LA TENTACIÓN
1 Corintios 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla”
¿Usted creyó que es el único a quien Satanás está tratando de empujar para que haga lo incorrecto? ¿Usted cree que es el único que está siendo puesto a prueba en la tentación para llevarlo al pozo de la inmundicia? No, mi amigo. Usted no es el único. Quien escribe esto también ha tenido que pasar por esos momentos de angustia, momentos de duda de si realmente soy cristiano o pastor. Porque la tentación no es exclusividad de los santos como Pablo, también nosotros los que tenemos el enorme privilegio de ser llamados por Dios para ser sus mensajeros.
Tristemente muchos que cayeron en tentaciones no volvieron a levantarse pero no fue porque el Señor los haya dejado allí tirados, o porque Satanás es más fuerte y valeroso que lo que el Señor dice de nosotros. Lo que sucede es que cuando uno es tentado a cometer alguna fechoría en el mundo espiritual, cualquiera que sea, no hicieron caso a esa “vocecita” interna que nos avisa que debemos parar, que debemos pedir perdón y volver a empezar.
Claro, eso requiere una disciplina de oración bien establecida en la vida del creyente. Porque es allí en ese Altar de intimidad con Dios en donde se aprende a escuchar la Voz del Señor advirtiéndonos que estamos pisando caminos minados por el Diablo y que debemos retroceder o correr como dice Pablo. Como soldado que fui, conozco bien el proceso de crecimiento y desarrollo en la vida disciplinada porque es asunto de todos los días. No de cada domingo ni fin de semana.
La tentación es una invitación o un incentivo para cometer un acto inmoral. En este momento, Satanás está furioso sobre la tierra, como un león rugiente tratando de devorar a los cristianos a través de poderosas trampas hacia la inmoralidad. Nadie es inmune. De hecho, cuanto más se acerque a Dios, más deseará Satanás zarandearle. Porque eso es lo que le molesta precisamente: Que usted busque al enemigo del Diablo y no a él para que le atienda sus necesidades.
Los pecadores no pueden ser tentados. La lluvia no puede tocar un cuerpo que ya está bajo el agua. Los pecadores ya están hundidos en la perdición; y como hijos de Satanás, hacen lo que él dicta. No tienen que ser tentados o seducidos porque ya son inmorales. Como esclavos, no son libres de elegir. Simplemente pasan de muertos a dos veces muertos “a ser arrancados de raíz”. Los pecadores pueden ser engañados por el diablo pero no tentados. Satanás se burla de sus propios hijos hacia pozos más profundos y oscuros de inmoralidad, pero ellos ya están muertos en sus transgresiones y no pueden pelear las batallas de los vivos. Por eso nuestro Señor nos dice que nos regocijemos cuando nos enfrentemos a diversas tentaciones. Estamos experimentando algo único solo para los cristianos maduros.
Para los creyentes, la tentación es “entrenamiento en condiciones de combate”. Dios lo limita hasta el punto de ser “soportable”. Él quiere guerreros experimentados en combate que puedan testificar: “Yo estaba bajo fuego. He estado en la batalla. El enemigo me rodeó, disparándome, tratando de matarme, pero Dios me mostró cómo tomarlo y no temer. Tengo experiencia, así que la próxima vez no temeré”. Es donde el diablo sale perdiendo su propósito porque en vez de dejarme tirado avergonzado, el Poder de Dios en mi hace que él sea el que quede avergonzado y yo fortalecido. Es decir, una muesca más en mi corazón para aconsejarle a alguien que está atravesando por ese mismo proceso y decirle que puede ser un vencedor.
La tentación no es un signo de debilidad o una inclinación hacia el mundo. Más bien, es una graduación, una señal de que Dios confía en nosotros. El Espíritu guió a Jesús a la arena de la tentación en el desierto. En realidad, Dios le estaba diciendo a Jesús: “Hijo, te he dado el Espíritu sin medida. Yo te he confirmado ante el mundo. Ahora voy a permitir que Satanás te lance todas las artimañas que tiene, para que salgas a predicar que Satanás está vencido, que no puede arrebatar de nuestra mano a ninguno de los que te doy”.
Por eso los cristianos son tentados hoy. Se permite la tentación en la más santa de las vidas para enseñarnos la limitación de Satanás, exponer su debilidad y revelar a Satanás como un espantapájaros. Así que no se crea un fracasado solo porque por un momento fue débil y cayó en algo feo. Levántese, sacúdase y siga su camino de la Mano Bondadosa de nuestro amigo el Espíritu Santo. Usted está siendo adiestrado para guiar a otro a la victoria.
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