CUANDO DIOS LLAMA

 


Éxodo 4:13  “Señor —insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra persona”  (NVI)


Cuando no estudiamos a fondo la personalidad de las personas que nos rodean, y hacen cosas que no nos agradan, corremos el riesgo de equivocarnos en comprender por qué actúan como lo hacen.


Todos, todos hemos sufrido situaciones en nuestra niñez o adolescencia que han quedado marcadas en nuestro interior; y por más que la Palabra de Dios se les predique, ellos no están abiertos para hacer los cambios necesarios para cambiar de actitud.


Conozco personas que por años me han escuchado predicar que hagan amigos dentro de la congregación, que no se queden solos, que no se aíslen de los demás porque -como enseña Pablo-, somos parte del Cuerpo y que nos necesitamos unos a otros. Sin embargo, han pasado años escuchando ese mandamiento y no logran obedecerlo. 


¿Será que son rebeldes a la enseñanza? ¿Será que sus traumas y conflictos son más fuertes que el impacto que la Palabra debiera hacer dentro de ellos? ¿Será que tienen miedo o desconfianza de abrir su corazón a nuevas amistades?


Son muchas preguntas que necesitan muchas respuestas.


Es por eso que hacer una radiografía del alma de las personas que leemos en la Biblia es importante para poder conocernos a nosotros mismos. Cada una de las áreas oscuras o débiles que se nos muestra en las Escrituras con relación a esos grandes hombres y mujeres es refrescante para nosotros tres o cuatro mil años después de que ellos vivieron, no para consolarnos sencillamente y quedarnos donde estamos, sino para luchar y desafiar nuestros propios miedos, temores y demonios internos que nos roban la preciosa oportunidad de ser fieles a nuestro Dios que nos puede llegar a necesitar en algún momento dado.


Moisés creció y se desarrolló en el palacio del Faraón.  Siendo hijo adoptivo de la hija de Faraón, por lógica era su nieto. Vivió en ese ambiente durante cuarenta años. Allí fue formado entre el oropel, la elegancia, el protocolo y la vida palaciega.  Supo de primera mano como actuaba el Faraón, cuales eran sus obligaciones, sus deseos, su forma de vida y conducta. Conocía la ley egipcia con respecto a las otras razas que componían el conglomerado egipcio.


Cuando de pronto se convierte en un fugitivo. Por defender a uno de sus hermanos hebreos, mata a un egipcio y se ve en la necesidad de salir huyendo para escapar de la horca como castigo correspondiente a su delito. 


Encuentra cobijo en una ciudad llamada Madian en donde había un Sacerdote, un hombre importante tanto en linaje como en recursos financieros. Éste hombre poderoso tenía siete hijas. Ningún hijo varón. Cuando Moisés llega sediento al pozo del pueblo, conoce a una de las hijas de este hombre millonario, sacerdote pagano y muy respetado en la región, inmediatamente se enamora de una de sus hijas llamada Séfora. Jetro se la da por esposa y reciben a este hombre valiente y extranjero como un miembro más de la familia.  Moisés es ahora el hijo que nunca habían tenido. Lo reciben con los brazos abiertos y lo hacen miembro favorito de la familia. 


Al poco tiempo, Moisés y Séfora tienen su primer hijo. Ahora los lazos familiares entre Moisés y Jetro han quedado más unidos aún. Vemos entonces que la vida de Moisés ha tomado un curso que no se esperaba.  Llegó a Madian como un refugiado perseguido por la policía egipcia y ahora lo vemos convertido en todo un heredero, administrador, yerno y respetado hombre de negocios.  Su vida está hecha, como se dice. No le falta nada. Tiene dinero en abundancia, fama de ser muy valiente, respeto de los demás del pueblo, la admiración de sus suegros y el amor de su esposa. En una palabra, ha llegado a la cima de todo lo deseado.


Y es cuando Dios lo llama. ¿Sale corriendo Moisés a obedecer la orden de Dios de regresar a Egipto? ¿Brinca de alegría al escuchar que Dios lo ha enviado a liberar a su pueblo de la esclavitud?  ¿Se muestra Moisés humilde y receptivo a las instrucciones de Dios a través de la zarza? Bueno, ahora que usted ha visto una pequeña radiografía de la vida social, financiera y familiar de Moises explíqueme si fue fácil para Dios convencerlo. Aquí tenemos las respuestas de Moisés al llamado de Dios. No era fácil para él dejar todo lo que había logrado. No era fácil abandonar la buena vida por cumplir un llamado en el que iba a correr grandes riesgos y desafíos.  Aquí está el por qué de tantas excusas. Que si soy tartamudo. Que si no valgo nada. Que si no me harán caso. Que si esto, que si lo otro…


El problema es que cuando Dios llama a servirlo para sus propósitos, no hay nadie que pueda negarse. Porque el mejor presente y futuro que podemos tener es estar al servicio de un Dios tan Grande y Fiel que cuando nos convence, ya no  hay manera de volver a Madian, digo, a lo que hacíamos antes.  Es hermoso ver como Dios trata con este acomodado y poderoso heredero del sacerdote Jetro abandona todo y a todos porque el Fuego de Dios quemó sus pretextos y excusas. 


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