PUERTAS CERRADAS
Apocalipsis 3:7 B “… y cierra y nadie abre…”
Bueno, ayer hablamos sobre puertas abiertas y puertas cerradas. Ahora quiero exponerles lo siguiente: ¿Qué padre amoroso y cuidadoso de su familia, antes de irse a la cama no se cuida de dejar bien cerradas las puertas de la casa para proteger a su los suyos? Sería una insensatez que las puertas se quedaran abiertas para que los ladrones entren y hagan daño a quienes están dentro.
O ¿que persona responsable, si tiene un vehículo y lo deja aparcado en la calle no se asegura de dejar cerradas las puertas y puesta la alarma antirrobos? Todo eso nos parece lógico.
Pero no es así cuando el Señor que es todo amor, que nos cuida y nos protege de todo mal, nos cierra ciertas puertas para que nada nos dañe ni nos destruya. Todo porque Él es un Padre perfecto y sabe muy bien lo que no debe entrar a nuestros corazones o a nuestro destino. Una visa que fue negada cuando hemos orado y ahorrado para pagarla y el cónsul dice no. Un cáncer que no termina de desaparecer y que agobia a quién lo padece y lo mantiene en el filo de la navaja. Planes que se hicieron para este año y vino la pandemia a detener todo el proyecto. Una boda que se planeó con tiempo, esfuerzo y dinero y al final todo se detuvo. Un embarazo soñado y largamente esperado que termina en una pérdida del bebé. O que tal este otro: un hijo que fue el premio tanto tiempo esperado y luego resulta que le gustan los hombres y todo el futuro se ennegrece.
Puertas cerradas. Dios sabe porqué las cierra. Nosotros no podemos visualizar todo el panorama como lo hace Él. Y sencillamente las cierra para evitar que nos perdamos en el orgullo, el desorden financiero, la vergüenza de un divorcio o la humillación de tener un fracaso social. En ese caso, demos gracias al Señor por cerrarnos esas puertas.
SOLI DEO GLORIA
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