LA HERENCIA DE RAQUEL
Génesis 31:19 “Y mientras Labán había ido a trasquilar sus ovejas, Raquel robó los ídolos domésticos que eran de su padre”
¡Cuidado padres -los dos-, como se comportan en sus vidas porque sus hijos tendrán que pagar las consecuencias! La herencia que les dejemos puede llegar a ser dolorosa o vergonzosa. Si no me creen, lean detenidamente la siguiente historia de la Biblia.
Sabemos que Raquel estaba bastante mimada, al menos al comienzo de la historia, por su belleza, por su condición de elegida y preferida, por ser probablemente la bebé de la familia aunque no sabemos exactamente si tenía hermanos menores, la Escritura no dice nada al respecto, por lo que podemos suponer que ella era la más joven. Ella podría permitirse muchas cosas que su hermana «odiada» no permitiría; probablemente, aquí radica la explicación de su extraño robo. Usted quizás recuerde la historia: en Génesis 31, después de largos años de servir a Labán, Jacob decide volver a casa. Cuando él se va, Raquel roba los ídolos domésticos de su padre.
Labán alcanza a Jacob y lo acusa del robo. Jacob está absolutamente convencido de que, como cuestión de principio, no podía haber bienes robados en su campamento. En lo más profundo de su ser, se siente insultado por tal sospecha. Indignado por la acusación y sin saber del robo de su esposa, invita a Labán a buscar en todo el campamento. Él dice: «Con quienquiera que encuentres a tus dioses, no le dejes vivir» Génesis 31:32
Labán busca en las tiendas pero no encuentra a sus ídolos: Raquel los esconde sentándose sobre ellos. Por lo tanto, la historia pareció terminar favorablemente. ¿Pero, es realmente el final?
Al poco tiempo de llegar a la tierra, Raquel, aún una joven, muere inesperadamente al dar a luz. Aparentemente no hay ninguna conexión entre esta muerte y la búsqueda de Labán en el Capítulo 31. Sin embargo, sabemos que las palabras conectan este trágico evento con el juramento de Jacob a Labán: “Pero aquel con quien encuentres tus dioses, no vivirá” Este juramento se cumplió, no por Labán, sino por Dios mismo: el que había robado, tenía que morir. Jacob se lo dijo a Labán, pero lo escuchó Dios.
Tiempo después, tanto Jacob como Raquel se dieron cuenta de esta conexión. El nombre que la madre moribunda le da a su hijo –Benoni– probablemente significa «el hijo de mi iniquidad». Comprensiblemente, Jacob no quería que el niño llevara este nombre, por lo que lo llamó Benjamín, «hijo de la mano derecha», que también puede interpretarse como «hijo del juramento», ya que la mano derecha en la Biblia frecuentemente simboliza un juramento. Gn. 35:16
Vemos las leyes del mundo espiritual en las Escrituras. Invisibles y muchas veces ignoradas, son sin embargo, tan inviolables como la ley de la gravedad. Dios mismo cumplió el juramento de Jacob a Labán –y Raquel muere–.
Esta historia tiene otra implicación inesperada. Muchos años después, los hermanos de José habían sido acusados de robo por el mayordomo de la casa de José. Veamos la historia: los hermanos vuelven a Egipto por segunda vez, esta vez con Benjamín, y después de haber cumplido su misión, a la mañana siguiente emprendieron el camino de regreso. También recordemos que no mucho antes de partir, José le había ordenado a su mayordomo poner su copa –la de José– de plata en el saco de Benjamín. Entonces, «cuando hubieron salido de la ciudad, y aún no estaban lejos», el mayordomo los alcanzó y los acusó del robo. Los hermanos insultados juran a su inocencia literalmente con las mismas palabras que Jacob dijo: «Con cualquiera de tus siervos que se encuentre, que muera» Gn.44:9
Al igual que Jacob, sabían bien que robar era pecado, e incluso el pensamiento que de alguna manera pudieran estar involucrados en el robo era insoportable y ofensivo. Ambas búsquedas comienzan casi de la misma manera; pero el final de estas historias es muy diferente: la copa de José fue encontrada en el saco de Benjamín, el hijo menor de Raquel.
Sabemos que Benjamín no robó la copa, sabemos que todo esto fue plan de José, sin embargo, hay una profunda verdad espiritual que debemos aprender de la comparación entre estas dos búsquedas. La Biblia quiere que la gente sea consciente de la responsabilidad espiritual que llevan, no solo por sus hijos, sino ante sus hijos también: las cosas que ocultan de Dios y del hombre puede, de la manera más inesperada, salir a la superficie en la vida de sus hijos. Por eso la búsqueda de Raquel, la madre que en realidad había robado y, sin embargo, en quien no se encontró nada, resuena una generación más tarde, en un drama tan tenso a través de la búsqueda de su hijo, quien siendo inocente, fue acusado de robo.
¿Qué herencia le está usted dejando a sus hijos o a los hijos de sus hijos? ¿Ha creído que sus acciones pasarán desapercibidas en el ámbito espiritual de Dios? Nos os engañéis…
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