáneo crea caracteres sin paciencia y sin fuerza interior para soportar.


Por ejemplo: Jacob estuvo siete años trabajando antes de poder casarse con la que amaba.  No quiso casarse primero y luego trabajar, sino aguantó los siete años de espera para conseguir lo que su corazón pedía.  Él es un ejemplo de un carácter aprobado que trabaja con paciencia para lograr metas a largo plazo.  Una persona inmadura no puede esperar, sino prefiere obtener un beneficio a corto plazo aunque sea menor que un beneficio a largo plazo.  Una persona madura sabe negarse de un beneficio a corto o mediano plazo para poder obtener un beneficio mayor a largo plazo. 


Dios quiso producir algo en el carácter de Raquel y por eso le hizo esperar.  Pero al final le cumplió su pedido y fue madre por primera vez. 


No, mis amigos, no es el banco el que va a solucionar el problema de las deudas. Es la disciplina de restringirse de ciertos gustos y gastos hasta que hayamos puesto nuestras finanzas al día.


No es la suerte la que nos mantiene firmes en el matrimonio, tampoco son los golpes, el miedo ni el ultraje lo que mantiene a una pareja juntos por siempre. Es el amor. Es la paciencia de aceptarnos tal como somos y ayudarnos mutuamente para alcanzar el nivel de compromiso que hemos adquirido en el altar. 


No es evitando ir a la playa como voy a vencer la inclinación del mal ojo con respecto a las mujeres, eso no hace que la lujuria y lascivia salgan de mi vida. Es la convicción de que debo respetar al Señor y a mi esposa lo que me hace no poner mis ojos en donde no sea correcto. 


No es evitando saludar a las niñas de mi congregación lo que me hará fiel y honesto con las mujeres, es no acercar sus cuerpos al mío y evitar todo contacto directo con ellas lo que me mantendrá en el camino correcto de la santidad.


Raquel tuvo que esperar aún tres años para que Dios la atendiera. Ella trató de utilizar los medios sociales, culturales y científicos para lograr ser fértil, pero nada de eso funcionó. Dios ya tenía en su agenda cuando y como iba a responder a su pedido. Y llegado ese tiempo, el tiempo de Dios, entonces nuestra hermana Raquel tuvo lo que pidió.

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