LEJOS DE...
LEJOS DE…
Mateo 14:24 (NTV) “Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme…”
¿De casualidad se ha encontrado usted en una situación demasiado “lejos de la solución?
¿Quizá ha estado vigilando la fiebre de su pequeño durante largas horas nocturnas y siente que aún está “demasiado lejos” de que se le calme?
¿O tal vez ha estado deseando salir de esa deuda que le agobia y le drena la salud y la paz y el banco le dice que aún está “demasiado lejos” de cancelarla?
O, permítame ser necio y preguntarle ¿si tal vez usted siente que su matrimonio está “demasiado lejos” de ser lo que soñó al principio y que las cosas van de mal en peor?
Usted no está solo. Ya los discípulos lo estuvieron aquella famosa noche en que el Señor Jesus les dijo que se fueran al otro lado y que él les alcanzaría. Pero pasaron los minutos y las horas y el mar se puso embravecido. Las olas amenazaban con hundir la barca junto con ellos y Jesus no llegaba. Empezaron a cansarse tanto remar en contra del viento que estaba contrario a ellos. Llegó la noche y Jesus no aparecía. La desesperación empezó a llenar sus corazones y el miedo se apoderó de ellos.
Porque estaban demasiado lejos de la orilla. Demasiado lejos de una solución. De una sanidad. De un poco de amor. De un abrazo. De un beso de cariño. Demasiado lejos y no se ve solución por el momento.
Estaban, como usted que me lee, demasiado lejos de una respuesta a la solicitud de trabajo. Demasiado tiempo en la lucha. Demasiado tiempo en la UCI como para sentirse seguro. Demasiado tiempo esperando una respuesta a su solicitud de una casa propia. Demasiado tiempo en el hospital. Demasiado tiempo sin un buen amigo. Demasiado pequeño y demasiado solo.
La tormenta controlaba a los discípulos y también nos controla a nosotros. Nos hace a veces pensar que Jesus no llegará como lo dijo. Nos sentimos hundir en los conflictos de fe, de esperanza y de paz.
Es posible que usted esté tratando de salvar su matrimonio pero se da cuenta que está demasiado lejos de tierra firme, sus esperanzas se desvanecen con cada día que amanece. Es posible que esté tratando de restaurar un hijo malcriado y rebelde pero siente que está muy lejos de lograrlo. Y es porque las tormentas nos rebasan y nos amenazan. Parece que nunca terminarán.
Pero entonces, sin previo aviso y sin ninguna esperanza, “vieron que Jesus se acercaba caminando sobre el agua”. Caminando sobre el problema. Caminando sobre la duda. Sobre la deuda. Sobre el cáncer. Sobre el cansancio.
Y nos deja saber lo mismo que a los discípulos: No tengan miedo. Soy Yo. Sí, es él. Es Jesus quien ha venido en nuestra ayuda. En nuestra tormenta. Aunque aún estábamos lejos de tierra firme donde posar nuestros pies, Jesus hace su maravillosa aparición en medio de la tormenta que nos agobiaba. Y llegaremos triunfantes a tierra firme. Aunque por un tiempo estuvimos lejos de ella.
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