LA HONRA

 Hechos 2:17 “Y sucederá en los últimos días -dice Dios- que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños”


La honra ha estado ausente de nuestras vidas durante tanto tiempo que con frecuencia deshonramos a la gente cuando ministramos sin siquiera darnos cuenta de eso.  La mayoría de pastores están diciendo que la Iglesia quedará a cargo de los jóvenes cuando nosotros ya no estemos en este mundo. Les estamos diciendo, sin querer, que los viejos ya no servirán de nada, cuando la Biblia dice lo contrario. Pero con tal de ganar a la juventud actual, se les está ofreciendo la dirección de la Iglesia de Cristo como si fuera un negocio que se hereda con el tiempo.


Lo que Dios dice es todo lo contrario.  Tomemos nota que en los postreros tiempos, cuando venga el último y gran avivamiento, los jóvenes verán visiones, pero los ancianos soñarán sueños. Dios no está autorizando que hagamos a un lado a los ancianos solo porque ya están ancianos. Ellos tienen la sabiduría de los años, de las épocas y están en el plan de Dios para los tiempos finales. Por algo a Jesus se le llama en Apocalipsis “El Anciano de Días”. 


Dios nos está hablando en el pasaje que encabeza este escrito que cada vez que el “mensaje a la juventud” es predicado, a los de mediana edad y a los ancianos se le esta diciendo, a través de omisión, que ya no son más importantes o valorados. El diablo sabe que no podrá detener el último avivamiento, pero sí puede separar a las generaciones.


Por eso el profeta Malaquías, quien sabía que esto iba a suceder hace mucho tiempo, profetizó acerca de ello.  Él dijo: “Estoy por enviarles al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible.  Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción”. (Mal. 4:5-6)


Satanás  ha influenciado el pensamiento moderno para valorar a los jóvenes  por encima de los ancianos de un modo que deshonre a la gente de más edad.  El Señor siempre, en toda la Biblia, da más honra y respeto a los ancianos, pero  nuestra cultura les quita autoridad.  


La honra es uno de los atributos más grandes de la nobleza en toda la Biblia.  Cuando el reino de Dios está presente en nuestro interior, el comportamiento honorable se manifiesta en nosotros naturalmente.  Damos honra a todos los hombres no simplemente porque se la merecen, sino porque también nosotros somos ciudadanos  honorables del Rey Jesus.  Cuando caminamos en nuestro llamado real, nuestro comportamiento no está determinado por nuestro entorno temporal, sino por el entorno eterno que se encuentra en nuestro interior.


Como cristianos, no honramos simplemente a la gente porque es honorable, honramos a la gente porque nosotros somos honorables.  Para el cristiano, la honra es una condición del corazón, no solo el producto de un buen entorno.  La honra no significa que estemos de acuerdo con la gente que honramos, simplemente significa que la valoramos como personas que han sido creadas a la imagen y semejanza de Dios.


El ejemplo nos lo da Judas 9-10. El ángel que argumentó con Satanas no lo reprendió él porque Satanas era superior en jerarquía. Él dijo: Que el Señor te reprenda. El ángel tuvo respeto por quien había sido Satanás en el cielo.


Si alguien merece la deshonra, ese es el diablo  Pero Miguel no trató a su enemigo principal con falta de respeto cuando peleó con él.  Este principio modela cómo deberíamos tratar a nuestros enemigos, sean físicos o espirituales. Barak Obama nos lo demostró cuando no permitió que se publicaran fotos del enemigo No. 1 de USA, Osama bin Laden. El presidente respetó la religión de su enemigo que prohibe tal exhibición en su credo de fe.


El resultado que estamos viendo hoy en la pérdida de tantos jóvenes viviendo en violencia callejera es el rompimiento del mandamiento de Exodo 20:12. Los jóvenes ya no están honrando a sus padres, por lo tanto, sus vidas ya no están siendo bendecidas ni abundantes.  Cuando honramos a los demás, reconocemos su autoridad y nos rendimos a su posición.  La honra es la humildad en acción.  Tiene ojos para ver en lo invisible para así discernir y valorar la naturaleza de una persona según los valores del Reino de Dios.


Cuando falta la honra, la muerte tiene una puerta abierta.  La destrucción lenta de la honra en nuestra cultura no solo ha hecho que el liderazgo de nuestro país no sea respetado, sino que también ha cambiado el modo en que la iglesia es gobernada. Es por eso que los pastores ahora le tienen más miedo a exhortar a los jóvenes que el temor de ofender al Señor dejando de enseñar lo que Él ordena.


Padres: este mensaje es para ustedes. Si ustedes no le enseñan a sus hijos a que les honren, no esperen que vivan muchos y abundantes años en esta tierra.


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