LA RESPONSABILIDAD DE SER PADRES
Génesis 12:1 “Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré”
Bueno, estamos en la era de la pérdida de los valores familiares. Pero no se asusten, lectores, que eso ya sucedió mucho antes que todos nosotros naciéramos o siquiera pensáramos en nacer.
Claro, eso no es pretexto para repetir la historia. El hecho que ya haya sucedido lo que estamos viendo y viviendo hoy en día no es excusa para que no pongamos las barbas en remojo. Especialmente los hombres. Si, los hombres que se casan, tienen buenos empleos, abundancia de títulos académicos y buenos sueldos, tienen hijos y no saben como ser lo que sus hijos los llaman: papá.
Siempre se ha escuchado decir que nadie nos enseña a ser padres. Pero eso es mentira. Porque para eso existe el espejo que se llama Biblia. El problema es que nadie la lee antes de ser padre. Incluyéndome a mi por supuesto. Ahora que peino canas, que transito por la que llaman la “tercera edad” y soy abuelo de varios nietos me veo en la necesidad de escribir un poco de esto.
Les contaré la historia que me motiva a hablarles de esto…
Aunque Noé era un hombre justo delante de Dios, no tenía la capacidad de encaminar a sus hijos en la justicia de Dios. Después de salir del arca se convirtió en un experto en agricultura. Parece que su dedicación a su vida laboral ocupaba demasiado lugar en su vida de modo que la educación de sus hijos y sus nietos no tenía tanta prioridad. Al igual que hoy, los padres se están dedicando más a su autorrealización profesional y le están delegando a la escuela y al gobierno la educación de sus hijos. Y es por eso que los están perdiendo.
Lo que llama la atención es que Noe bebió vino solo, sin compartir la alegría del producto de la tierra con su familia. Esto indica que su mente estaba más en su propio trabajo que en su familia. Esa es la tentación para cada padre de familia, sentirse más realizado mediante sus propios logros laborales que en el hecho de desarrollar una vida espiritual profunda con su esposa y de educar a sus hijos.
Los padres y también los abuelos, tienen una gran tarea para instruir a sus hijos en el camino del conocimiento de Dios. Noe tenía tres hijos adultos y ya deberían haber recibido instrucción de su padre. Sin embargo, tenía un nieto, Canaan, que necesitaba toda la instrucción necesaria para llegar a ser un hombre justo y recto. Pero Noe se dedicó más a la producción agrícola que de la educación espiritual de sus descendientes.
Ezequiel 14 nos dice que los hijos de Noe no pudieron ser liberados de un juicio divino específico sobre diferentes naciones y especialmente sobre Israel. Solo Noe es mencionado junto con otros dos paradigmas. Sus hijos no eran tan justos como él.
El resultado de esa falta de educación a la Palabra de Dios a favor de sus hijos, se vio más adelante. Con algunas excepciones, prácticamente todos los descendientes de Noe se rebelaron contra el Señor bajo el reinado de Nimrod. Su rebeldía fue castigada con confusión, y lo hijos de Noe fueron esparcidos por toda la tierra.
Sin embargo, gracias a la misericordia del Señor, solo Sem alcanzó un nivel espiritual que honrara al Señor con sus hijos y su linaje. En la décima generación vemos al Señor obrando a favor de la raza humana creando a Abram, de quien Dios mismo expresó que él -Abram-, le enseñaría a sus hijos y a los hijos de sus hijos que el Señor es Dios. Génesis 18:19 “Porque yo lo he escogido para que mande a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del SEÑOR, haciendo justicia y juicio, para que el SEÑOR cumpla en Abraham todo lo que Él ha dicho acerca de él”.
Si Dios no interviene en la vida de este hombre quien fue el padre de multitudes, veríamos otro panorama con respecto a la vida de los patriarcas que nos legaron al Mesías prometido, nuestro Señor Jesus. El descuido de un padre que Dios había llamado “justo” nos muestra que no solo del trabajo vive el hombre.
¡¡Qué importante es ser padre!! ¡Qué importante es instruir a los hijos en el camino del Señor! Noe no tuvo esa capacidad, por eso el Señor tuvo que escoger a otro que sí la tenía.
¿Y nosotros…?
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