INTELIGENCIA EMOCIONAL

 Romanos 12:1-2  “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”


Esto quizá no le guste a algunas esposas o esposos… pero no por eso deja de ser cierto: La Inteligencia Emocional  es un constructo que se refiere a la capacidad de los individuos para reconocer sus propias emociones y las de los demás, discriminar entre diferentes sentimientos y etiquetarlos según sus necesidades emocionales.


Me voy a explicar:


Cuando uno de los cónyuges trata al otro de la forma antinatural que significa que la creo mejor que yo, cuando le doy un trato que significa que me humille y destruya mi autoestima y tome autoridad aun sobre mis propias emociones, en ese momento estoy decidiendo verla como si fuera un dios.


Y todos lo sabemos, los dioses humanos nos destruyen. Porque exigen más y más pleitesía, más y más respeto, más y más dinero, comodidad y cosas materiales. La razón para que esto sucediera en muchos hogares y matrimonios es que uno de los cónyuges levantó al otro en un pedestal de adoración y a la postre causa cansancio, provoca un tremendo estrés emocional y destruye la relación.


Porque fuimos hechos a la Imagen y Semejanza de Dios y no de otros seres humanos. En nuestro interior hay un grito de ¡auxilio! cuando uno de los cónyuges ha tomado preeminencia por sobre el otro y quizá sin darse cuenta, o a veces, vergonzosamente a propósito, busca como levantarse en su propio pedestal haciendo creer al otro que es inferior a él o ella y por lo tanto debe, si, debe servirle de alfombra para pasar sobre él. O sobre ella.


Esto lo he visto en muchos matrimonios que terminan divorciándose porque en esencia fuimos creados por Dios para ser libres. Especialmente si somos cristianos y conocemos al Señor Jesus como Señor de nuestras vidas.


 En el Reino Animal hay ejemplos muy vivos de lo que es la Inteligencia Emocional.  Hay animales que se han convertido en mascotas de las personas que los aman de tal manera que la mayoría de las veces ceden a sus caprichos y exigencias.


Veamos:


El perro piensa así: Mi amo me provee comida, me da un lugar donde vivir, un espacio donde dormir.  Me baña, me cuida mi salud y me saca a pasear. Por lo tanto, mi amo es un dios. Cuando llega, corre a recibirlo, a saludarlo, le mueve la cola y le lame la mano.


El gato piensa de esta manera: Mi amo me alimenta bien, me da un lugar donde vivir, y espacio donde dormir.  Me baña, me cuida, me lleva al médico y me saca a pasear.  Por lo tanto, yo soy un dios. Es por eso que cuando viene, me busca, me acaricia mi pelaje, me carga y me llena de besos y de mimos. 


¿Vemos la diferencia de estas respuestas a la Inteligencia Emocional en estas dos mascotas? Esto sucede en muchos matrimonios.  Él piensa que es un dios porque su esposa le hace todo lo que pide. Se ha encumbrado tanto que ya no puede aceptar que se le niegue algo. Y cuando sucede por cualquier circunstancia, pega el grito en el cielo y exige que se le atienda como él desea. Aún a costa del dolor de su pareja. 


También aplica para la mujer. Muy bella, sí, muy hermosa y de linda figura. Pero además de esto, su esposo, de tanto cuidarla, consentirla, amarla y evitar enojarla, ella se ha creído que es él quien tiene que salir a besarle la mano cuando llega del trabajo. 


Es por eso que Pablo nos dice: Romanos 12:3 “Digo pues por la gracia que me es dada, á cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme á la medida de la fe que Dios repartió á cada uno”


En el matrimonio, mis amigos, ni somos gatos ni somos perros. Ambos somos hijos de Dios. Así de sencillo.

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