EL TALLER
Hebreos 13:4 “Sea el matrimonio honroso en todos…”
Esto va dirigido a todos los matrimonios que luchan cada día con uno de los cónyuges, los que no logran entender el propósito del matrimonio y que por momentos viene a la mente: ¿Por qué tuve que casarme con esta persona?
La razón es que todos venimos al mundo con ciertas habilidades, pero también con muchas debilidades. Dios hizo el matrimonio precisamente para lograr ese equilibrio que se necesita para ser verdaderamente personas que se mejoran mutuamente.
La finalidad entonces del matrimonio es que el hombre y la mujer trasciendan. Que trasciendan a otro nivel, a otro estadio de perfección humana. Dios es Trascendente, por lo tanto, al crearnos, puso en nosotros esa pizca del deseo de ser también trascendentes como Él.
El matrimonio, mis amigos, es el taller para perfeccionar a la pareja. Todos empezamos un matrimonio con fallas, con asperezas por la forma en que fuimos criados por nuestros padres.
El matrimonio se compone entonces de dos personas que no fueron terminados de formar. Quizá su esposo ronca, su esposa tiene necesidad de dormir y si el hombre ronca, lógico que no deje dormir a su cónyuge. El hombre, a través de ese defecto, está afectando el descanso de su esposa. El entonces, está obligado a arreglar ese defecto con tal que ella pueda dormir y descansar adecuadamente. El hombre que conoce su debilidad, tratará de proveerle a su cónyuge un ambiente de descanso adecuado para su vida.
Todos tenemos necesidad de socializar. Somos hechos por el Señor para influenciar la vida de otros, pero ¿qué sucede cuando uno de los cónyuge prohibe que el otro pueda relacionarse con amigos, parientes o familiares? Le está dañando su autoestima, le está mutilando una función que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. ¿En donde puede estar el problema? La mayoría de las veces, en los celos. ¿Y que son los celos? Una necesidad de controlar a la persona con quien me relaciono. Una necesidad dañina de mantener el control en la relación y seguramente, detrás de ese defecto, existe un miedo a pederlo, a perder su amor, su compañía o su atención. Los celos son altamente destructivos en una relación de matrimonio porque daña lo interno de la persona que decimos amar. En el matrimonio descubrimos ese defecto y la forma de arreglarlo…si lo permitimos.
La baja estima en la persona tiene un falso sentido de seguridad, por lo tanto, el control en el matrimonio del uno por el otro es miedo a que se vaya de su lado. Seguramente fue abandonado por uno de los padres o por ambos y su corazón quedó dañado y ahora que tiene algo que siente que le pertenece como un pareja, un hijo o algo que le llena de seguridad no quiere compartirlo con nadie.
Ojo: no estamos hablando de fidelidad. Eso es harina de otro costal. Estamos hablando de las falencias en muchos de nosotros que afecta nuestro matrimonio. Entonces, cuando se presenta un cuadro como este, es necesario que la pareja platique de ese temor, que uno ayude al otro a no encerrarse en una cárcel que al final solo lo dejará en una soledad espantosa robándole la oportunidad de ser feliz.
Ese es el propósito del matrimonio: La necesidad de trascendencia, mejorar la autoestima de mi pareja y viceversa. Cuando uno de los dos no alcanzan a suplir las necesidades del otro, se empiezan a formar patologías que van destruyendo el bienestar del otro. Se siente impotente de no poder hacer feliz a la persona con quien convive y eso provoca depresión, problemas digestivos, problemas cardiovasculares, problema en el sistema linfático, enfermedades pulmonares, agresión, pánico, escapismo y otros males.
Jesus dijo: Consumado es. ¿Que significa eso? Que se alcanzó el propósito por algo, se cumplió la misión de algo que empezó siendo una aventura que no sabíamos como enfrentar pero que en el camino, tomados de la mano, con la fe puesta en Dios de que todo es posible, hemos terminado al final de arreglar las necesidades emocionales del otro.
Pablo también dijo: He terminado la carrera. Eso significa que hemos terminado nuestro propósito, pero eso lleva años de tratamiento, años de esfuerzo, de sacrificios para que al final del trayecto, podamos tomar un pequeño descanso y disfrutar de la bendición de un matrimonio saludable y carente de los defectos que al principio tuvimos que enfrentar.
El Señor nos ha dado un libre albedrío para ayudarnos a discernir en cada uno de nosotros qué cosas traemos deformadas desde nuestra niñez y se desahogan en el matrimonio. Pablo dijo que como embajadores de Dios en el mundo, debemos reconciliarnos con Dios. Eso significa que debemos unirnos al Señor en su misión de terminar de arreglar nuestras vidas para serles agradables a Él. cuando nos casamos, las cosas no están terminadas. Hay que edificarlas, hay que terminarlas. El matrimonio no es un paseo por un museo de arte, es un taller de reparación de almas. Y para eso se fundó el matrimonio, para perfeccionarnos porque es dentro de este estado que podemos alcanzar nuestra perfección.
Quien desconoce esto, no alcanza su trascendencia, es decir, no alcanza su progreso espiritual. En el matrimonio nos damos cuenta las verdaderas necesidades que tenemos y los vacíos que nos afectan a cada uno.
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