EL RECHAZO (1)

 Mateo 18:12 “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada?”


Hace años, cuando viajaba por el interior del país allá en Guatemala, tuve el privilegio de platicar con un pastor de ovejas y me contó una interesante anécdota sobre su rebaño: Entre el rebaño hay corderos que desde que nacen, nacen con la cabeza agachada, como si no tuvieran fuerzas en el cuello para poderla levantar. No logran integrarse al resto del rebaño, no pueden comer ni beber agua ni ver lo que pasa a su alrededor porque sus miradas siempre están hacia el suelo. Siempre andan solitarias y a punto de morir de inanición. ¿Cual es el motivo? El rechazo. Su madre la rechaza desde que nace por una única razón: sale negra. Y al ver que no se parece a sus otros hijos, cree que ese ser no es parte de ella y la deja abandonada. 


Allí es donde entra en acción el pastor. Lo carga, lo cuida, le hace sentir amor, lo alimenta y no lo deja solo hasta que el cordero siente que alguien lo ama y se convierte en una oveja más de su rebaño. Con su ayuda, lo integra al grupo hasta que lo aceptan los demás. 


¿Acaso no es eso lo que ha hecho nuestro Jesus por nosotros? ¿No fue ese el motivo de su venida a este mundo para buscarnos, sacarnos del doloroso estado del rechazo social, familiar, eclesiástico y financiero?  Entonces, mis amigos, no hay razón para sentirnos solos y abandonados. No hay razón para seguir viviendo con la cabeza gacha y con el cuello doblado y la vista perdida en la tierra.  Nuestro Amado Pastor vino a levantar nuestras cabezas para que podamos ver en el horizonte ese océano de Amor del que quiere llenarnos. El rechazo duele, es cierto y todos lo hemos sufrido, pero para eso apareció Cristo: para vencer las obras del maligno. 


SOLI DEO GLORIA


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