¿Y QUE SI...?

A veces creemos que para que el Señor nos haga un milagro tenemos que sudar la gota gorda como se dice, para lograr ver sus maravillas. Es cierto en algún sentido.


También creemos que Dios espera que pongamos algo de nuestra parte para que él haga lo que le toca.  Es cierto en algún sentido.


Otras veces creemos que si no trabajamos no comemos porque eso dice la Escritura. También es cierto en alguna medida. 


Pero eso nos lleva a un problema: Nos olvidamos completamente del Poder inherente de Dios de hacer grandes cosas sin nuestra ayuda. Es decir, si él necesitara algo de nosotros no sería el Dios que dice ser. Porque él dice que es Poderoso, Majestuoso y muchas virtudes superlativas más. Me gusta cuando dice: “Si yo tuviera hambre no te pediría a ti” hablando del pueblo de Israel. 


Entonces, pensar siempre en que tengo que “rebuscarme” para que Dios haga el milagro que espero para mi vida o mi familia me va alejando poco a poco de su inmensa misericordia que es nueva cada mañana.  Esa actitud niega lo que dijo Jesus: “miren las aves del cielo o las flores del campo”.  Y todo porque somos personas extremistas. Y eso nos hace olvidarnos de la autonomía que Dios tiene de nosotros. Él no depende de nuestras fuerzas, nosotros dependemos de las de Él. Así de simple. 


Bueno, al abrir este pensamiento de hoy escribí: ¿Y que si…? Y aquí van algunas muestras:


¿Y que si los amigos del paralítico no hubieran roto el techo, Jesus no hubiera sanado al hombre? ¿Y que si la mujer del flujo de sangre no hubiera tocado el manto de Jesus, él no la habría podido sanar? ¿Y que si el niño aquel de los panes y los peces no hubiera aparecido, Jesus no habría podido alimentar a los cinco mil? ¿Y que si Bartimeo no hubiera gritado, habría sido sanado de su ceguera? ¿Y que si Zaqueo no se sube al árbol, Jesus no lo habría salvado? ¿Y que si Jesus no lo busca como aguja en el pajar, usted no habría sido salvo? ¿Y que si el Señor no le devuelve la vida hoy, usted no hubiera podido despertar vivo? ¿Y que si el Señor no le preserva los ojos, usted no estaría leyendo estas preguntas?


¡Ah, ¿verdad? 


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